Padre John F. Harvey, OSFS, Director fundador de Courage Internacional

Padre John F. Harvey, OSFS

14 de abril, 1918 - 27 de diciembre, 2010
Director fundador de Courage Internacional


El apostolado Courage fue fundado en 1980 en Nueva York, N.Y., Estados Unidos, por iniciativa del cardenal Terence Cooke (1921-83). En su ministerio como arzobispo de Nueva York, el cardenal Cooke había servido a un gran número de hombres católicos que experimentaban atracciones hacia el mismo sexo y que deseaban alejarse de los comportamientos y las relaciones impuras para abrazar el llamado del Evangelio a vivir la castidad. Muchos de estos hombres habían dejado de practicar la fe católica y estaban en busca de guía y consejo para volver a reconectarse con la Iglesia.

El cardenal Cooke pidió al padre John F. Harvey (1918-2010), oblato de San Francisco de Sales, que brindara atención pastoral y espiritual a algunos de los fieles de la arquidiócesis que experimentaban atracciones hacia el mismo sexo. Desde entonces, el padre Harvey dedicaría los 30 años restantes de su vida al servicio de estos hombres y mujeres y sus seres queridos, y a proclamar la libertad y la paz que se encuentran al vivir una vida casta. En el proceso, se convirtió en amigo y padre espiritual de un sinnúmero de personas y construyó un legado invaluable para la Iglesia.

John Harvey nació en Filadelfia, Pennsylvania, el 14 de abril de 1918; fue el tercero de cuatro hermanos. Su madre falleció cuando él era aún niño; su padre se encargó de cubrir las necesidades espirituales y materiales de su joven familia, con valor y generosidad. El padre Harvey con frecuencia hablaba sobre cómo los cimientos de su fe católica, así como su vida devocional y sacramental se afianzaron en el contexto del amor que experimentó en su familia, especialmente por parte de su padre. Su educación católica en la escuela parroquial de Santa Columba y, después, en la Preparatoria católica del Noreste de Filadelfia, dirigida por oblatos, alimentó su creciente fe.

Los oblatos de San Francisco de Sales fueron fundados en 1875 por el padre Louis Brisson y la venerable Marie de Sales Chappuis. Inspirada por los escritos de San Francisco de Sales, la comunidad resume su espiritualidad con el lema «¡Viva Jesús!». El padre Harvey profesó sus primeros votos como oblato el 8 de septiembre de 1937 e hizo su profesión perpetua tres años después, abrazando la devoción de su comunidad al Sagrado Corazón de Jesús y el celo por las almas.

El Directorio espiritual de los oblatos, cita un texto de Santa Juana Francisca de Chantal, amiga y colaboradora de San Francisco de Sales, que dice «la intención de nuestro santo padre fue que nuestra vida entera y todas nuestras obras fueran dedicadas a la unión con Dios, para que así pudiéramos contribuir en la renovación de la Iglesia y la salvación de nuestro prójimo por medio de nuestra oración, obras y buen ejemplo, y para sobresalir en todo tipo de virtud». Esta intención fue el cimiento de la vida de oración y el ministerio sacerdotal del padre Harvey, en especial, su incansable dedicación a la obra del apostolado Courage. Asimismo, esta intención forma parte central del legado espiritual que infundió en el apostolado.

Las Cinco metas de Courage

El padre Harvey había dedicado ya más de tres décadas al estudio y la enseñanza de la teología moral cuando el cardenal Cooke le habló sobre el nuevo apostolado. El padre Harvey había aconsejado a muchos laicos que experimentaban atracciones hacia el mismo sexo y, en 1977, comenzó a dirigir retiros para sacerdotes y religiosos en la misma situación, ayudándoles a superar los obstáculos para poder vivir el celibato casto. En el contexto de esos retiros, trabajó con el padre Benedict Groeschel, CFR, quien lo recomendó al cardenal Cooke como líder del ministerio que tenía en mente. Pronto se les unió un tercer colaborador, el padre Edwin F. O’Brien (ahora cardenal), quien, en ese entonces, servía como asistente personal del cardenal Cooke.

