Oración de una madre por la fe de los hijos
Oración de una madre por la fe de los hijos
Señor, fuente de toda vida, que nos haces partícipes junto a nuestros esposos en tu obra creadora, te rogamos por intercesión de Santa Mónica que, así como ella oró insistentemente por la conversión de su hijo Agustín, inspiremos en nuestros hijos con la oración, la palabra y el ejemplo, el amor y conocimiento de Cristo tu Hijo.
Con la misma intensidad y constancia de Santa Mónica, te dirigimos nuestros hijos:
Mencionar el nombre de sus hijos
Para que como Santa Mónica guiemos a nuestro hijo hacia Ti,
con nuestra vida más cristiana cada día.
"AYÚDANOS, SEÑOR"
Para que estemos atentas a las inquietudes y problemas de nuestros hijos
y nos concedas al tratarlos, paciencia, serenidad y acierto.
"AYÚDANOS, SEÑOR"
Para que, de tal modo transmitamos la fe a nuestros hijos,
que aprendan a vivirla y comunicarla a los demás.
"AYÚDANOS, SEÑOR"
Para que sepamos alentar en nuestros hijos el germen de la vocación
religiosa o sacerdotal y seamos generosos para entregártelos.
"AYÚDANOS, SEÑOR"
Para que inculquemos en nuestros hijos el amor a la iglesia universal
y a la parroquia en sus ministerios y tareas apostólicas.
"AYÚDANOS, SEÑOR"
Para que, si algún hijo nuestro se apartara de la fe, sepamos atraerlo
con amor y comprensión, preservando como Santa Mónica, firmes en la oración.
"AYÚDANOS, SEÑOR"
Para que despertemos en otras madres su responsabilidad cristiana sobre el hogar
y en nuestra comunidad encuentren apoyo para esta tarea.
"AYÚDANOS SEÑOR"
Virgen María, Madre del Consuelo, que consolaste a Santa Mónica dándole la inmensa alegría
de ver el triunfo de la gracia en la inteligencia y el corazón de su hijo Agustín,
sé también nuestro consuelo y danos el gozo de ver a nuestros hijos firmes en la fe que sembramos en sus almas.
Y si alguno se ha desviado, otórganos la alegría de verlo retornar a la fe
bendiciendo así nuestra misión de madres cristianas.
Te lo pedimos por Jesucristo tu Hijo, Nuestro Señor.
Amén.
“¿Entonces, estás saliendo con alguien?”
“¿Entonces, estás saliendo con alguien?”
Desde que estudiaba en la universidad, esta pregunta me ha generado, en el mejor de los casos, incomodidad y, en el peor de los casos, inseguridad. Quienes preguntan, lo hacen con buena intención; la mayoría solo para hacer conversación. Por lo general respondo con un simple, “Por el momento no”, tratando de mantener la calma, pero siento cómo se acelera mi pulso y me pongo tenso. Tras responder “Por el momento no”, varias veces a la misma persona, mi mente se formula la pregunta... “¿Qué pasaría si me descubren...si se enteran de que experimento atracción al mismo sexo?”
Un poco de contexto...
Estudié en una universidad protestante donde predominaba la cultura de comprometerse en matrimonio antes de la graduación. Un tema frecuente de conversación era la vida amorosa de las personas... o la falta de esta. Recuerdo algunas veces en que me hacían aquella pregunta tan común, “¿Hay alguna chica en tu vida?” Y a veces respondía diciendo los nombres de mujeres que me parecían lindas y buenas para la conversación. Probablemente había poca atracción romántica, pero sentía que era una “fachada” para que no me “descubrieran”.
Sobresale un caso en particular
Tengo 21 años, estoy en un dormitorio con literas en San José, Costa Rica, en un programa corto de estudios en el extranjero. Los cinco hombres que compartimos el dormitorio nos conocemos bastante bien, ya que estudiamos en la misma universidad en los Estados Unidos. Es tarde y las luces están apagadas. Pero el parloteo continúa. Aquí viene:
–“Entonces, Brian, ¿hay alguna chica en tu vida?”
Algo sobre el hecho de estar en este dormitorio, de noche, en la oscuridad, con cuatro hombres, aumenta la preocupación de ser “descubierto”. Lo mejor que pude hacer fue decir, “Por ahora estoy contento estando soltero”. La respuesta de uno de mis compañeros fue poco halagadora...
“Soltero y contento... ¡siempre dices eso! ¡Estoy comenzando a pensar que eres gay!”
Nuevamente, mi corazón se acelera... ¡más de lo normal! Me siento humillado y no sé qué decir; solo espero que nadie continúe con la conversación o haga más preguntas. Todo lo que puedo suponer es que ahora se sienten incómodos de compartir el dormitorio conmigo...
Adelantando el tiempo, más o menos una década, después de haber vuelto a la Iglesia Católica, esta pregunta pega aún más profundo. Ya no se trata tanto de que me pregunten, “¿Estás saliendo con alguien?”, ahora la pregunta es, “¿Estás casado?”, “¿Tienes hijos?” Y respecto a estas preguntas, experimento un sentimiento defensivo similar. Aún me preocupa a veces que supongan que experimento atracción al mismo sexo, pero yo también supongo que se preguntan qué es lo que está "mal" conmigo por no tener un estado de vida más comprometido. ¿Acaso piensan que soy perezoso, que tengo miedo al compromiso o que soy egoísta? ¿Será que a los ojos de los demás no soy un “verdadero” hombre por no tener un papel más evidente guiando, protegiendo y proveyendo para alguien, entregándome a una esposa e hijos, a una comunidad religiosa, o pastoreando una parroquia? Honestamente, esto a veces puede conducir a sentimientos de envidia y autocompasión, ¡pero como católicos, no permitimos que nos gobiernen los sentimientos, sino la verdad!
¿Cuál es la verdad?
Usando la fe y la razón, puedo responder a las preguntas anteriores de la siguiente manera:
¿Qué pasaría si me “descubren”? ¡A quién le importa! Nuestras atracciones no nos definen. En todo caso, la Iglesia se beneficia con el testimonio de hombres y mujeres que experimentan atracción hacia el mismo sexo que se esfuerzan por entregarse totalmente a Dios, viviendo la fidelidad fundamentada en la verdad y la plenitud de las enseñanzas de la Iglesia Católica.
¿Qué pasaría si creen que no soy un “verdadero” hombre porque no tengo una vocación comprometida? ¡Se equivocan! Tenemos la bendición de contar con varios santos laicos canonizados, tanto hombres como mujeres, que se mantuvieron solteros y en el mundo: San Guiseppe Moscati, Sta. Catalina de Siena y San Benito José Labre me vienen a la mente. Estos hombres y mujeres se convirtieron en los hombres y las mujeres que Dios quería que fueran, convirtiéndose así en grandes santos.
Siento que la Iglesia se beneficiaría si explicase en mayor profundidad el significado y la importancia de la maternidad y la paternidad espiritual a aquellos que viven en el mundo. Pero me parece que para quienes estamos solteros, la pregunta que debemos hacernos cada día es “¿qué puedo hacer para ser un don para los demás?” Tal vez al preguntarnos esto —y, en consecuencia, viendo y cubriendo las necesidades de quienes encontramos en nuestro camino— estamos dando un simple paso para vivir la maternidad y paternidad espiritual a la que estamos llamados. Debemos recordar que ninguna relación (de este mundo), estado de vida o circunstancia nos dará plena satisfacción en esta vida. Todos enfrentamos sentimientos de vacío de vez en cuando, pero si se lo permitimos, Dios puede utilizar este sentimiento de vacío para acercarnos más a Él. Así, cada uno de nosotros, estará cada vez más cerca de convertirse en el santo que está llamado a ser.
¡Demos gracias a Dios!
Brian R. tiene 32 años y vive en el área de Washington, DC, Estados Unidos, donde trabaja como enfermero en un hospital para enfermos terminales. Forma parte de Courage desde el 2018 y participa activamente en los capítulos de Baltimore, Washington y Arlington. Le gustan las actividades al aire libre con sus amigos, el café, un buen libro y pasar tiempo en silencio frente al Santísimo Sacramento.
Las opiniones y experiencias expresadas en cada artículo del blog “The Upper Room” pertenecen únicamente a los autores originales y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista o las políticas de Courage Internacional, Inc. Algunos artículos se han editado y adaptado por su extensión y para mayor claridad.
“La vida espiritual es nuestro principal alimento” - Testimonio de un matrimonio miembro de EnCourage
“La vida espiritual es nuestro principal alimento”
Testimonio de un matrimonio miembro de EnCourage
Somos un matrimonio miembro de EnCourage desde hace doce años. Recibimos la invitación de presentar nuestro testimonio y la aceptamos con la esperanza de que les pueda ayudar a confiar en la misericordia de Dios en su caminar en esta experiencia de tener un familiar que experimenta atracción al mismo sexo (AMS).
Tenemos la dicha de ser un matrimonio bendecido por Dios desde hace 40 años. Fruto del amor que nos tenemos, el Señor nos ha confiado cuatro hijos, dos mujeres y dos hombres. De ellos, nuestra hija mayor y nuestro hijo menor experimentan AMS.
La primera en manifestar sus sentimientos fue nuestra hija. Ella había tenido una vida como cualquier chica, pero algo se gestaba en su corazón; tal vez su gran sensibilidad y algunas circunstancias que pudo haber vivido.
Ella no manifestó ninguna tendencia durante su infancia ni adolescencia. Tuvo una relación con un chico durante diez años y cuando terminaron tuvo otros noviazgos cortos por lo que nunca pensamos que su vida daría ese giro. Además, ya tenía más de 25 años cuando supimos de su AMS. Las primeras manifestaciones las notamos cuando se hizo amiga de una compañera de trabajo que experimentaba AMS. Después se hizo amiga de un grupo de chicas todas sin novio. Estas amistades nos llamaban mucho la atención y le hicimos alguna observación al respecto, pero sin poder lograr algún diálogo al respecto. Nosotros llegamos a pensar que definitivamente había algo, pero al no tener la certeza, teníamos la esperanza de que fueran temores sin fundamento. Hasta que un día nos dijo que quería hablar con nosotros; fue entonces cuando abrió su corazón y nos habló claramente de sus sentimientos. Aunque ya lo sospechábamos, nunca pensamos qué le íbamos a decir, ni qué postura tomar. ¡Nos tomó por sorpresa! Sin embargo, lo único que queríamos era conservar su amor, que no se fuera a retirar. Para nosotros, la noticia en un principio fue como un balde de agua helada, pero al paso del tiempo ha sido más bien como un tren interminable pero que nos sigue arrollando interiormente. A los tres días ella habló con su papá y le dijo que se iba de la casa a vivir con la muchacha con la que salía; fue un golpe aún mayor. Todo era orar mañana, tarde y noche tratando de entender y saber qué hacer ante este hecho.
Un día fuimos a orar ante el Santísimo a pedir por nuestra hija; cuando salimos de la capilla de adoración vimos una mesita para anotar intenciones. En ese mismo lugar había un murito con folletos, estampitas, etc. Entre ellos estaban unos trípticos que decían algo así: “¿Sientes atracción por tu mismo sexo y deseas vivirla de la mano de Dios?” “¿Tienes un familiar o amigo con atracción al mismo sexo y buscas apoyo espiritual?” Estos folletos traían información básica de Courage y EnCourage; inmediatamente lo tomamos. Dios daba respuesta a nuestra oración y nos indicaba el lugar donde encontraríamos esa ayuda que tanto necesitábamos como padres de familia.
Conversamos con un matrimonio miembros de EnCourage y nos dieron una hermosa acogida. Por fin podíamos hablar con alguien que nos entendía. Inmediatamente entramos al grupo y empezó la sanación de nuestro corazón mediante el acompañamiento espiritual y el diálogo en amistad con personas que vivían situaciones similares a la nuestra.Cuatro años después, cuando nuestro hijo menor tenía dieciocho años, también manifiesta sus sentimientos, sin embargo, el golpe ya no fue tan duro. Creemos que nos ayudó mucho haber pertenecido a EnCourage en todo ese tiempo.
