«No sabía ni me imaginaba lo que vendría»: Testimonio de un miembro de Courage

«No sabía ni me imaginaba lo que vendría»

Testimonio de un miembro de Courage

Tengo la dicha de presentar este testimonio en el boletín mensual del apostolado Courage. Tengo 18 años participando en el apostolado y quiero presentarme ante ustedes y pedirles, con humildad y sencillez, que me reciban y me conozcan.  Espero poder aportar un granito de arena que sirva para su edificación personal. No soy santo y bueno, Dios es el único santo y bueno. Lo que sí soy es un hijo de Dios por mi bautismo, llamado a vivir, amar y servirlo a Él y a mis hermanos en esta vida, para juntos poder verlo y gozar de su presencia en la vida eterna. 

Nací el 23 de octubre de 1982 en la Ciudad de México, mis padres son Miguel Ángel y Martha Leticia y tengo cuatro hermanos; yo soy el menor. Me bautizaron el 25 de diciembre de 1982. Desde 1989 vivo en la Ciudad de Mexicali, Baja California, al norte de la República Mexicana. Soy profesionista, soltero y trabajo como empleado comercial.  Participo en mi Parroquia de Ntra. Sra. de la Candelaria y sirvo en el apostolado Courage Latino. 

Aunque católica, mi familia no era tan comprometida, sin embargo, desde temprana edad se me inculcó la fe y me agradaba mucho orar. A los 13 años se me invitó a un campamento católico de jóvenes y, aunque me resistía por motivos escolares, al final acepté ir.  No sabía ni me imaginaba lo que vendría.  Ahí, entre deportes, misas, oraciones, fiestas, retiros, formación humana y cristiana, encontré amigos a los que ahora llamo hermanos.  Todo eso fue para mi vida luz y sal que sirvió para confirmar el plan de Dios para la sexualidad humana y su desagrado por actos desordenados como la masturbación, la pornografía y los actos homosexuales.  Fue así que empecé a conocer y consolidar como virtud la castidad y el ideal de la santidad. Este fue mi enamoramiento y encuentro con Cristo y su Iglesia, y lo sigue siendo hasta ahora.  

¿Qué pasa con la atracción al mismo sexo (AMS)?  

Aunque como nos dice el catecismo el origen de la AMS «permanece inexplicado”, por el conocimiento personal que he tenido de mí mismo a lo largo de estos años, podría decir que experimento AMS quizá por la conjunción de cuatro factores:1) Tengo un temperamento melancólico y sentimental;2) Deseo mucho encontrar una amistad entrañable con alguien de mi mismo sexo, pero a menudo, de fondo, busco una amistad desordenada; 3) Recibí seriedad, sequedad y regaños de mi padre y fui muy cercano a mi madre, sin embargo, no los juzgo. Al contrario, agradezco su amor, educación y todo lo que me han dado. No he querido que mis padres sepan que experimento AMS por ahora porque no lo considero necesario.  Solo lo he compartido con uno de mis hermanos. 4) Finalmente, fui abusado sexualmente por un vecino cuando tenía seis años.Todo esto, además de la herida del pecado. 

Desde mi niñez, tuve contacto sexual con otros niños varones, con quienes conviví hasta la adolescencia.  En todo momento supe que lo que hacía no era agradable a Jesús y me decía a mí mismo que “ya me iba a portar bien y no iba a hacerlo más”. Sin embargo, seguía cayendo.  Llegué al punto de cometer actos homosexuales diariamente y experimenté indicios del VIH, fue entonces que tomé la decisión con coraje y valentía de hacer una promesa de abstinencia y lo ofrecí por el alma de mi abuelita ya fallecida.  Me ayudó la gracia de Dios que recibí en ese encuentro que tuve de joven con Él, así como pensar en el ideal de su reinado en la sociedad y en los corazones.  Todo ello me llevaba a fortalecerme en la pureza y la castidad entre otras virtudes y bendiciones. 

Crecía en vida y fe. En todo momento experimentaba AMS, más no le hacía mucho caso. Fue a partir de los 18 años cuando empecé a sentir en mi interior una AMS bastante más fuerte. No consumía pornografía, ni me masturbaba, pero sí experimentaba un ferviente deseo sexual carnal. Compartí esta situación con mis líderes de grupo en la Iglesia. 