La primera reunión de Courage se llevó a cabo en la parroquia Nuestra Señora del Rosario (Santuario de Santa Elizabeth Ann Seton) en Manhattan, el viernes 26 de septiembre de 1980. Había casi el mismo número de sacerdotes capellanes que laicos en esa primera reunión, pero el grupo creció de manera constante a medida que continuaba reuniéndose cada semana. Los mismos miembros fundadores eligieron el nombre para el nuevo apostolado.

Tras algunas reuniones, crearon un comité, conformado por cinco miembros, para desarrollar metas específicas que guiarían sus vidas como individuos y como grupo. El fruto de esas conversaciones —acogidas y aprobadas por el Card. Cooke en nombre de la Iglesia— se encuentra en las Cinco metas que aun guían la obra de Courage alrededor del mundo. De ese pequeño grupo original en Manhattan, el apostolado Courage comenzó a expandirse a otras diócesis en los Estados Unidos, así como en otros países. Hasta el momento, contamos con 168 capítulos de Courage en 18 naciones, en cinco continentes.

EnCourage

La positiva cobertura mediática que tuvo la fundación de un capítulo de Courage en la Arquidiócesis de Toronto, Canadá en 1985, llamó la atención de la Iglesia local. Al poco tiempo, padres de familia y otros familiares cuyos seres queridos sostenían relaciones homosexuales, comenzaron a reunirse en grupos de apoyo mutuo. Su particular lucha para permanecer fieles a las enseñanzas de la Iglesia y, a la vez, tratar de mantener sus relaciones familiares intactas, era un tema bastante conocido por el padre Harvey, quien con frecuencia se reunía con padres de familia y esposos en situaciones similares, mientras llevaba a cabo la obra del apostolado Courage. Siguiendo el ejemplo del capítulo de Toronto, se formaron grupos similares en otras ciudades donde nacían capítulos de Courage, a finales de la década de los ochenta. Ya en el año 1992, estos grupos habían adoptado el nombre de EnCourage («Alentar»).

Los capítulos de EnCourage no solo incluyen a los padres de familia, sino también a los cónyuges, hermanos, abuelos y amigos de personas que experimentan atracciones hacia el mismo sexo, muchos de quienes se identifican como «LGBTQ». Se reúnen de forma regular —una vez al mes, en la mayoría de los casos— con un sacerdote capellán y líderes laicos, para darse apoyo mutuo, siguiendo el mismo esquema de las reuniones de Courage. Al igual que el apostolado Courage, el apostolado EnCourage se guía por las Cinco metas, por medio de las cuales cada capítulo y cada miembro individual se esfuerza por crecer en santidad.

Agradecemos al padre John F. Harvey por su invaluable servicio a la Iglesia. Extracto tomado del Manual para capellanes de Courage y EnCourage: Edición del cuadragésimo aniversario.

Para ver la página en tributo a la vida del padre John F. Harvey, OSFS, haga clic aquí.


Las 5 Metas de EnCourage

 

 

Como apostolado derivado de Courage, EnCourage ofrece atención y acompañamiento pastoral a familiares y amigos de personas con atracciones al mismo sexo, que se identifican como LGBTQ+, Los miembros de EnCourage se esfuerzan por permanecer fieles a las enseñanzas de la Iglesia y, a la vez, tratar de mantener sus relaciones familiares intactas.  El apostolado EnCourage se guía por las siguientes cinco metas, por medio de las cuales cada capítulo y cada miembro se esfuerza por crecer en santidad:

1. Oración y dedicación

Crecer espiritualmente a través de la lectura espiritual, la oración, la meditación, la dirección espiritual individual, la asistencia frecuente a Misa y la recepción frecuente de los Sacramentos de la Reconciliación y la Santa Eucaristía.

2. Formación:

Obtener un entendimiento más profundo de las necesidades, dificultades, y retos que experimentan los hombres y  mujeres con atracción al mismo sexo (AMS).