Rafa, miembro de nuestro capítulo de EnCourage, que en paz descance, nos decía que tener un hijo que experimenta AMS era una bendición. Nosotros no lo entendíamos, pero conforme ha ido pasando el tiempo hemos llegado a comprenderlo.
A lo largo de nuestro matrimonio hemos tenido muchas dificultades que nos han hecho acercarnos a Dios para superarlas, pero ninguna como ésta. Hemos acogido a nuestros hijos que experimentan AMS con amor y respeto y hemos pedido de ellos lo mismo. Pero es comprensible que tengamos diferentes puntos de vista. Con mucho pesar, nuestros hijos se han alejado de Dios porque piensan que la Iglesia los rechaza o no los entiende. A veces se nos hace muy difícil poder compartir con ellos alguna de las enseñanzas de la Iglesia como la que está hermosamente descrita en el Génesis: “Dios creó al hombre a imagen suya, a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó”.
No es fácil el peregrinar, pero con la gracia y ayuda de Dios es posible. Estamos distanciados ya hace más de un año con nuestra hija, sin embargo, no perdemos la esperanza y la seguimos poniendo tanto a ella, como a su amiga, y a nuestro hijo en las manos de Dios. Él mejor que nadie sabe cuándo y cómo los irá trayendo cada vez más cerca de Su Corazón y podrán escuchar el inconmensurable amor que les tiene.
Es en este tiempo que nuestro Señor se ha hecho más presente con su clemencia y misericordia. Nuestro Señor Jesucristo nos dice: “Vengan a mí los que están cansados y agobiados y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11, 28-30).
Hemos encontrado Su presencia en nuestros compañeros de EnCourage con quienes nos reunimos con frecuencia para repasar las metas, compartir nuestras experiencias, reflexionar la literatura que nos proporciona el apostolado y también para convivir siempre en un espíritu de oración. Nuestro mayor anhelo es nuestra propia conversión para dar un buen testimonio a nuestra familia de amor a Dios y al prójimo. En ningún otro lugar como ahí nos sentimos acogidos. Respetamos nuestras diferentes maneras de ser y de pensar; no nos juzgamos, simplemente nos escuchamos con paciencia y amor de hermanos en Cristo. La escucha de las experiencias de nuestros hermanos nos ayuda, ya que sabemos que tal vez en algún momento podemos estar atravesando por lo mismo. Además de ser compañeros de apostolado hemos llegado a ser un grupo de amigos que se quieren mucho.
La presencia y acompañamiento de nuestro capellán es fundamental para nosotros porque es él quien nos orienta y dirige espiritualmente llevándonos la palabra de Dios que es fuente de agua viva, de vida eterna.
Lo más enriquecedor y reconfortante es saber que nos sostenemos con la oración; estamos tan unidos que lo que le sucede a uno es como si nos sucediese a todos y oramos los unos por los otros. La vida espiritual es nuestro principal alimento y fortaleza ya que es ahí donde encontramos a nuestro Creador y Redentor. La oración fortalece nuestra fe y confianza en Dios. Sabemos que nuestras vidas y la de nuestros hijos están en sus manos y que el tener hijos que experimentan AMS cuando es vivida de la mano de Dios, es motivo de redención y santificación. Nuestro Señor se vale de nuestras circunstancias para acercarse a nosotros, para hacernos sentir amados y sostenidos.
La experiencia de un hijo con AMS es muy dolorosa y nos cambia la vida; nos lleva a enfrentar múltiples situaciones para las que no estamos preparados, pero viene acompañada de infinidad de bendiciones.
Damos gracias al Señor nuestro Dios por habernos traído prácticamente de la mano hasta este apostolado; es aquí donde nos quería para tener ese encuentro con Él y aprender a amar a nuestros hijos tanto como Él los ama. Confiamos en su misericordia y estamos seguros de que tarde o temprano nuestros hijos volverán a Él y serán un gran testimonio de conversión para Gloria de Dios.
Gracias Señor por tanto amor. Nuestras vidas están a tu servicio para lo que Tú dispongas, pero primero danos lo que nos has de pedir.
Con amor de parte de un matrimonio en Cristo.
La vida cristiana como acción de gracias
La vida cristiana como acción de gracias
Por Yara Fonseca*
Normalmente, no me gusta escribir en primera persona, sin embargo, en esta ocasión me siento inclinada a hacerlo, pues recogiendo mis propias experiencias, he tenido la gracia de descubrir que, entre los muchos dones de la vida cristiana, la gratitud es uno de los más especiales.
Quisiera compartir la amistad espiritual que tengo con Monseñor Alcides Mendoza Castro (1928-2012), quien fue arzobispo emérito del Cuzco en el Perú. Fue ordenado obispo a fines de los años 50, convirtiéndose en el obispo más joven de su generación y entre los participantes del Concilio Vaticano II. Esta amistad se desarrolló durante los últimos cuatro años de vida de monseñor Alcides, brindándome la oportunidad de ser testigo de un testimonio de cristianismo maduro y lleno de convicciones profundas.
Muchas veces le escuché decir que “el peor pecado es la ingratitud”. Confieso que me quedaba pensando y tratando de entender qué quería decir, pues definitivamente no era una afirmación sacada de manuales de teología moral. Era como una certeza honda que salía con fuerza de su voz anciana y que me hablaba de que ésta era una sabiduría madurada durante toda su vida ministerial.
Tenía la costumbre de participar en la misa dominical y desayunar en su casa. En uno de esos encuentros en los días del Señor, le pregunté: por qué decía esto, de dónde venía tanta certeza. A lo que recibí una respuesta muy directa: he visto muchas veces que quien es ingrato es capaz de las peores barbaridades.
Para mí fue como una de aquellas respuestas cortas y contundentes que quedan grabadas en algún lugar de la memoria, indicando que aquí hay una verdad espiritual que se me presentaba como una clave para mirar la vida. Con los días, me hice la idea de que la afirmación contraria es totalmente cierta. Si mi amigo Alcides dice que la ingratitud es como la semilla de cizaña que malogra el corazón, bien podríamos dar la vuelta y decir que la gratitud es trigo sembrado en el alma y que promete cosecha abundante de virtudes y buenas obras.
La vida cristiana es gratitud, es acción de gracias que brota de la experiencia de ser alcanzados por Dios, quien nos amó primero (1Jn 4,19). Quien se sabe amado de modo inmerecido, encuentra en esta misma sobreabundancia, la fuerza que lo impulsa a responder al amor con la donación libre de toda su realidad personal: afectiva, volitiva e intelectual.
La persona que se sabe creada, redimida y llamada a una nueva vida en Cristo posee un tesoro interior que le hace unirse al salmista que proclama: «¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?», (Salmo 115, 3).
Bien sabemos que nuestra fe profesa a un Dios que no pide nada a cambio por su amor, es un Dios que se dona y ama en libertad. Las palabras del salmista no están hablando de un pago similar al que ocurre en las interacciones humanas, sean estas afectivas, económicas o políticas. Se trata de una nueva lógica, de una sabiduría espiritual. Cuando tenemos la gracia de reconocer tanto amor recibido de manera inmerecida, simplemente queremos amar. No es pagar una factura, lo que además sería imposible, porque fuimos salvados a precio de la Sangre de Cristo (1Pe 1, 18-19). Es correspondencia, es agradecimiento.
San Ignacio de Loyola, en la conclusión de sus ejercicios espirituales, hace una invitación a darnos cuenta de tantos bienes recibidos gratuitamente y concluye con la conocida Contemplación para alcanzar amor que expresa este sentido.
Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo disteis, a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta.
¡Todo es vuestro! Y lo que es Suyo, nos lo ha regalado porque nos ama. Cada corazón, cada uno de nosotros, en el silencio de las propias decisiones, necesita ponerse ante este amor y elegir cómo quiere responder, o mejor, cómo quiere corresponder.
La gratitud a Dios es trigo bueno que produce frutos en nuestras relaciones humanas. Es como una virtud que orienta nuestra relación con Dios y desde ahí nuestros vínculos interpersonales. En el árbol de la gratitud a Dios, podemos cosechar humildad, mansedumbre, magnanimidad, perdón, compasión hacia el otro, generosidad, paciencia; en fin, podemos adquirir una nueva sensibilidad para mirarnos a nosotros mismos y al prójimo.
* Yara Fonseca es consagrada de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación y reside en Brasil con su comunidad.
En Courage he encontrado una familia y sé que nunca más me sentiré solo en esta batalla
"En Courage he encontrado una familia
y sé que nunca más me sentiré solo en esta batalla"
Testimonio de un miembro de Courage
Mi nombre es Alex, tengo 36 años de edad, soltero, originario de San Salvador. Soy el primero de cuatro hijos de una pareja divorciada. Siempre me he considerado una persona muy inteligente; aprendí a leer a los 6 años. En casa de mis abuelos, una tía que era catequista me enseñaba la doctrina básica y el amor a Jesús y a la Virgen, al mismo tiempo que empezaba el colegio; aprendí todas las oraciones y a rezar el rosario a muy corta edad; era monaguillo y me encantaba pasar a leer en la Misa. En aquellos tiempos, en realidad estaba convencido de que sería el próximo niño santo, oraba y hacía penitencia muy inspirado en el ejemplo de santo Domingo Savio.
Pero un día, a los siete u ocho años y de modo accidental, descubrí la masturbación y ahí empezaron mis conflictos: la culpa, mezclada con la ignorancia, la ausencia de un confesor fijo y la falta de confianza en mi madre fueron el caldo de cultivo para lo que vendría después: me volví un muchacho inseguro, introvertido y tímido. La masturbación se convirtió en vicio y aunado a que estudié en un colegio católico de varones por doce años, empecé a desarrollar, a la par, atracción hacia personas de mi mismo sexo en la pubertad.
Mi relación con Dios se enfriaba, porque sabía que lo que sentía y hacía en mi soledad, no era correcto. Ya no participaba en Misa y odiaba confesar los mismos pecados y sentía que siempre y en todo lo que hacía ofendía al Señor; incluso desarrollé un pequeño problema de escrúpulos; mi mente y cuerpo eran un mar de pensamientos y sentimientos que desconocía y no podía controlar. Incluso, todas estas dudas me hicieron enterrar un llamado a la vocación religiosa que tenía desde un tiempo atrás diciéndome una y otra vez que no era digno. Esa es quizá una de las cosas que más lamento.
A finales de bachillerato y durante la universidad, me alejé de mi religión y me dediqué a llevar una vida homosexual activa; asistía a Misa, pero había dejado de confesarme y comulgar; estaba convencido que Dios no querría a alguien con mi estilo de vida y me hundía más en la tristeza y mi fuerza de voluntad se volvía cada vez más débil.
Talvez el tener un empleo fijo y conservarlo por once años, fue de los primeros puntos de inflexión en todo este camino, me dio cierta estabilidad y madurez y gracias a eso tomé la decisión de adquirir mi propia casa y dejar la casa de mi madre (mis tres hermanos menores ya estaban casados y empezaban a tener familia); aparte, todo eso sirvió para mejorar la relación con mi madre, dañada con tantas peleas y conflictos (ella se dio cuenta de mi condición por accidente y comprensiblemente no sabía cómo tratar con un hijo así).
Al analizar cómo iba mi vida, la relación con mi madre y mis hermanos y todo por lo que había pasado, así como todo lo que pude haber logrado, pero dejé atrás por mis pecados contra la pureza, decidí confesarme, ya que además seguía escuchando el llamado de Jesús. Eso sucedió en el 2020 y es una de las mejoras cosas que me han ocurrido.
Sin embargo, luego de retomar el camino de la fe, empecé a notar que el tema de la atracción al mismo sexo no se tocaba en las homilías y en las confesiones solo se escuchaban los pecados y se daba una penitencia, pero ¿qué más? ¿Por qué nací así? ¿Fue algo que aprendí? ¿Cómo podría manejar mi vida espiritual y dominar mis impulsos y deseos? ¿Podría llegar a entender mis vicios y refrenarlos del todo? Eran tantas las dudas y a veces lamentaba que, en la práctica, al menos en las parroquias donde me he congregado, no se tratara directamente esa realidad que afecta a tantas personas. Pero obviamente no iba a abandonar el catolicismo por eso; para mí esta es la religión verdadera fundada por Cristo, cabeza de la Iglesia.
