Vivir con mayor hondura la oración, el ayuno y la caridad durante Cuaresma

Author: Lícia Pereira

 

Vivir con mayor hondura la oración, el ayuno y la caridad durante Cuaresma

Por Lícia Pereira* 


Muchos cristianos confiesan no vivir muy bien la Cuaresma y las razones pueden ser varias. Algunos no llegan a entender el sentido más profundo de este tiempo, aunque lo deseen; hay quienes consideran las practicas devocionales de la Cuaresma anacrónicas y sin sentido, y no faltan quienes ven en ellas hipocresía, y a veces nos les falta la razón, pues el Señor mismo criticó este tipo de actitud cuando denunciaba el modo en que los «hipócritas» daban limosna, rezaban y ayunaban (cf. Mt 6, 1-18). Es bueno entonces preguntarnos: ¿Por qué la Iglesia recomienda que acentuemos nuestra vida de oración, hagamos ayunos y vivamos más la caridad durante la Cuaresma?

Este tiempo especial en la vida de la Iglesia es «un tiempo que constituye un camino de preparación espiritual más intenso», de este modo, «la Liturgia nos vuelve a proponer tres prácticas penitenciales a las que la tradición bíblica cristiana confiere un gran valor —la oración, el ayuno y la limosna— para disponernos a celebrar mejor la Pascua» (1). Como sabemos, «la Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza» (2), por lo tanto, lo que ella nos indica merece ser considerado con atención.

Desde los inicios del cristianismo, en los escritos de los Padres, encontramos exhortaciones a realizar estas tres prácticas espirituales como un medio para fortalecer la unión con Dios. La Iglesia, siempre entendió que para mejor vivir la Cuaresma y prepararse para la Pascua, esta tríada es de gran valor. San Agustín, por ejemplo, nos alienta en el tiempo cuaresmal a vivir de modo más intenso la oración, el ayuno y la limosna y nos habla de la relación entre ellas: «Añadamos a nuestras oraciones la limosna y el ayuno. Son como las alas de la piedad con las que pueden llegar más fácilmente a Dios […] En efecto, la oración, ayudada con las alas de tales virtudes, levanta el vuelo y llega con más facilidad al cielo adonde nos precedió Cristo, nuestra paz» (3). El santo dice también que cuando imploramos a Dios sus dones de misericordia, deberíamos también estar dispuestos a ofrecer nuestros dones de misericordia. Así al dar limosna tenemos la posibilidad de hacer dos tipos de donación: la donación de bienes materiales a los que necesitan y la donación de nuestro perdón a quienes nos han ofendido (4); Para Agustín, el ayuno es también una forma de vivir la caridad: «La escasez voluntaria del rico sea abundancia necesaria para el pobre»(5), en otras palabras, si voluntariamente nos privamos de llenar nuestra despensa con algunas cosas, tal privación voluntaria es un medio para ayudar a llenar la despensa de aquellos que poco o nada tienen.

Pero ¿tenemos que vivir estas prácticas intensamente solo en Cuaresma? No, ¡hay que vivirlas siempre! Orar, ayunar y hacer caridad son prácticas que deberíamos estar dispuestos a vivir intensamente todos los días de nuestra vida. Pero la Cuaresma nos ofrece a que sea un incentivo a más.

Por estar íntimamente conectada con el Misterio Pascual, durante este período especial en el que recordamos la obra de nuestra Reconciliación, nuestra oración puede asemejarse más a la de Jesús que camina hacia la Pasión (cf. Mt 26,36-46; Mc 14,32-42; Lc 22,40-46); nuestra renuncia a las cosas buenas de la vida y que nos dan gusto puede asemejarse a la renuncia de Jesús: «El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz» (Fil 2, 6-8) y nuestra limosna puede asemejarse a la generosa y sincera donación de Jesús: «Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza» (2Cor 8, 9).

Para concluir, el Papa Francisco este año nos exhorta a no cansarnos de orar, a esforzarnos por extirpar el mal de nuestras vidas y a no cansarnos de hacer el bien en la caridad activa hacia los demás. Intensificando estas tres actitudes espirituales durante la Cuaresma, ayudamos a que este tiempo sea para nosotros «un tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado»(6).

Referencias:

1. BENEDICTO XVI, Mensaje para la Cuaresma de 2009 en Mensaje para la Cuaresma 2009 | Benedicto XVI (vatican.va).
2. CONCILIO VATICANO II, Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la sagrada liturgia, 10
3. SAN AGUSTIN, Sermón sobre la Cuaresma: oración, ayuno y limosna, 206, 2-3.
4. Ibid., 2.
5. SAN AGUSTIN, Sermón sobre el ayuno cuaresmal, 210, 10.12.
6. FRANCISCO, Mensaje para la Cuaresma del 2022, Intro., en Cuaresma 2022: «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a) | Francisco (vatican.va).

* Lícia Pereira es laica consagrada de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación y en este momento reside con su comunidad en Brasil.