3. Caridad:

Establecer y mantener una relación sana y honesta con los seres queridos que tienen AMS.

4. Unidad:

Ayudar a otros miembros de la familia y amigos a acercarse con compasión y verdad, y a no rechazar a sus seres queridos que experimentan AMS.

5. Testimonio:

Dar testimonio a nuestros seres queridos con nuestras propias vidas de que la plenitud se encuentra en Jesucristo a través de Su Cuerpo, la Iglesia.

 


Las 5 Metas de Courage

 

Las Cinco Metas fueron creadas por los miembros de Courage cuando se fundó el apostolado. Las metas se leen al inicio de cada reunión y cada uno de los miembros de Courage está invitado a practicarlas en la vida diaria. Éstas son las metas:

1. Castidad:

Vivir vidas castas de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad.

2. Oración y devoción:

Dedicar enteramente nuestras vidas a Cristo a través del servicio a los demás, la lectura espiritual, la oración, la meditación, la dirección espiritual individual, la asistencia frecuente a Misa y la recepción frecuente de los sacramentos de la Reconciliación y la Santa Eucaristía.

3. Hermandad:

Fomentar un espíritu de hermandad en el cual podamos compartir unos con otros nuestros pensamientos y experiencias, y así asegurarnos de que ninguno de nosotros tenga que enfrentar solo los problemas de la homosexualidad.

4. Apoyo:

Estar conscientes de la verdad que las amistades castas no solamente son posibles sino necesarias en una vida cristiana casta; y alentarnos unos a otros en iniciar y sostener esas amistades.

5. Buen ejemplo / Testimonio:

Vivir nuestras vidas de manera que sirvan como buenos ejemplos y modelos para los demás.


Folleto para sacerdotes (futuros capellanes) para imprimir

Folleto para sacerdotes

La oficina de Courage Internacional pone a disposición de todos los capítulos de habla hispana este nuevo folleto para invitar a los sacerdotes en sus diócesis a conocer el apostolado Courage y EnCourage y a que disciernan, a la luz del Espíritu Santo, si el Señor los está llamando a convertirse en capellanes de nuestro apostolado. Puedes descargar el folleto aquí.

 

Exterior

Interior


Folleto Courage para imprimir

Folleto Courage para imprimir

La oficina de Courage Internacional pone a disposición de todos los capítulos de habla hispana este folleto para la promoción del apostolado en sus diócesis. El folleto está listo para imprimirse en formato PDF. En la parte posterior, hay un espacio en blanco en el que pueden incluir la información de contacto de su capítulo local. Para descargar el folleto, haga clic en la imagen o aquí.


Parte exterior

 

Parte interior

 

 


Punto de inflexión-Testimonio del P. Philip Bochanski, director ejecutivo de Courage Internacional

Punto de inflexión

P. Philip Bochanski, director ejecutivo de Courage Internacional

 

He colaborado con Courage por más de una década, más de la mitad de mi sacerdocio, sin embargo, nunca lo busqué ni pensé que se convertiría en mi ministerio. En el 2009, un miembro de Courage en Filadelfia (mi arquidiócesis de origen), que era parroquiano mío, me preguntó si estaría dispuesto a ayudar a dirigir el capítulo local que recién se había quedado sin capellán. Participé, un poco indeciso al principio, sin saber exactamente qué decir o cómo podría ayudar. (Desde entonces he sabido que muchos capellanes pasan por una experiencia similar). Pero en los más de cinco años que serví como capellán local, antes de venir a la oficina de Courage, mi vida y mi ministerio se enriquecieron y se transformaron de muchas maneras. Sobre todo, las personas que he encontrado en el apostolado me han enseñado cómo ser un verdadero padre espiritual.