Ya me estaba resignando a librar esta lucha solo, con los recursos que me daba la Iglesia, cuando a finales de 2023 descubrí la página de Courage en español en Instagram y empecé a leer sus publicaciones y me alegré de corazón que estuviese dirigida a personas católicas que experimentan AMS y que se mostrara que es posible vivir la castidad respetando el Catecismo y las enseñanzas de la Iglesia y lograr, de esa manera, abandonar un estilo de vida que solo nos autodestruye y nos impide tener relaciones sociales sanas. Luego, revisando el boletín de Courage encontré el correo electrónico del grupo en El Salvador, me puse en contacto de inmediato, y después de una entrevista y de conocer más acerca de la labor de Courage en el país y fuera de sus fronteras, empecé a asistir a las reuniones desde el mes de febrero 2024. Asistir a este grupo en el que participan excelentes personas con diferentes historias y experiencias, pero compartiendo la misma condición de AMS y con la guía espiritual de un sacerdote, es lo que había estado buscando desde hace tanto tiempo. Ahora me doy cuenta de que la Iglesia jamás me abandonó, siempre ha estado tendiendo su mano como buena madre, me entiende y quiere que sea santo.
He aprendido que la conversión no es un camino recto y sencillo, sino que tiene muchas curvas y por momentos baches de los que tenemos que levantarnos; asimismo, la conversión no es algo que debemos dar por sentado una vez que sucede, la verdadera lucha consiste en saber mantener el estado de gracia, estar vigilantes, permanecer firmes, identificar y huir de aquello que nos hace caer, cuidar lo que vemos y escuchamos, adquirir el hábito de lectura de material edificante. Entonces, si el ánimo y la motivación empiezan a disminuir, ahí es que la fe y frecuencia a los sacramentos obran el milagro y nos hacen lograr consistencia. La castidad y pureza de corazón debe ser construida sobre bases sólidas y debemos pedir siempre a Dios y a la Virgen por ella a la vez que creamos buenos hábitos para preservarla y encontrar personas que te entiendan y apoyen. En Courage he encontrado una familia y sé que nunca más me sentiré solo en esta batalla.
Oración y caridad hecha de rodillas
Oración y caridad hecha de rodillas
Por Yara Fonseca*
Bajo la invitación del Papa Francisco, la Iglesia se ha propuesto vivir un Año de Oración en preparación para el Jubileo de 2025 que tendrá como lema “ Peregrinos de la Esperanza”. Ya en al año 2022, en la carta dirigida al Prefecto del Dicasterio para la Evangelización para la preparación del año jubilar, el Papa expresó que «me alegra pensar que el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran “sinfonía” de oración; ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo. Oración, para agradecer a Dios los múltiples dones de su amor por nosotros y alabar su obra en la creación, que nos compromete a respetarla y a actuar de forma concreta y responsable para salvaguardarla. Oración como voz “de un solo corazón y una sola alma” (cf. Hch 4,32) que se traduce en ser solidarios y en compartir el pan de cada día. Oración que permite a cada hombre y mujer de este mundo dirigirse al único Dios, para expresarle lo que tienen en el secreto del corazón. Oración como vía maestra hacia la santidad, que nos lleva a vivir la contemplación en la acción. En definitiva, un año intenso de oración, en el que los corazones se puedan abrir para recibir la abundancia de la gracia, haciendo del “Padre Nuestro”, la oración que Jesús nos enseñó, el programa de vida de cada uno de sus discípulos».
Como miembros de Courage y EnCourage queremos abrazar esta invitación del Vicario de Cristo y prepararnos para el próximo Jubileo con una peregrinación interior, que nos lleve a caminar desde nuestras circunstancias personales hacia el encuentro con el Dios de la vida y de la misericordia. Queremos que la propuesta de Año de Oración sea un estímulo para perseverar en nuestro compromiso de oración y devoción, pues sabemos que nuestras vidas encuentran apoyo sólido y seguro en la abundancia de gracia que brota de la amistad con Dios.
Mucho se puede decir sobre la oración. Aprovecharemos esta reflexión para ahondar en una de sus formas, la oración de intercesión. Como nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica “la intercesión es una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús... interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristiana participa de la de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos. En la intercesión, el que ora busca “no su propio interés sino [...] el de los demás” (Flp 2, 4), hasta rogar por los que le hacen mal (CIC 2634-2635)”.
La intercesión es un impulso del corazón orante que sale de sí mismo; de sus preocupaciones, luchas y problemas y se dirige hacia Dios para presentarle al otro, como son sus amigos, familiares, conocidos e incluso enemigos. Por medio de ella nos unimos especialmente a Jesús en su función de mediador entre Dios y los hombres, podemos participar de su caridad que no puede ser indiferente a las necesidades y dolores de todo hombre y mujer e intercede por ellos, con constantes ruegos al corazón del Padre.
Por medio de la intercesión nos ponemos en el lugar de los otros y llevamos sus necesidades ante Dios. Estamos haciendo un ejercicio de empatía espiritual, sensibilizándonos con una persona en sus dolores y angustias, clamando para que encuentren paz, alivio y esperanza. Uniéndonos a Jesús, intercesor de los hombres, podemos desde nuestra pequeñez, vivir una caridad de rodillas, pues muchas veces no somos capaces de auxiliar al otro por medio de ayudas materiales o sus dificultades exceden nuestro poder. Pensemos, por ejemplo, como nos sentimos ante una persona enferma. No somos capaces de cambiar con nuestras fuerzas el curso de su situación, pero es sorprendente testimoniar cuando desde nuestra impotencia humana elevamos un grito al cielo y Dios todopoderoso y clemente escucha y actúa en beneficio de sus hijos.
Esta caridad de rodillas también puede ser fuente de transformación social. Cuando nos unimos en oración por una causa común, podemos contribuir con una fuerza espiritual que es capaz de romper barreras, superar catástrofes y guerras y abrir paso a la justicia y a la paz, pues como Jesús mismo nos ha prometido “si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt 18,19-20)”.
La oración de intercesión también repercute positivamente en la vida de la persona que ora. Al rezar por los demás de forma sincera y desinteresada, nuestros corazones se ensanchan, creciendo en sensibilidad, compasión y empatía que nos hace más humanos y nos acerca cada vez más al Corazón de Jesús.
* Yara Fonseca es consagrada de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación y reside en Brasil con su comunidad.
"Courage me ha ayudado a rescatar mi dignidad como persona, como hijo de Dios"
"Courage me ha ayudado a rescatar mi dignidad
como persona, como hijo de Dios"
Testimonio de un miembro de Courage en México
Mi nombre es Sergio tengo 45 años. Me gustaría compartir con ustedes mi testimonio de vida en el que he recibido la gracia de Dios que me ayuda a esforzarme por vivir la virtud de la castidad.
Tenía un año cuando nací a la vida nueva en Cristo recibiendo el sacramento del Bautismo. He crecido en una familia numerosa, somos cuatro hermanos y una hermana, yo soy el tercero. Siempre estuvimos al cuidado y educación de nuestros padres, sin embargo, era mi madre quien pasaba casi todo el tiempo con nosotros pues mi padre trabajaba por muchas horas y solo llegaba a casa a dormir.
Si embargo, de los recuerdos más hermosos que tengo de mi infancia son aquellos cuando mi padre, nos llevaba a mi mamá, mis hermanos y a mí a ver lo que él hacía, que era ver el corte de la alfalfa para el ganado que él tenía. Esos momentos de estar juntos, en el campo, rodeados de naturaleza siendo cuidados por mi mamá y en compañía de mi papá fueron momentos muy bellos que me sacan una sonrisa al traerlos a mi memoria.
A los 5 años se inició la etapa del desprendimiento pues tenía que empezar a ir al kínder. Tenía mucho entusiasmo, pero recuerdo que también sentía miedo, fueron momentos difíciles para mí. Mi madre me ha compartido que fui un niño muy responsable, tranquilo, no era conflictivo y muy estudioso.
En los primeros años de la escuela primaria solía apartarme de mis compañeros de salón de clase. Incluso recuerdo que cuando todos salían al recreo, yo no quería salir y me quedaba solo en el salón. Alrededor de los 6 años tomé la iniciativa de ir a las clases de catecismo con mis primos, primas y mis hermanos, a pesar de que todos ellos eran mayores que yo. Solo perseveré durante un ciclo porque yo no iba a recibir los sacramentos de primera comunión y confirmación, sino solo mis familiares; entonces no me dejaron continuar. A pesar de que quería recibir los sacramentos, no se podía. La catequista me dijo que podía ir a misa, pero no podría recibir aún los sacramentos. Tenía tanto deseo en el corazón de seguir en la catequesis, que lo que hacía era escaparme todos los domingos de mi casa para ir a Misa. Mis padres no sabían dónde me iba pues lo hacía a escondidas. Y cuando regresaba me llamaban la atención, sin embargo, yo me seguía escapando. ¡Me gustaba tanto ir a la Iglesia y participar de la Misa!
Seguí siendo un niño reservado, tranquilo. Y fue solo a la edad de siete años cuando vivo una situación muy dura en mi caminar. Fui abusado sexualmente por un familiar mayor que yo, desde entonces se iniciaron las confusiones sobre mi sexualidad, mi identidad. Vivía rodeado de miedos, tristezas, sufrí con mucho bullying de parte de mis primos, vecinos, y de mis amigos en la escuela.
Cuando alcanzo la edad de la adolescencia, alrededor de mis 13 años, empiezo a integrarme a un grupo de jóvenes de la parroquia de Nuestra Señora del Refugio. En medio de mi soledad, con las dudas en mi corazón, me ayudó mucho a buscar a Dios por todo vivido. Fue a los 16 años cuando escucho durante una misa la invitación a prepararse para recibir el sacramento de la confirmación. A lo largo de cuatro meses me preparé para ser confirmado y recuerdo cómo mi corazón se llenó de alegría y gozo. Sin embargo, las luchas interiores continuaban, no sabía cómo identificar mi inclinación sexual. No encontraba mi identidad más profunda. Tenía muchas preguntas y dudas que las guardaba solo para mí. Sentía muy fuerte cómo sexualizaba a las personas de mi mismo sexo.
Por primera vez, a la edad de 18 años decidí compartir con mi madre que sentía atracción hacia personas de mi mismo sexo. Su reacción y lo que puedo recordar de sus palabras fue: “Dios te hizo hombre, te he educado y te he vestido siempre como hombre”. Quizá a muchos de ustedes que leen estas líneas les ha pasado algo similar. A veces, cuando compartimos con nuestros padres o algún ser querido lo que estamos sintiendo, ellos no saben qué decirnos o cómo reaccionar. Sus palabras no dejan de ser ciertas, sin embargo, yo mismo no sabía por qué sentía atracción al mismo sexo, solo lo sentía.
Fue a partir de esta época que comencé a sentirme más desorientado, un poco más solo y empiezo a probar experiencias en el mundo y todas las “atracciones” que nos ofrece. Comencé a ir por primera vez a bares nocturnos, consumir alcohol, drogas y a hacer todo lo que viene con ello. Desde entonces sentí con mayor fuerza mis deseos y creí que era natural todo lo que hacía. Sin embargo, hoy sé y me doy cuenta de que no tenía conciencia de ello.
A la edad de 33 años asistí a una misa dominical en la parroquia Nuestra Señora del Refugio y ese día anunciaron que se llevaría a cabo un retiro sobre el Kerigma para jóvenes. Yo sentí el llamado de Dios como un fuego del Espíritu Santo en mi corazón que me decía: Este retiro es de jóvenes, y tú ya estás grande pero quiero que vayas al retiro. Se lo comenté a mi madre cuando llegué a casa y decidí ir al retiro sin importar que ya no estaba tan joven. El fin de semana que viví ahí con otros jóvenes, no fue fácil; pues ahí tomé conciencia del camino equivocado que había estado viviendo y las opciones que había tomado en mi vida. Sin embargo, lo más conmovedor fue sentir, a través de las pláticas de los predicadores, que era Jesús mismo quien me hablaba y me decía cuánto me amaba, que Dios me perdonaba todo y que Él me ayudaría a salir de la situación en la que estaba viviendo.