Fue cuando cursaba la universidad, a los 20 años de edad, que se me diagnosticó Trastorno Afectivo Bipolar (TAB) y empecé a pedir ayuda de especialistas psicólogos y psiquiatras sobre estos temas. No me fue muy bien, sobre todo por sus creencias con relación a Dios y con el tema de la AMS.  

En el 2004, cuando el acceso a Internet fue más fácil, encontré un grupo de terapeutas llamado ALMAS.  Ellos mencionaban en su información a “Courage Latino apostolado católico para personas con homosexualidad” y ahí le di clic. Les envié un correo electrónico y al poco tiempo me contestó el padre Buenaventura, quien entonces era el encargado de Courage en América Latina.  No sabía ni me imaginaba lo que vendría. 

Una vez más esa experiencia tan bella de contar con amigos, deportes, retiros, encuentros, convivios, formación humana y espiritual.  Es ahí cuando comencé a conocer, compartir, sanar y convivir experimentando AMS, con el acompañamiento espiritual del padre Ricardo Campos, quien es actualmente mi director espiritual.  Además, aquí en mi ciudad cuento con la ayuda de la Casa de Orientación Familiar, así como con la ayuda de otros sacerdotes de mi diócesis y capellanes de Courage en otras diócesis. 

La lucha por una vida espiritual pura y casta no ha sido fácil, especialmente en un mundo bombardeado por las redes sociales, la ideología del género y las tentaciones que no dejan de existir. Sin embargo, paralelamente en Mexicali empezábamos a tener dirección espiritual, sobre todo con el acompañamiento de un sacerdote con el que nos reuníamos para consolidar el apostolado Courage.  Sin embargo, una vez más, la lucha no fue fácil,   muchas veces sufrí hondas caídas, hasta que en el 2024 me fui a hacer el primer examen clínico de VIH.  Y ahí me pregunté: ¿cuántos exámenes más quiero hacer sintiendo la incertidumbre de esperar y ver el resultado?  Una vez escuché la frase “Dios perdona, la naturaleza no”. Dios se me reveló y me dije: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie tiene tanto amor como Yo, Mamá María, tus padres y todos los que te lo demuestran alrededor”.  Fue así que, por gracia de Dios, lo creo, lo entiendo y lo acepto, y en oración me dije: “No soy santo y bueno, Dios es el santo y el bueno… lo que si soy es hijo de Dios recibido por mi bautismo, llamado a vivir, a amarlo y servirlo a Él y a mis hermanos en esta vida para que juntos lo veamos y gocemos en la vida eterna”. 

Hoy sigo en el camino, con caídas y levantadas, pero de la mano de Jesús.  Me congrego vía Internet semanalmente con miembros del apostolado y me esfuerzo por vivir las Cinco metas y, cuando es necesario en mi caso, pongo en práctica los Doce pasos*.

Tengo el propósito de presentar el apostolado a mi nuevo obispo y echar las redes. Llevo dirección espiritual, cuento con el apoyo y la amistad de varios sacerdotes de mi diócesis y de Courage, de mis hermanos de capítulo y de mis amigos de toda la vida que me ayudan a seguir y levantarme siempre cuando caigo.  

Pido a Dios que todos tengamos un corazón semejante al de Cristo y María para ser fieles y enamorados de Dios todos los días.  Ocupémonos, sobre todo, en amar, porque si estamos muy pendientes de nuestros pecados, perdemos fuerzas. Dios nos va a pedir cuentas y no nos va a preguntar cuánto pecaste, sino cuánto amaste.   

Dedico este testimonio a todas aquellas personas que han sido parte de mi vida y que me han ayudado a construirlo.  

¡Gloria a Dios! ¡Felices Pascuas de Resurrección a todos! ¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe! Si Dios quiere, nos vemos en el Encuentro de Courage Latino a fines de agosto. 


1 Para conocer más sobre la visión de Courage respecto a los Doce pasós, véase la página 89 del Manual para capellanes de Courage y EnCourage en su versión digital: https://couragerc.org/wp-content/uploads/2018/01/Manual-final.pdf#page=101