Muchos incidentes podrían ilustrar esto, pero uno que sobresale claramente en mi memoria ocurrió poco después de un año de haberme convertido en capellán del capítulo local. La arquidiócesis me invitó a poner una mesa de información en el «Congreso de vida parroquial» que se llevaba a cabo cada año en la catedral, para compartir folletos y hablar con la gente sobre Courage y EnCourage. En ese entonces, había sido ya sacerdote por once años y había sido asignado a varias parroquias y a otras tareas en la arquidiócesis, así que conocía a varias de las personas que asistieron al evento. Algunos se sorprendieron de verme en la mesa de información de Courage; muchos otros me dieron palabras de ánimo y expresaron su apoyo al apostolado. Esa era la primera vez que Courage había sido invitado a un evento como ese, por lo que muchas personas se detuvieron a ver de qué se trataba.

Al cabo de una hora en el evento, un sentimiento de ansiedad en mi mente y en mi corazón me distrajo por completo. Me di cuenta de que muchas personas que conocía me estaban viendo por primera vez como representante de Courage. Me vinieron una gran cantidad de preguntas a la cabeza: ¿Qué piensan de este apostolado? ¿Qué piensan de mí por servir en este apostolado? ¿Me ven de manera diferente?  ¿Se estarán preguntando si experimento atracciones hacia el mismo sexo? ¿O quizás se preguntan si creo en lo que la Iglesia enseña? ¿Qué estarán pensando?

No me enorgullece la manera en que actué en ese momento, pero siempre estaré agradecido por lo que Dios hizo conmigo. Después de permitir que me sintiera así por lo que parecieron horas (aunque probablemente solo fueron uno o dos minutos), el Señor me hizo ver una verdad que cambió completamente mi perspectiva: Esto es lo que experimentan todos los días muchas de las personas a las que te he llamado a servir. Se preguntan cuál es su lugar, en el mundo y en la Iglesia. Se preocupan de lo que la gente piensa de ellos, si hay un lugar para ellos en las parroquias, en sus familias. Se preguntan si pueden compartir su experiencia con sus seres queridos y cómo serán recibidos. Cuídalos y dales un motivo menos de preocupación.

Aquel día la mesa de información fue un punto de inflexión en mi vida como sacerdote —no solo como capellán de Courage, sino en todo lo que hago. En aquel momento Dios me mostró claramente su plan para mi paternidad espiritual. Él quiere que me identifique y que acoja con compasión a las personas que confía a mi cuidado. Quiere que los represente bien y que hable por ellos cuando les resulte difícil hacerlo por sí mismos. Quiere que esté dispuesto a dar mi vida para protegerlos de las faltas de respeto, de las críticas o cualquier otra cosa con que la gente los ataque para desalentarlos en sus esfuerzos por vivir una vida de virtud. Sobre todo, quiere que los ame y que les muestre un pequeño atisbo del amor que el Padre siente por ellos. Como sacerdote, nada me hace sentir más feliz que esforzarme por vivir y amar de esta manera.

Es un gran privilegio para mí servir y representar a los miembros de Courage y EnCourage, y sé que nuestros capellanes locales sienten lo mismo. Lo que realmente me llena de alegría es ver cuántos de nuestros miembros responden, en mayor o menor medida, a la invitación de compartir sus testimonios personales sobre el poder transformador de la gracia de Dios en sus vidas y en sus relaciones interpersonales. Nuestro querido padre Harvey solía decir que «nuestros mejores embajadores son nuestros miembros», y por eso presento con gran alegría nuestro nuevo blog [en inglés], The Upper Room (La habitación de arriba). Cada dos semanas les estaremos compartiendo testimonios personales de miembros de Courage y EnCourage y de capellanes, en los que compartirán aquellos momentos de sus vidas en que se encontraron con el amor y la misericordia de Dios. Como los discípulos reunidos en la habitación de arriba en la noche del primer Domingo de Pascua, los hemos invitado a compartir la historia de «lo que pasó en el camino y cómo lo reconocieron...» (Lc 24,35).