Ahí empecé mi camino de regreso a Dios Padre, fueron seis años de luchas muy fuertes externas e internas. Pero con la gracia de Dios y mis pobres esfuerzos he caminado hacia delante. Me he caído muchas veces, pero me he vuelto a levantar. Fue durante estos años que conocí el apostolado Courage en la que me ofrecieron y me ayudaron a vivir la virtud de la castidad, y a vivir las cinco metas de Courage. Con el tiempo me daba cuenta de que al esforzarme por vivir estas metas cada vez era más feliz, más libre, más pleno. El apostolado Courage me ha ayudado a rescatar mi dignidad como persona, como hijo de Dios.
Tengo la bendición de vivir el servicio a los demás en la Iglesia -un regalo de Dios-, en una casa hogar de ancianos. Esto me ayuda mucho a no estar pensando tanto en mí mismo y mis luchas, sino a donarme en amor solidario a los demás.
Le doy gracias y gloria a Dios por tantas gracias que han sido derramadas sobre mí.
¡Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío!
¡Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío!
Por Yara Fonseca*
Muchas veces nuestras vidas son agitadas, y es posible que pasemos varios días con el corazón deseoso de encontrar reposo y paz en el Señor. Pero a menudo, tantas otras prioridades y tareas nos ganan. En este mes del Sagrado Corazón de Jesús, encontramos un rostro dulce y sereno que nos busca y nos dice: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, cenaré con él y él conmigo” (Ap 3, 20).
Y si Él está tocando la puerta de nuestros corazones, vale la pena levantarnos, salir de nuestras ocupaciones o preocupaciones diarias y darle la bienvenida en nuestra casa, pues su promesa es que así entraremos en comunión y participaremos de su vida divina.
En este intento de abrir las puertas del corazón a Jesús, puede ser de ayuda hacer ejercicios de contemplación de alguna imagen del Sagrado Corazón. Puedo elegir alguna imagen que me guste estéticamente, o aquella que forma parte del patrimonio espiritual de mi familia y que me ha llegado por la devoción de mis padres y abuelos, o quizás aquella que estaba silenciosamente presente en la parroquia en que crecí, en mi colegio o universidad. En el silencio, puedo traer algunas de estas imágenes a mi memoria y así, pausadamente, contemplar su forma, colores y simbología, dejando que Jesús me visite y que pasemos un rato juntos, como dos amigos que se reúnen para cenar y compartir lo que llevan en el corazón. Puede ser de ayuda detenerse en algunos aspectos de su simbología.
El primer símbolo que salta a la vista es el corazón expuesto, rodeado de espinas y llameante. El corazón expuesto anuncia el inmenso amor que Dios nos tiene; es un corazón que elige mostrarse a los hombres y mujeres para decir: “Yo te amo. Mi corazón no se contiene en mi pecho, pues está enamorado de ti”.
Este corazón expuesto arde en llamas que significan que su amor es actual, no es un simple recuerdo de un Dios que alguna vez me protegió y amó. Representa este amor diario, vivo y vivificador, pues es el fuego del Espíritu Santo que nos purifica, edifica y salva. Este corazón está también rodeado de espinas, haciéndonos tomar consciencia de que nuestras indiferencias y pecados hieren a Jesús, que Él espera que correspondamos a su amor y sufre cuando nos alejamos y buscamos caminos apartados de Él. Su sufrimiento es el del amor no correspondido y es por empatía con nosotros, pues Él sabe que lejos de Él, nosotros también sufrimos y nuestras vidas van cayendo en el sinsentido.
De la contemplación del corazón podemos, en un segundo momento, pasar a los gestos de Jesús. La imagen nos lo muestra señalando el corazón con una mano y, con la otra, invitándonos a acercarnos a Él. Es como si de sus labios escucháramos: “Mira mi corazón expuesto, herido e inflamado de amor, es por ti y para ti. Ven a mí, tú que estás herido y cansado, que experimentas el peso del yugo de la vida. Soy escuela de amor manso y humilde, soy reposo del alma (Mt 11, 29).”
Estas manos que ofrecen el Sagrado Corazón están llagadas, recordando los sufrimientos que, a causa del amor y para salvarnos, aceptó durante su pasión y muerte en la cruz. Son también llagas triunfantes que anuncian que Él ha vencido a la muerte y resucitado, sana y transforma nuestras heridas en cicatrices. Las llagas expuestas de Jesús son también motivo de esperanza para nosotros. Contemplándolas, podemos ir perdiendo el miedo a nuestras propias heridas emocionales, afectivas y espirituales, pues Jesús, con su amor apasionado por nosotros, se dispone a ser nuestro médico y medicina. Él mismo quiere y tiene el poder de hacer que nuestros sufrimientos se pacifiquen, que el dolor se calme y que todo lo que hoy parece muerte, renazca para una vida nueva en Él.
Por último, y a modo de diálogo contemplativo con Jesús, podemos detenernos en su mirada y dejarnos interpelar por ella. ¡Cuánta pureza, bondad y dulzura! No encontramos palabras para expresar el abismo de profundidad que la mirada de Jesús nos presenta. En ella, podemos encontrar todo lo que buscamos: seguridad, cariño, consuelo, fortaleza, esperanza, misericordia, perdón, amor. También nos encontramos y descubrimos quiénes somos, más allá de toda apariencia, máscara o complejo, pues su mirada simplemente nos dice: “Yo te amo. Eres mío. Mi amigo, mi oveja, mi hermano, mi amado. Por ti todo lo hice y todo lo hago.”
Y así, desde lo profundo de nuestras almas, simplemente queremos exclamar con fe: ¡Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío! Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza. Eres mi roca, mi fortaleza y mi libertador. Dios es mi refugio, él me protege. Es mi escudo, me salva con su poder; Él es mi escondite más alto. (Salmo 18, 1-2).
* Yara Fonseca es consagrada de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación y reside en Brasil con su comunidad.
"Dios no se deja ganar en originalidad ni en generosidad"- Testimonio de una chica miembro de Courage en Ecuador
"Dios no se deja ganar en originalidad ni en generosidad"
Testimonio de una chica miembro de Courage en Ecuador
Cuenta el relato que un perturbado cristiano, durante la confesión, se sintió desanimado al ver que cada vez que acudía al confesionario, confesaba recaer en el mismo pecado, y ésta es justamente la experiencia de muchos cristianos que hemos caído en la trampa de vernos caídos y pensar que nada nos levantará de ahí. Si hablásemos de esperanza, desde mi propia experiencia de vida como mujer miembro de uno de los capítulos de Courage de América Latina, puedo afirmar, que el pecado que vuelve gris la vida del ser es monótono y son siempre los mismos bajo la luz del sol, pues nada nuevo hay en ellos; por el contrario, la acción de Dios y el sobrenatural encuentro que cada ser tiene con Él y que lo lleva a la conversión, es siempre una historia de amor tan particular y diferente para con cada persona.
¿Por qué he empezado mi testimonio diciendo que, en términos del pecado, nada nuevo hay bajo el sol? Muchos de los lectores quizás tienen una historia de conversión similar, pues como he dicho, el pecado es monótono, de manera que no son tan relevantes los detalles de cómo durante mi adolescencia e inicios de mi juventud he negado la naturaleza que Dios me ha asignado, pero sí resulta relevante cómo Dios conmovió mi conciencia, permitiendo que mirase que más grande era su perdón que mis infidelidades hacia su Sagrado Corazón. Mi historia de conversión es la típica historia del pecador promedio: vivir una vida poco piadosa que aparentaba libertad, luego enfrentar un vacío existencial, sumirse en la tristeza, afrontar las consecuencias del pecado, buscar lo que da sentido a la vida, y encontrarlo; creo yo que esa es la hoja de ruta del ser humano, sea cual sea su pecado.
Antes de abordar mi testimonio con más detalle, debo puntualizar algunas cosas del pasado, que ayudarán al lector a entender la influencia que tienen los hechos en las diferentes etapas de la vida, para direccionar positiva o negativamente nuestros comportamientos a futuro. Vengo de un hogar católico, donde la fe de mis abuelos y tías fueron un importante cimiento para la formación católica de los venideros, y si bien es una bendición nacer en un hogar católico, debo reconocer que mi familia desde que tengo uso de memoria ha sido azotada por la tibieza espiritual de la que tanto nos alertaba Nuestra Señora de Fátima, y que por supuesto son actitudes que yo también desde la infancia las había adoptado.
El primer factor tiene que ver con las ausencias a partir de la primera etapa de mi vida. Si doy un vistazo a mi infancia, debo aceptar que hubo bonitos momentos de unión familiar y protección, así como el poder sentir cariño de los adultos que me rodeaban, pero, por otra parte, no recuerdo momentos en que mis mayores me hayan introducido al Evangelio o me hayan hablado de aquellas virtudes que elevan el alma y la personalidad, y si bien aprecio mucho a mi familia no puedo evitar pensar que la nula formación intelectual en temas de fe, nos vuelven presas fáciles del engaño.
A lo dicho, se le suma el abandono de mis padres, en primera instancia, experimenté el abandono de mi padre a los pocos meses de nacida, y luego de cuatro o cinco años, de mi madre. La experiencia de mis padres, dos adolescentes que vivían una “unión” que no tenía la bendición de Dios, trajo mucho dolor a sus vidas, y por supuesto, sufrimiento para los venideros. Esa unión duró poco, cada uno tomó su propio camino, primero se fue mi padre al poco tiempo de nacida, luego, pocos años después mi mamá me dejó a cuidado de familiares, y se marchó.
El que sería mi nuevo hogar, fue en parte una bendición porque me crié con familiares que me dieron mucha protección, y buen ejemplo, especialmente de parte de quien me crió y que hasta el día de hoy vela por mí y yo por ella, a quien llamaré Nonna. Recuerdo haber sido muy callada en la infancia, pero tengo en mente aún las reuniones familiares donde escuchaba con mucho entusiasmo las anécdotas, las bromas, las historias, etc; habiendo tenido la dicha de sentir lo que llaman calor familiar, aunque a pesar de aquello, hubo una figura que siempre me hizo falta, la de un padre.
Pienso que este punto lo comprenderemos mejor las chicas, ya que la falta de figura paterna en la vida de una mujer en la infancia puede volverse un condicionante negativo en factores como, la personalidad, autoestima, relación con el sexo opuesto, apegos, y hasta la orientación sexual. Muchas de las cosas descritas, las viví en mi infancia, etapa en la cual experimenté cambios drásticos de personalidad, relaciones conflictivas con mi familia, fracaso estudiantil, y otros aspectos que fueron reforzados además por la dinámica de peleas y adicciones que se vivía en mi núcleo familiar.
En lo posterior, entrando a la adolescencia, la dinámica familiar fue complejizándose aún más, al igual que mi situación interna. Pues, entrando a la adolescencia empecé a sentir y reaccionar al dolor, ya que en la infancia fui recordada como una niña dura como si no tuviese la capacidad de sentir dolor, y todo ese bloqueo emocional me estaba pasando factura ya en la adolescencia. Todo este contexto conflictivo se daba a la vez que surgía otro tema de manera progresiva y sin hacer mucho ruido, empecé a asumir inconscientemente, que afectivamente me sentía atraída por mí mismo género, lo cual, para ser honesta es algo que venía arrastrando desde muy pequeña donde ya había mostrado ciertos signos nada femeninos en mi forma de actuar.
Mi orientación sexual en la adolescencia no tuvo mayores cambios, esto debido a que toda esta etapa asumí que era una joven bisexual, de hecho, siempre que cuento mi testimonio en Courage digo que el tema de la orientación sexual lo viví de manera teórica, pues en la práctica nunca llegué a tener una pareja como tal, aunque sí lazos afectivos y emocionales, que supongo se deberán a la figura de padres ausentes. No quisiera entrar en muchos detalles del tema, sé que muchos de los lectores tienen un testimonio de AMS en este apostolado y, por tanto, sabemos cómo funciona la dinámica de este pecado en particular; pero sí considero necesario contar un poco de las consecuencias que esta vida me produjo.