La vida espiritual: Vida en el Espíritu de Cristo

 

 


La Vida Espiritual: vida en el Espíritu de Cristo

Por Lícia Pereira de Oliveira*


Cuando se habla de cultivo de la vida espiritual no se debe dar por hecho que la afirmación se refiere al ámbito religioso. Hoy en día, la espiritualidad es entendida sobre todo como un dato antropológico: es constitutivo del ser humano y no un privilegio de los creyentes en Dios. Cultivar la vida espiritual, entonces, es cultivar la propia humanidad y de este modo alcanzar la armonía interior, esto es, el bienestar afectivo, emotivo, relacional, físico y, en algunos casos, la relación con alguna realidad trascendente.

Dicha aproximación a la espiritualidad no está totalmente errada, pues el ser humano creado por Dios es un ser espiritual: “Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente” (Gn 2,7). La palabra espíritu viene del Latin spiritus que significa “respiración” o “soplo”, así que, de acuerdo con el texto bíblico, Dios al soplar sobre el hombre le concedió su Espíritu, haciendo de él un ser espiritual.

Ahora bien, si todo ser humano es espiritual por creación, ¿qué significa exactamente cultivar la vida espiritual?, ¿se puede cultivar algo que ya se tiene?

En verdad se trata de cultivar un Don que nos fue dado en nuestro bautismo: el Espíritu Santo. El Espíritu que nos ha sido dado como una semilla, está llamado a crecer y a dar mucho fruto en nosotros: “el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí” (Gal 5,22-23).

Ahora bien, la misión del Espíritu es ayudarnos a cultivar nuestra vida espiritual cristiana, y esta vida consiste en vivir en Cristo y en el nuevo mundo que Él ha hecho con su Muerte y Resurrección: “Mira que hago un mundo nuevo” (Ap 21,5). Vivir en Cristo y en el mundo nuevo que Él ha inaugurado implica tener un estilo de vida que no se reduce al cumplimiento de los mandamientos, sino que es una vida en la que nos dejamos penetrar por el Amor, para que este Amor permee toda nuestra existencia, sane nuestras heridas, nos renueve y nos reconcilie en todos nuestros ámbitos de relaciones: con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Así, una vez renovados, podemos poner en acto decisiones impregnadas de Amor. San Juan Eudes ofrece algunas luces para el cultivo de nuestra vida espiritual en Cristo:

 

A imitación de nuestro Padre celestial, Jesús debe ser también el único objeto de nuestro espíritu y de la vida cristiana nuestro corazón. También nosotros debemos mirar y amar todas las cosas en él, y en ellas sólo debemos amarle y mirarle a él, hacer nuestras acciones en él y para él, depositar nuestra alegría y nuestro paraíso en él. Porque como Jesús es el paraíso del Padre eterno, que en él encuentra sus complacencias, así también es nuestro paraíso por don de Dios y del mismo Jesucristo. Por eso Cristo nos pide que moremos en él. Permaneced en mí (Jn 15,4). Y su discípulo amado nos repite dos veces este mandamiento: Permaneced en él, hijitos míos, permaneced en él (lJn 2,28). Y san Pablo nos asegura que no hay ya condenación alguna para los que están en Cristo Jesús (Rm 8,1)1.

 

¡La Pascua es el inicio del mundo nuevo inaugurado por Cristo! ¡Vivamos permanentemente la novedad pascual! Cultivemos nuestra vida espiritual por medio de la oración, que es encuentro íntimo con el Señor; cultivemos nuestra vida espiritual por medio de las obras de caridad, para que nos encontremos con el Señor en el rostro de los que más sufren; cultivemos nuestra vida espiritual por medio del ofrecimiento de nuestro día a día, para que encontremos el Señor en todas las circunstancias de nuestra vida. De esta forma podremos educar nuestro corazón a centrarse en lo esencial: amar a Dios con todo nuestro corazón y fuerzas (cfr. Mt 22, 37) y al hermano como Jesús mismo lo ha amado (cfr. Jn 15,12-15).

 

* Licia Pereira es laica consagrada y en estos momentos reside en Brasil con su comunidad.