Fue un hecho sobrenatural hace aproximadamente cinco años que se sintió como un sacudón para mí, como esa sensación que queda en el cuerpo tras haber pasado por un momento en que estamos al borde de la muerte y resultamos vivos, algo que remueve todo el ser. A partir de ese momento (que es algo que no termino de comprender muy bien, pero en pocas palabras puede decirse fue un encuentro con el demonio), llegó a mi corazón un dolor profundo que me llevó inicialmente a caer en la trampa que ya había mencionado en las primeras líneas, la duda del perdón de Dios. Supe exactamente de dónde venían dichos pensamientos cuando, por primera vez en la vida, empecé a tener pensamientos suicidas.
Ese pienso que fue el punto más bajo de mi vida, no encuentro nada comparado a aquel momento, pero querido lector, presta atención a estas líneas; cuando yo me di cuenta de que esos oscuros pensamientos merodeaban mi ser, por inspiración de Nuestro Señor encontré mi refugio en la adoración a Jesús Sacramentado y en el rezo del Santo Rosario, Dios mismo me había mostrado la salida. Más allá de mi testimonio, considero relevante que el lector que esté pasando por angustias similares, sepa con toda seguridad que puede buscar estos mismos refugios que guardaron a mi atormentada alma.
Años más tarde de haber dejado esa vida atrás y haber roto todo contacto con grupos LGBT, supe que no bastaba con eso, pues empecé otra vez a sentir un dolor muy profundo, pero esta vez era distinto, pues yo sentía que era una tristeza que provenía de mis pecados del pasado, sin embargo, no lograba salir de esa aflicción aún, yo sabía claramente que era mi conciencia que se revelaba contra mí misma y me acusaba, sí, la conciencia, el sitio donde se dice que Dios habita.
Fue en esa época que, mientras revisaba mis redes sociales encontré, por gracia de Dios, un anuncio sobre el apostolado Courage. Recuerdo que cuando encontré ese anuncio había enviado un correo preguntando por el apostolado presencial en mi país, formé parte del apostolado, participé en sus reuniones y conocí otras personas que viven situaciones similares. En ese tiempo, ya como miembro del apostolado, comprendí la importancia del factor comunidad, pues el escuchar tantos testimonios de personas con luchas muy fuertes y cruces pesadas de cargar, ayudó de cierta forma a que Dios transparente mi alma y a su vez, nazca un anhelo muy particular, pero a la vez totalmente inesperado en mi corazón, el de formar una familia con un hombre católico muy virtuoso. Aún recuerdo cómo me resultaba impactante y de cierta forma confuso, mirar cómo mi vida pasó de una fase en que tristemente trataba de “hacerle guerra a Dios” por medio de una vida en la que pregonaba ser algo para lo cual no fui creada, terminando con el alma drenada y vacía, a una fase en que encontraba libertad en la simple búsqueda de castidad, mientras esperaba que Dios me revele sus planes vocacionales.
En fin, termino este texto con algunas lágrimas, esta vez diferentes a las lágrimas de dolor, porque éstas son de alegría y agradecimiento para con Dios que me recuerda que siempre habrá de su parte, una mano extendida que, por su gracia, espero no soltar nunca. Como verán, son muy originales las formas en que Dios regresa una oveja a su rebaño, la acción de Dios nunca deja de sorprender, pues Él no se deja ganar en originalidad ni en generosidad, es por eso por lo que con mi testimonio de vida yo quisiera invitar a todo aquel que sienta su alma afligida y que le cueste mucho llevar una vida de castidad, a que recuerde que una respuesta generosa a Dios trae muchas gracias y bendiciones a nuestras vidas. ¿Por qué hacer de nuestro cuerpo y mente una cárcel para el alma y la conciencia? Luego de todo este tiempo dentro y fuera del apostolado, tengo la certeza que nunca estuvo el mundo tan avanzado como hoy, pero tampoco estuvo tan triste y deprimido como lo está hoy, y eso cambiará el día en que, con coraje (courage), firmemos un papel en blanco con Nuestro Señor, y dejemos que sea Él quien escriba las líneas de lo que nos quede de vida.
- Para la mayor gloria de Dios.
La atracción hacia el mismo sexo en mujeres católicas que desean vivir castamente
La atracción hacia el mismo sexo en mujeres católicas
que desean vivir castamente
P. James McTavish, FMVD
Síntesis
Un número creciente de mujeres católicas con atracción al mismo sexo (AMS) están interesadas en conocer la enseñanza de la Iglesia Católica sobre este tema. Hasta ahora no hay documentos magisteriales específicos dedicados únicamente a las mujeres con atracción hacia el mismo sexo (o “lesbianismo”), y este artículo puede servir como una respuesta inicial. La primera parte proporciona algunos elementos esenciales de fondo para ayudar a entender la atracción femenina hacia personas del mismo sexo. La segunda parte del artículo ofrece algunas sugerencias prácticas para el apoyo pastoral de mujeres con atracción al mismo sexo. También se comparten las experiencias de la Srta. T y la Srta. J., mujeres católicas con atracción al mismo sexo que se esfuerzan por vivir castamente. Se espera que el contenido ayude a arrojar algo de luz sobre las cuestiones pastorales que rodean esta realidad, especialmente en el acompañamiento de mujeres con AMS que eligen libremente la castidad y se esfuerzan por vivir plenamente su vocación cristiana.
Atracción al mismo sexo en mujeres católicas que desean vivir castamente
No es tan fácil encontrar textos sobre la atracción hacia el mismo sexo (AMS) en mujeres, especialmente desde una perspectiva católica. La mayoría de los artículos católicos sobre la homosexualidad se enfocan en la homosexualidad masculina; raras veces se aborda el tema de la atracción hacia el mismo sexo en las mujeres. Un recurso útil es el Catecismo de la Iglesia Católica, que describe algunos principios generales de la enseñanza de la Iglesia sobre las personas con AMS. [1]
Para muchos en el mundo actual, la AMS femenina (“o lesbianismo”) simplemente no es un problema. Esto se puede ver en la manera excesiva en que se promueve e incita, a través de medios como la música, la televisión y los servicios de video por internet, a probar y experimentar teniendo relaciones con personas del mismo sexo. Una canción de moda de una cantante dice, “I kissed a girl and I liked it, the taste of her cherry ChapStick. I kissed a girl just to try it, I hope my boyfriend don’t mind it. It felt so wrong, it felt so right, don’t mean I’m in love tonight” [“Besé a una chica y me gustó el sabor de su labial de cereza. Besé a una chica, solo para probarlo, espero que a mi novio no le importe. Se sintió tan mal, se sintió tan bien, no significa que esté enamorada esta noche”] (I kissed a Girl, Kate Perry, 2008). Otra canción titulada “Girls like girls” (“A las chicas les gustan las chicas") de una vocalista (Hayley Kiyoko, 2015) dice, “I’m real and I don’t feel like boys . . . Girls like girls like boys do, nothing new” (Soy real y no siento como los chicos... A las chicas les gustan las chicas, como a los chicos, nada nuevo”). Con tanto apoyo a las relaciones entre personas del mismo sexo, no es de sorprender que cada vez más mujeres jóvenes puedan sentir que en verdad son lesbianas, incluso si solo están experimentando o explorando su sexualidad. ¿Cómo puede una mujer católica con AMS navegar estos mares tan agitados si desea vivir castamente?
El llamado a la castidad
Los obispos católicos de los Estados Unidos, en sus pautas para el acompañamiento pastoral de personas con una inclinación homosexual comentan, “En nuestra sociedad, la castidad es una virtud en particular que requiere esfuerzo especial. Todas las personas, ya sean casadas o solteras, están llamadas a una vida casta. La vida casta vence a los deseos humanos desordenados tales como la lujuria y lleva a la expresión de los deseos sexuales en armonía con la voluntad de Dios”. [2] El Catecismo de la Iglesia Católica enseña, “La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado”. [3] A veces, puede ser una batalla difícil y los santos nos lo recuerdan. “De todos los combates”, dice San Agustín, “el combate por la castidad es el más violento, porque es un combate diario y son raros los que salen victoriosos de este combate”. [4] San Alfonso María de Ligorio, nuestro santo patrono de la teología moral en la Iglesia Católica no subestima el desafío de vivir castamente: “Grande es, por tanto, el precio de la castidad, y más terrible aún es la guerra que hace la carne al hombre para arrebatarle esta virtud. La carne es el arma más poderosa que tiene el demonio para esclavizar al hombre”.[5] Parece ser incluso más difícil vivir castamente en nuestro mundo moderno, particularmente por toda la exposición mediática que parece promover e incluso celebrar la inmoralidad. Más adelante volveremos a algunas maneras de ser y vivir que pueden promover la vida casta. Por ahora, nos enfocaremos en la cuestión de cuál podría ser la causa de la AMS femenina.
Causas
A menudo, hay mucho interés sobre la causa de la atracción al mismo sexo, junto al deseo de dar nombre o identificar las razones particulares del porqué una persona tiene estos sentimientos o atracciones. Sin embargo, es importante recordar que cada persona es un misterio único. El Catecismo de la Iglesia Católica subraya que “Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado”. [6] La enseñanza del apostolado Courage es que la causa de la atracción al mismo sexo “es difícil y complejo de explicar con simples teorías”. [7] Incluso la Asociación Americana de Psicología (APA por sus siglas en inglés), señala en su sitio web que:
No hay consenso entre los científicos sobre las razones exactas del porqué un individuo desarrolla una orientación heterosexual, bisexual, gay o lesbiana. Aunque muchas investigaciones han examinado las posibles influencias genéticas, hormonales, de desarrollo, sociales y culturales en la orientación sexual, no han surgido ningunos resultados que permitan a los científicos concluir que la orientación sexual se determine por algún factor o factores en particular. Muchos piensan que tanto la naturaleza como la crianza desempeñan papeles complejos; la mayoría de las personas experimentan poco o ningún sentido de elección sobre su orientación sexual. [8]
La APA enfatiza que la orientación sexual no se determina por ningún factor particular como los genes, por eso es mejor evitar frases como “nació así”. [9] [Estas frases] pueden estar de moda, sin embargo, son demasiado simplistas y no tienen el respaldo de los hallazgos científicos actuales.
En muchos atributos humanos complejos, como la inteligencia, por ejemplo, la genética juega un papel en el sentido de que nuestros genes pueden predisponer, pero no causar. En el caso de la inteligencia, no solo se "nace inteligente", sino que todavía hay que aprender a hablar, estudiar mucho, etc. En la atracción hacia el mismo sexo, puede haber influencias genéticas, pero hasta ahora no se ha determinado que sean causales. Como en la mayoría de los aspectos más complejos de nuestro ser, es probable que la sexualidad sea multifactorial, involucrando tanto a la naturaleza como a la crianza.
Esto está bien resumido en un estudio del 2019 sobre personas que experimentan AMS, donde dice que “Quedan muchas incertidumbres por explorar, incluyendo el cómo las influencias socioculturales en la preferencia sexual pueden interactuar con las preferencias genéticas. En general, nuestros resultados...enfatizan la complejidad de la sexualidad”. [10]
Personas con AMS
Un detalle importante es que, en muchos documentos de la Iglesia, y en la mayor parte del acompañamiento pastoral, la terminología preferida para referirse a una persona homosexual es “persona con atracción al mismo sexo” (AMS). El cardenal Ratzinger nos recordaba que “La persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, no puede ser definida de manera adecuada con una referencia reductiva sólo a su orientación sexual”. [11] El propósito de usar el término “personas con AMS”, es evitar etiquetar a la persona; después de todo, una persona es más que su sexualidad. Sin embargo, en la prensa secular, en las redes sociales, en la mente de la mayoría de las personas, e incluso en la literatura científica se usa ampliamente la nomenclatura “LGBT” (lesbiana, gay, bisexual o transgénero), no solo como un término de referencia, sino como una descripción de identidad.
También es útil comprender y diferenciar entre la persona, sus inclinaciones y sus actos. La visión católica siempre da valor y precedencia a la persona, no solo a su sexualidad. En este espíritu, deberíamos considerar a las “personas que experimentan atracción al mismo sexo” en vez de usar lo que podría ser una etiqueta genérica como “lesbiana” o “gay”.
Al considerar la inclinación u orientación, se toman en cuenta las emociones, atracciones, deseos y pasiones de la persona. Es importante subrayar que la Iglesia NO considera la atracción al mismo sexo como un pecado en sí misma. Esta es una confusión bastante común que conduce a declaraciones erróneas como “el lesbianismo es un pecado”. ¡Lo que es pecado es decir eso, ya que dicha declaración carece de precisión! La iglesia enseña que “la particular inclinación de la persona homosexual no es pecado en sí misma”. [12] Lo que puede ser pecaminoso es lo que hacemos con nuestras atracciones, al nivel de los pensamientos, palabras y obras. Ver pornografía, por ejemplo, es un acto pecaminoso y probablemente llevará a más pensamientos lujuriosos. En la lujuria, usualmente se trata al otro como un objeto, degradando así su dignidad. Cuando un pensamiento lujurioso comienza como una tentación, lo virtuoso sería resistirse a él, “cambiar el canal”, rezando una avemaría, por ejemplo, y simplemente no alimentando más ese pensamiento, sino tratar de cortarlo o desviar el curso del pensamiento.
Al mencionar los pensamientos deliberados, estamos entrando ya en el ámbito de los actos, porque pensar en otra persona lujuriosamente u optar por evitar deleitarse en una fantasía, es ya un acto. Hemos dicho ya que la Iglesia no condena la atracción u orientación hacia el mismo sexo, pero enseña con mucha claridad sobre la inmoralidad de los actos homosexuales, de forma tal que “no pueden recibir aprobación en ningún caso”. [13] No siempre se aprecia la sabiduría de esta enseñanza, aun dentro de la Iglesia. Recientemente, el mismo Papa Francisco reiteró firmemente esta enseñanza en una nota escrita a mano dirigida al P. James Martin, SJ, quien le había preguntado al respecto. En su carta, el Papa escribió y reafirmó que “Todo acto sexual fuera del matrimonio es pecado”. [14] También recordó que “Hay que tener en cuenta las circunstancias que disminuyen o aumentan la culpa”, nuevamente en plena comunión con la enseñanza católica. [15]
¿Qué tan común es la AMS femenina?
No todos los países recopilan información sobre la identidad u orientación sexual de la población. Por esta razón, no hay una estadística que capte plenamente una realidad global, ya que esa investigación aún está por realizarse. Se obtendrán distintos resultados dependiendo de lo que se pregunte, ya que las preguntas podrían ser sobre atracción, identidad, orientación, o comportamiento. Sabemos que el número de personas que se identifican como LGBT en las encuestas está aumentando, especialmente entre los jóvenes. La encuesta Gallup en los Estados Unidos reportó en el 2021 que 7.1% de las personas se identifican como LGBT. Las cifras generales parecen estar aumentando y no es fácil saber si esto se debe a una mayor incidencia o a una mayor promoción LGBT. Lo más probable es que la aprobación cultural esté aumentando la aceptación y popularidad [del movimiento] LGBT así como el éxito de la comunidad LGBT en acoger nuevos miembros, y el fracaso general de la Iglesia para hacer lo mismo.
En esta cifra de 7.1%, las personas lesbianas, gay, bisexuales y transgénero se incluyen todas juntas, haciendo difícil extraer cifras sobre un grupo en particular. En otras encuestas, se suele hacer preguntas sobre si la mujer es lesbiana o bisexual. [16] Lo que parece claro es que hay más hombres que se identifican como gay, que mujeres que se identifican como lesbianas. Considerando lo anterior, las cifras aproximadas de AMS serían 2-3% de hombres y 1-2% de mujeres.
Experimentar un “enamoramiento”
Con tanta presión, hoy en día, para “salir del armario”, una jovencita puede confundirse si experimenta un enamoramiento hacia otra chica o una mujer mayor. Tales enamoramientos suelen ser parte del crecimiento ya que, a menudo, la jovencita admirará algún rasgo o característica en otra mujer, o reaccionará fuertemente si es objeto de interés, atención o algún tipo de afecto por parte de ella. El P. John Harvey, fundador de Courage, ofrece algunos buenos consejos pastorales para este tipo de situaciones. "La chica adolescente a menudo confunde un «enamoramiento» hacia una chica mayor o una maestra, con un tipo de homosexualidad. Se le debe mostrar que solo está atravesando una fase de gran admiración y necesita tener cuidado de no convertir a la otra persona en un ídolo. Mientras tanto, debe seguir buscando amigos entre su grupo de compañeros y aprender a formar buenas relaciones humanas con ambos sexos". [17]
Características de la AMS femenina
En otras situaciones, una mujer puede notar que sus sentimientos parecen ser mucho más que un enamoramiento pasajero. La experiencia de cada mujer será diferente, por eso debemos tener cuidado de no generalizar. Aquí puede ser útil describir a grandes rasgos algunas de las características típicas de las relaciones entre mujeres que experimentan AMS.
1.Intimidad emocional, no sexual
Típicamente, la relación será muy intensa emocionalmente. A menudo, una mujer con AMS, se siente mucho más atraída emocionalmente antes de sentirse atraída sexualmente hacia otra mujer. Sin embargo, en una sociedad hipersexualizada, la dimensión sexual de las relaciones tiende a ser más común. Esto también puede deberse a la pandemia de pornografía en internet, que con frecuencia muestra pornografía entre personas del mismo sexo.
Es cierto que, para la mayoría de las mujeres, la atracción hacia el mismo sexo comienza como un fuerte deseo o anhelo emocional, y luego se sexualiza en los pensamientos/fantasías—esto no siempre se debe a una hipersexualización de la sociedad (aunque ciertamente puede ser un factor influyente); a veces, la persona simplemente comienza a tomar conciencia del eros, sin ninguna influencia externa, en el contexto de una amistad particular con una persona del mismo sexo. Si bien uno siempre puede aprender a manejar tales pensamientos y sentimientos cultivando y desarrollando una castidad interior y pacífica en unión con Cristo, aún puede ser particularmente inquietante (para una joven católica, especialmente) cuando se da cuenta por primera vez de que se ve tentada por pensamientos sexuales con otra mujer en vez de un hombre. En otras palabras, hay una capa extra de preocupación —no es solo “Señor, ayúdame a superar los pensamientos lujuriosos” —sino que comienzas a decir, “Señor, ¿por qué siento la tentación de tener pensamientos sexuales con alguien del mismo sexo?” (Srta. T).
2.Vínculos intensos pero frágiles
Aunque los vínculos puedan ser fuertes, a menudo están cimentados sobre el miedo y la ansiedad que genera el temor de ser abandonada. Frecuentemente, los celos y la actitud posesiva son un problema.
3.Socialmente exclusiva
Gradualmente, se puede llegar a romper con el círculo de familiares y amigos a medida que la relación se vuelve cada vez más exclusiva.
4.Puede haber sentimientos en contra de los hombres
A veces puede haber aversión hacia los hombres o hacia las relaciones heterosexuales. El origen de estos sentimientos puede variar. A veces, la mujer ha crecido con un modelo muy pobre del matrimonio y quizás se ha dicho, consciente o inconscientemente, “Nunca quiero estar en ese tipo de relación”. Tal vez su padre fue cruel o antipático con su madre o con ella.
El abuso sexual infantil (ASI) previo puede ser un factor determinante en el desarrollo de sentimientos de aversión hacia los hombres. El abuso pudo haber sido emocional, físico o sexual. Varios estudios sugieren que el ASI no solo es más común en lesbianas que en mujeres heterosexuales, sino mucho más severo. [18]
Es difícil ver cómo puede encontrarse una genuina complementariedad en la relación entre personas del mismo sexo, ya que la base de la complementariedad es la diferencia sexual. En la relación entre personas del mismo sexo, no hay diferencia sexual, ya que ambas son mujeres.
Es cierto, una relación entre personas del mismo sexo nunca tendrá verdadera complementariedad; sin embargo, a menudo podremos ver que, en una relación entre personas del mismo sexo, particularmente entre mujeres, una de las personas asumirá un papel mucho más masculino, mientras que la otra asumirá un papel femenino más tradicional. Creo que esto se debe a que, en realidad, estamos programados para la complementariedad en una relación sexual, e incluso las relaciones entre personas del mismo sexo tratan de simular esto en cierto grado, aunque siempre sin éxito. Por esto, a menudo, se verán parejas de mujeres en las que una parece más tosca o masculina con una mujer más naturalmente femenina, pero que solo se siente segura de expresar esa femineidad natural cuando está con alguien que no es un hombre real. Según mis propias observaciones y experiencia, muchas personas que experimentan atracciones persistentes hacia el mismo sexo también están luchando, hasta cierto punto, en sentirse confiadas con su identidad sexual dada por Dios, como hombre o mujer, y a veces se sienten incapaces de encarnar o expresar las cualidades correspondientes a la masculinidad y la feminidad (Srta. T.)
5. Dependencia emocional
Janelle Hallman, en su obra maestra The Heart of Female Same-sex Attraction (El corazón de la atracción femenina hacia el mismo sexo) presenta algunas características esclarecedoras sobre la dependencia emocional. [19] Hallman señala que, en una relación entre dos mujeres [que experimentan AMS], la formación rápida o extremadamente intensa de la relación a menudo se basa en la idealización.
• La relación tiene que ver con la conexión, no con el sexo, y requiere una conexión constante. Fomenta el enredo y la pérdida de yo. La mujer se pierde a sí misma tratando de encontrarse en la otra mujer. La cercanía se consigue al precio de la individualidad. Una mujer comentó, “Me pregunto cuánto he cambiado de mí misma para sentirme completamente amada”.
• Requiere exclusividad al grado de que llegan a realizar juntas todas las actividades recreativas y sociales. Nunca pueden separarse. La separación produce intensos sentimientos de celos a causa de una intensa actitud posesiva. Tienen que permanecer en contacto constante, por ejemplo, por teléfono. El círculo de amigos y familiares disminuye, a menos que lo compartan mutuamente.
• A menudo, la relación es dramática, con muchos altibajos, y se vive a un ritmo acelerado. No son aburridas. Cuando la relación es acelerada, dramática y llamativa, la mujer puede ignorar sus necesidades más profundas porque está demasiado absorta en el drama externo de la relación.
• A veces, la relación se prolonga y se resiste al rompimiento, y cuando finalmente termina, resulta trágico para ambas personas. La relación se vuelve parte de un ciclo sin fin. Pocas de estas mujeres tienen los recursos internos para enfrentar lo que está sucediendo y, por lo tanto, pasan así a la siguiente relación. En vez de tomarse el tiempo para vivir su duelo y sanar, se lanza a una nueva relación condenada a la dependencia.
El fenómeno de la cercanía emocional extrema que se desarrolla se ha definido como “fusión” o “fundición”. Es como si se tuviese dos mujeres que por dentro son niñas pequeñas que buscan a sus madres. Cuando se conocen, se vuelven una, pero al hacerlo, pierden su propia identidad. Este tipo de dependencia y exclusividad emocional podría tener efectos perjudiciales en sus relaciones con otras personas y/o en su dinámica familiar y comunitaria.
Cuestiones sin resolver
Hemos dicho que es difícil, y muy probablemente no tan útil, tratar de identificar las causas. [20] Sin embargo, pudiese ser que una mujer con AMS tenga algunos problemas coexistentes con los que tiene que lidiar. Esta no será la causa en cada caso, pero algunos posibles aspectos que podrían requerir atención incluyen cuestiones sin resolver con la madre/o el padre, heridas causadas por un abuso previo, dificultades para abrazar la femineidad, y problemas relacionados con la imagen personal y corporal. [21]
Un problema puede ser incluso aceptar nuestra propia femineidad. Esto puede ser muy fuerte. A algunas mujeres ni siquiera les gusta la palabra “femineidad” porque piensan que no encajan entre las mujeres por no ser “una mujer típica o una chica femenina” (Srta. J.)
Es cierto que no hay una respuesta absoluta o general del porqué una persona particular experimenta atracción hacia el mismo sexo, ya que cada ser humano es único y experimenta la vida de manera única. Esto no significa que quien explora las posibles causas del porqué experimenta atracciones hacia el mismo sexo no vaya a beneficiarse; puede que no encuentre todas las respuestas y que, en verdad, siga siendo, en mayor parte, un misterio, pero también podría aprender algunas cosas sobre sí misma o llegar a comprenderse un poco mejor si comienza a indagar en estas cosas, al menos hasta cierto grado. Aun así, lo más importante es enfocarte en cómo vas a vivir tu vida, cualquiera que sean tus atracciones o tentaciones. El llamado es a profundizar cada vez más en la relación con Cristo y desarrollar una vida de castidad interior en unión con Él. Este es el llamado de todo ser humano sobre el planeta, cualquiera que sea su origen, sus debilidades o tentaciones (Srta. T.)
Apoyo pastoral
La correcta formación de la conciencia
Para construir una casa, y una vida virtuosa, los cimientos deben ser firmes. A veces es difícil encontrar la información correcta para formar adecuadamente la conciencia. A menudo, muchos católicos de buena voluntad terminan confundidos al leer la llamada “doctrina católica” sobre la AMS. El cardenal Ratzinger, cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, aludió a esto diciendo que “todo alejamiento de la enseñanza de la Iglesia, o el silencio acerca de ella, so pretexto de ofrecer un cuidado pastoral, no constituye una forma de auténtica atención ni de pastoral válida”. [22] Los obispos canadienses comentaron sobre el tema de los jóvenes y la AMS que “evadir las preguntas difíciles o diluir la enseñanza de la Iglesia es siempre un daño. Tales actitudes pueden conducir a los jóvenes a un grave peligro moral”. [23] Los obispos de los Estados Unidos también advierten que “hay rasgos específicos a la cultura occidental contemporánea que inhiben la recepción de la enseñanza de la Iglesia sobre cuestiones sexuales en general y sobre la homosexualidad en particular”. [24]
Es necesaria una formación correcta de la conciencia. Visto como, “eres lo que comes”, una persona con AMS debería cuidar las fuentes de información que usa. Incluso las organizaciones científicas reconocidas pueden manejarse con algún sesgo o prejuicio, y presentar datos según su propio “credo” o sistema de creencias. [25] A este respecto, las palabras del Papa Francisco son bastante aleccionadoras: “Vivimos en una sociedad de la información que nos satura indiscriminadamente de datos, todos en el mismo nivel, y termina llevándonos a una tremenda superficialidad a la hora de plantear las cuestiones morales. Por consiguiente, se vuelve necesaria una educación que enseñe a pensar críticamente y que ofrezca un camino de maduración en valores”. [26]
Para llegar a lo más profundo de la conciencia, es importante cultivar la interioridad que se nutre de los periodos de silencio, en la contemplación atenta y orante de la Palabra, en el sustento obtenido de los sacramentos y en la enseñanza de la Iglesia” [27] Se necesita tener mucho cuidado al seleccionar el material y la información que se utilizará para formar la conciencia. Y no debemos sorprendernos de encontrar tanta información contraria, como lo señaló san John Henry Newman en su obra sobre la conciencia, cuando dijo que, “el sentido del bien y del mal, que es el primer elemento de la religión, es tan delicado, tan inconstante, tan fácilmente desconcertado, oscurecido, pervertido, tan sutil en sus métodos argumentativos, tan impresionable por la educación, tan sesgado por el orgullo y la pasión, tan inestable en su curso” que necesitamos la ayuda de la Iglesia y su Magisterio. [28]
Oración
La oración es una de las cinco metas de Courage. Sin la oración, no se puede tener la fortaleza o la gracia para vivir castamente. Es en y a través de la oración que nos sentimos amados, acogidos y aceptados en nuestros límites y debilidades. También recibimos la gracia para seguir recorriendo el camino cristiano en el seguimiento de Jesús. El Catecismo de la Iglesia Católica subraya que, “Orar es una necesidad vital: si no nos dejamos llevar por el Espíritu, caemos en la esclavitud del pecado”. [29] Sin la oración, no podemos vivir castamente. San Alfonso María de Ligorio reconocía el gran poder de la oración en la lucha contra las tentaciones de la carne:
Conviene sobre todo que estemos persuadidos que nadie podrá vencer las tentaciones impuras de la carne si no se encomienda al Señor en el momento de la tentación. Tan poderoso y terrible es este enemigo que cuando nos combate se apagan todas las luces de nuestro espíritu y nos olvidamos de las meditaciones y santos propósitos que hemos hecho, y no parece sino que en esos momentos despreciamos las grandes verdades de la fe y perdemos el miedo de los castigos divinos. Y es que esa tentación se siente apoyada por la natural inclinación que nos empuja a los placeres sensuales. Quien en esos momentos no acude al Señor está perdido. La única defensa contra esta tentación es la oración. [30]
Desde luego, la oración no es solo necesaria para luchar contra la tentación, sino también para enamorarse y permanecer enamorados de Jesús. “Enamórate, permanece enamorado y eso lo decidirá todo”. [31]
Castidad
Como hemos destacado, el consejo de mantener un corazón puro será, a menudo, contracultural, ya que “Hay muchas fuerzas en nuestra sociedad que promueven una visión de la sexualidad en general, y de la homosexualidad en particular, que no están de acuerdo con el propósito y plan de Dios para la sexualidad humana”. [32] Algunos pasajes del Magisterio de la Iglesia pueden ayudar a aclarar cuál es la meta de la castidad. “La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado”. [33] El Pontificio Consejo para la Familia escribió:
La castidad es la afirmación gozosa de quien sabe vivir el don de sí, libre de toda esclavitud egoísta. Esto supone que la persona haya aprendido a descubrir a los otros, a relacionarse con ellos respetando su dignidad en la diversidad. La persona casta no está centrada en sí misma, ni en relaciones egoístas con las otras personas. La castidad torna armónica la personalidad, la hace madurar y la llena de paz interior. [34]
Vivir castamente ayuda a la persona que experimenta AMS a integrarse más. Las heridas del pasado pueden sanar y los daños restaurarse, como describió san Agustín, “La castidad nos recompone; nos devuelve a la unidad que habíamos perdido dispersándonos”. [35]
La castidad comienza en el corazón y en la mente. Orar con la Palabra de Dios puede brindarnos un buen material para reflexionar. Si nuestras mentes están “vacías”, pueden divagar más fácilmente. No debemos desalentarnos demasiado si vienen las tentaciones, como, por ejemplo, recordar a un amigo con afecto, luego con un poco más de afecto, luego... ¡es mejor cambiar de pensamiento antes de que suba de tono! Una tentación no es aún un pecado, así que, si somos rápidos y ágiles, podemos intervenir antes de que ocurra un pecado al nivel del pensamiento. Desde luego, lo que debe evitarse es envenenar la mente y el corazón viendo pornografía.
Evitar la pornografía
Se debe tener cuidado de evitar ver pornografía. La máxima es válida y cierta —No pensarás en aquello que no ves. Si en el área de los pensamientos es ya un reto, imagínense lo imposible que se vuelve tener pensamientos castos si se consume veneno a diario. El profeta Jeremías anunció: “Pues la muerte ha subido por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios” (Jeremías 9, 20). San Alfonso María de Ligorio, comentando este pasaje, escribió: “Porque, así como para defender una plaza no basta con cerrar sus puertas si se deja que el enemigo entre por las ventanas, así de nada nos valdrán los otros medios para conservar la castidad si no tenemos la preocupación de cerrar los ojos”. [36] Los ojos son las ventanas del corazón. Así que, “Con todo cuidado vigila tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida” (Proverbios 4,23).
Amistades sanas
“La virtud de la castidad se desarrolla en la amistad”. [37] Es hermoso tener buenos amigos, como compañeros del camino, para compartir las alegrías y los altibajos. Si una persona ha vivido una vida sexual muy activa, puede que no sea tan fácil volver a, o descubrir la belleza y la riqueza de las amistades no eróticas. ¡Pero vale la pena el esfuerzo! Por eso, los obispos canadienses recomiendan “que cultiven amistades virtuosas y castas, aunque no exclusivamente con otras personas del mismo sexo. La verdadera amistad mejora tu capacidad de vivir castamente, mientras que el vivir aislado, miedo o amargura socava una vida saludable y santa”. [38]
Es por esto que el apostolado Courage es tan importante. A través de nuestras reuniones, conferencias, retiros y días de recogimiento y oración, desarrollamos amistades duraderas con otras personas que son verdaderos compañeros de camino; comprendemos las batallas de los demás y compartimos las mismas metas con la esperanza de vivir un día el gozo eterno con Cristo, a través de su gracia y en fidelidad a la enseñanza auténtica de Su Iglesia. (Srta. T)
Encontrar una misión
Todo el mundo necesita una misión. No es solo un complemento opcional de la vida cristiana, sino algo esencial. Básicamente, la misión nos salva de... ¡nosotros mismos! Cuando comienzo a abrir mis ojos a las necesidades de los demás, empiezo a liberarme del egocentrismo excesivo. La mujer que experimenta atracción al mismo sexo, al ser miembro de la Iglesia que, por naturaleza, es misionera y va en salida, se beneficiará al participar en la misión ya que la realización de obras apostólicas y caritativas es un elemento de valor comprobado”. [39] Es interesante la manera en que el Papa Francisco habla de la misión. ¡Nos recuerda a todos que somos una misión, no que tenemos una misión! “Es un mandato que nos toca de cerca: yo soy siempre una misión; tú eres siempre una misión; todo bautizado y bautizada es una misión”. [40] En otro momento, nuestro Papa escribe, “Soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo”. [41] Me gusta decir este mantra cuando me siento desanimada. En vez de repetir “Soy una misión imposible”, mejor me quedo con “¡Soy una misión en esta tierra!” San John Henry Newman lo explica de esta manera:
Cualquiera que respire...tiene una misión, tiene una obra. No fuimos enviados a este mundo para nada; no nacemos al azar... Dios nos ve a cada uno de nosotros; Él crea cada alma, la insufla en el cuerpo, una por una, con un propósito. Él necesita —se digna necesitar— a cada uno de nosotros. Tiene un fin para cada uno de nosotros... Así como Cristo tiene su obra, nosotros también tenemos la nuestra; como Él se regocijó en hacer Su obra, también nosotros debemos regocijarnos en hacer la nuestra.
Algunas misiones particulares podrían incluir el ayudar en un capítulo de Courage, brindar apoyo y ánimo a otra mujer que experimente AMS, o ayudar en algún proyecto caritativo de la parroquia local. El Espíritu Santo siempre nos mostrará el camino cuando pidamos ayuda —hay mucho trabajo por hacer, ya que la mies es mucha, pero los obreros pocos.
Viendo las características de las mujeres que experimentan AMS, necesitamos ayuda para atender las heridas que nos llevan a buscar afirmación, intimidad y unión con las mujeres. Sí, necesitamos la verdad de las enseñanzas de la Iglesia, pero también la belleza y la guía delicada de buenos sacerdotes y laicos. Sí, necesitamos una misión, necesitamos servir a los demás para levantar la mirada de nosotras mismas. Luego necesitamos que se nos anime, no solo a ayudar en nuestra parroquia, sino a ser mujeres magnánimas. Una mujer magnánima está dispuesta a hacer algo grande e incluso difícil; se esfuerza por hacer lo que es digno de honor, sin embargo, no piensa mucho en los honores del mundo; es agradecida, humilde, generosa, confiada en el favor de Dios y fuerte en la esperanza (Srta. J.)
Dirección espiritual
La Tradición de la Iglesia siempre le ha dado importancia a la dirección espiritual o a algún tipo de acompañamiento espiritual en el camino. ¡La dirección espiritual no solo ayuda a evitar desastres! También ayuda a saber hacia dónde sopla el Espíritu para que podamos izar las velas y navegar. La dirección espiritual frecuente definitivamente ayuda a allanar los montes (los obstáculos en nuestro camino, como el orgullo), y a rellenar los valles (para ajustar de alguna manera nuestros defectos, fallas y lo que nos falta).
Como señaló el P. John Harvey:
Además, por medio de la dirección espiritual frecuente, la persona con AMS puede formular y comenzar a vivir este plan de vida. A menudo, las personas con AMS han experimentado ya la soledad y la insatisfacción de cualquiera de los dos patrones de la actividad sexual, es decir, la promiscuidad o una relación estable con una persona del mismo sexo. Insatisfechas con estas experiencias, están listas para escuchar la propuesta amable de un nuevo enfoque, por difícil que parezca. La tarea del director espiritual es mostrarle a la persona con AMS que es posible vivir una vida casta y feliz sin aislarse de la sociedad.
Parte del desafío consiste, entonces, en encontrar un buen director espiritual.
Aunque la dirección espiritual es sumamente valiosa, puede ser complicada para las mujeres con AMS. Ellas pueden sentir aversión hacia los hombres, especialmente hacia aquellos en posiciones de autoridad, o tener miedo de acercarse demasiado a una directora espiritual. Así que no bastará cualquier director espiritual (Srta. J)
Conclusión
Una mujer católica con AMS que desea seguir los pasos de Cristo en nuestro clima social actual deberá tener determinación. Habrá muchas voces que buscarán desanimarla, no solo de fuera, sino tristemente también dentro de la Iglesia. Las palabras de la Carta a los Hebreos son alentadoras: “No pierdan entonces la confianza, a la que está reservada una gran recompensa” (Hebreos 10, 35); y también de San Pablo: “¿No saben que en el estadio todos corren, pero uno solo gana el premio? Corran, entonces, de manera que lo ganen” (1 Corintios 9, 24-25). El Catecismo de la Iglesia Católica también da ánimo a las personas con AMS: “Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana”. [42] Lo que también es muy alentador en el camino cristiano, especialmente cuando sentimos el peso de la cruz, es recordar que detrás de nosotros y de cada uno de nuestros pasos, hay muchas vidas a las que podemos inspirar con nuestra perseverancia.
Termino con un pasaje de la vida de Santa Teresa de Lisieux. En su lecho de muerte estaba orando con el Cantar de los Cantares (1, 4) donde dice: “Llévame contigo. ¡Corramos!”. Jesús le ayudó a entender que entre más se acercaba a Él, aquellos a quienes ella amaba, más le seguirían a Él también. Lo explica así en sus propias palabras:
Jesús me ha dado un instrumento sencillo para cumplir mi misión... Me ha hecho entender esta palabra de los Cánticos: «Atráeme, nosotros corremos al efluvio de tus perfumes». Oh, Jesús, por lo tanto, tampoco hay que decir: «Atrayéndome, atrae las almas que amo». Esta simple palabra: «Atráeme» es suficiente. Señor, lo entiendo: cuando un alma se ha dejado atraer por el olor embriagador de tus perfumes, no puede correr sola, todas las almas que ama son arrastradas detrás de ella. Esto sucede libremente, sin esfuerzo, es una consecuencia natural de su atracción hacia ti. [43]
Al andar por el camino de la santidad, conscientes de que esto también implica cargar la cruz cada día (véase Lucas 9, 23), una mujer que desea vivir castamente siguiendo el llamado de todos los bautizados, también está abriendo un camino de salvación para muchas otras personas. [44] Esto requiere un poco de esfuerzo, determinación, perseverancia, valentía y, sobre todo, la gracia de Dios.
Que la Santísima Virgen María nos siga animando en este camino de redención.
El artículo del P. James McTavish “Same Sex Attraction in Catholic Women who Desire to Live Chastely” fue traducido por Courage Internacional y publicado en inglés el 26 de enero del 2024 en la revista en línea Homiletic & Pastoral Review:
https://www.hprweb.com/2024/01/same-sex-attraction-in-catholic-women-who-desire-to-live-chastely/
Referencias y notas:
- Catecismo de la Iglesia Católica, 2357-2359. El Catecismo tiene cuatro párrafos sobre la AMS. La AMS femenina es una cuestión pastoral creciente, pero aún no existen documentos específicos del Magisterio dedicados exclusivamente a este tema.
- Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, “Ministerio a las personas con inclinación homosexual: Directrices para la atención pastoral”, 8.
- Catecismo de la Iglesia Católica, 2339.
- San Agustín, Serm. 293, citado por San Alfonso María de Ligorio, “Sobre la castidad del sacerdote”, La dignidad y santidad sacerdotal.
- San Alfonso María de Ligorio, “Sobre la castidad del sacerdote”, La dignidad y santidad sacerdotal.
- Catecismo de la Iglesia Católica, 2357.
- Courage Internacional, Manual de capellanes de Courage y EnCourage, 64 [en la versión en español].
- Asociación Americana de Psicología. “Sexual Orientation & Homosexuality” (“Orientación sexual y homosexualidad”).
- The Tablet, un periódico semanal católico influyente publicado en Londres, parece haber caído en este error en un editorial reciente titulado, “Homosexuality – A Church teaching with shaky foundations” (“Homosexualidad –Una enseñanza de la Iglesia con cimientos precarios), que categórica, pero equivocadamente, dice que la homosexualidad “ahora se entiende como una orientación innata y para toda la vida”. Esta declaración en sí misma es bastante precaria, ya que no existe ninguna investigación creíble en el campo que respalde tal declaración. The Tablet, 2.
- Andrea Ganna et al., 2019. “Large-scale GWAS” (“EAGC de gran escala”), 76-93.
- Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 16.
- Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 3.
- Catecismo de la Iglesia Católica, 2357.
- Papa Francisco, 28 de enero del 2023. Osservatore Romano, “Lettera del Papa a padre James Martin su omosessualità e peccato”: Aquí se puede leer una traducción al español de la carta del Papa: https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2023-01/papa-francisco-carta-padre-james-martin-homosexualidad.html
- Por ejemplo, en el Catecismo de la Iglesia Católica (núm.1860) encontramos que, “La ignorancia involuntaria puede disminuir, y aún excusar, la imputabilidad de una falta grave, pero se supone que nadie ignora los principios de la ley moral que están inscritos en la conciencia de todo hombre. Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones pueden igualmente reducir el carácter voluntario y libre de la falta, lo mismo que las presiones exteriores o los trastornos patológicos”.
- Office For National Statistics (Oficina de Estadísticas Nacionales). En la encuesta sobre orientación sexual, Reino Unido: 2018, “Los hombres (2.5%) eran más propensos a identificarse como LGB que las mujeres (2.0) en el 2018”.
- John F. Harvey, Same Sex Attraction: Catholic Teaching and Pastoral Practice [Atracción hacia el mismo sexo: Doctrina católica y práctica pastoral]. New Haven, CT: Knights of Columbus Supreme Council, 2007, 34.
- Véase Sharon C. Wilsnack et al., “Characteristics of childhood sexual abuse” (“Características del abuso sexual infantil”), 260-265.
- Janelle Hallman, The Heart of Female Same-Sex Attraction [El corazón de la atracción femenina hacia el mismo sexo] (Westmont, IL: InterVarsity Press, 2008). Los siguientes puntos en mi sección “dependencia emocional” se tomaron de las páginas 100-104.
- Incluso el Catecismo de la Iglesia Católica señala que “Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado” (2357).
- Para una visión más completa, véase Timothy G. Lock, “Same-Sex Attractions” (“Atracciones hacia el mismo sexo”) 265-270.
- Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 15.
- Conferencia Episcopal Canadiense, “Pastoral Ministry to Young People with Same-Sex Attraction,” (“Ministerio Pastoral a Jóvenes con Atracción hacia el Mismo Sexo”), 16.
- Conferencia Episcopal de los Estado Unidos, “Ministry to Persons with a Homosexual Inclination” (“Ministerio a las personas con inclinación homosexual: Directrices para la atención pastoral”), 14.
- Un ejemplo de esto sería la declaración de la Asociación Médica Mundial de que la homosexualidad es una variación natural de la sexualidad humana. Véase: https://www.wma.net/es/que-hacemos/derechos-humanos/lgbt/
- Francisco, Evangelii gaudium, §64.
- Sínodo de los obispos, “Young People” (“Jóvenes”), 108.
- John Henry Newman, A letter addressed to his Grace (traducido como: “Carta al Duque de Norfolk”), 60.
- Catecismo de la Iglesia Católica, 2744.
- Véase Joseph Oppitz, Alphonsus Liguori: The Redeeming Love of Christ – Selected Writings (Alfonso María de Ligorio: El amor redentor de Cristo-Obras selectas) New York, NY: New City Press, 70–71.
- A menudo atribuida al P. Pedro Arrupe, SJ, pero, de hecho, se cree que es una cita de Joseph Whelan, SJ. “Enamorarse”.
- Conferencia Episcopal de los Estado Unidos, “Ministry to Persons with a Homosexual Inclination” (“Ministerio a las personas con inclinación homosexual: Directrices para la atención pastoral”), 1.
- Catecismo de la Iglesia Católica, 2339. Por favor, nótese que me he tomado la libertad de modificar la redacción para favorecer a la audiencia femenina.
- Pontificio Consejo para las Familias, “Sexualidad humana: verdad y significado”, 17.
- San Agustín, citado en el Catecismo de la Iglesia Católica, 2340.
- Alfonso María de Ligorio, “Sobre la castidad del sacerdote”, La dignidad y santidad sacerdotal.
- Catecismo de la Iglesia Católica, 2347.
- Conferencia Episcopal Canadiense, “Pastoral Ministry to Young People with Same-Sex Attraction,” (“Ministerio Pastoral a Jóvenes con Atracción hacia el Mismo Sexo”), 22.
- John F. Harvey, Same Sex Attraction: Catholic Teaching and Pastoral Practice [Atracción hacia el mismo sexo: Doctrina católica y práctica pastoral], 23. Es importante considerar qué tipo de misión puede ayudar de la mejor manera a estas mujeres que experimentan AMS. ¿Qué tipo de actividad misionera puede ayudar a tratar las heridas que las llevan a buscar afirmación, intimidad y unión con otras mujeres?
- Francisco, “Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo”, Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2019. https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/missions/documents/papa-francesco_20190609_giornata-missionaria2019.html
- Francisco, Evangelii gaudium, 273.
- Catecismo de la Iglesia Católica, 2359.
- P. Antonio Maria Sicari, “Santa Teresa del Niño Jesús y los sacerdotes”. https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cclergy/documents/jub_preti_20000517_sicari_sp.html
- Estoy muy agradecido con Rossana Goñi-Cuba de Courage Internacional (español) por alentarme a escribir este ensayo. Courage Internacional es un apostolado con aprobación eclesiástica que ofrece apoyo a quienes experimentan atracciones hacia el mismo sexo (visite www.couragerc.org/espanol). También estoy en deuda con la Srta. T. y la Srta. J., mujeres católicas con AMS y miembros activos de Courage, que revisaron este ensayo. Sus comentarios fueron extremadamente útiles y esclarecedores, por lo que los incluí en el artículo. Brindan profundidad y muestran la perspectiva de mujeres que han experimentado los desafíos de la AMS y la integración que resulta del esforzarse en ser fieles a las enseñanzas de la Iglesia Católica en el seguimiento de Cristo.
Perfil del autor:
El P. James McTavish es sacerdote misionero de la Fraternidad Misionera Verbum Dei. Antes de entrar en la vida consagrada, estudió medicina en la Universidad de Cambridge (Inglaterra) y se licenció como Doctor en Medicina. Trabajó como cirujano y fue nombrado miembro del Real Colegio de Cirujanos de Edimburgo (FRCSEd). Estudió Teología Moral (Universidad - Alphonsianum) y Bioética (Universidad - Regina Apostolorum) en Roma. Ha publicado 75 artículos en revistas internacionales y ha escrito varios libros. Su dirección de correo electrónico para correspondencia es: jamesverbumdei@gmail.com