La vida espiritual: Vida en el Espíritu de Cristo
La Vida Espiritual: vida en el Espíritu de Cristo
Por Lícia Pereira de Oliveira*
Cuando se habla de cultivo de la vida espiritual no se debe dar por hecho que la afirmación se refiere al ámbito religioso. Hoy en día, la espiritualidad es entendida sobre todo como un dato antropológico: es constitutivo del ser humano y no un privilegio de los creyentes en Dios. Cultivar la vida espiritual, entonces, es cultivar la propia humanidad y de este modo alcanzar la armonía interior, esto es, el bienestar afectivo, emotivo, relacional, físico y, en algunos casos, la relación con alguna realidad trascendente.
Dicha aproximación a la espiritualidad no está totalmente errada, pues el ser humano creado por Dios es un ser espiritual: “Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente” (Gn 2,7). La palabra espíritu viene del Latin spiritus que significa “respiración” o “soplo”, así que, de acuerdo con el texto bíblico, Dios al soplar sobre el hombre le concedió su Espíritu, haciendo de él un ser espiritual.
Ahora bien, si todo ser humano es espiritual por creación, ¿qué significa exactamente cultivar la vida espiritual?, ¿se puede cultivar algo que ya se tiene?
En verdad se trata de cultivar un Don que nos fue dado en nuestro bautismo: el Espíritu Santo. El Espíritu que nos ha sido dado como una semilla, está llamado a crecer y a dar mucho fruto en nosotros: “el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí” (Gal 5,22-23).
Ahora bien, la misión del Espíritu es ayudarnos a cultivar nuestra vida espiritual cristiana, y esta vida consiste en vivir en Cristo y en el nuevo mundo que Él ha hecho con su Muerte y Resurrección: “Mira que hago un mundo nuevo” (Ap 21,5). Vivir en Cristo y en el mundo nuevo que Él ha inaugurado implica tener un estilo de vida que no se reduce al cumplimiento de los mandamientos, sino que es una vida en la que nos dejamos penetrar por el Amor, para que este Amor permee toda nuestra existencia, sane nuestras heridas, nos renueve y nos reconcilie en todos nuestros ámbitos de relaciones: con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Así, una vez renovados, podemos poner en acto decisiones impregnadas de Amor. San Juan Eudes ofrece algunas luces para el cultivo de nuestra vida espiritual en Cristo:
A imitación de nuestro Padre celestial, Jesús debe ser también el único objeto de nuestro espíritu y de la vida cristiana nuestro corazón. También nosotros debemos mirar y amar todas las cosas en él, y en ellas sólo debemos amarle y mirarle a él, hacer nuestras acciones en él y para él, depositar nuestra alegría y nuestro paraíso en él. Porque como Jesús es el paraíso del Padre eterno, que en él encuentra sus complacencias, así también es nuestro paraíso por don de Dios y del mismo Jesucristo. Por eso Cristo nos pide que moremos en él. Permaneced en mí (Jn 15,4). Y su discípulo amado nos repite dos veces este mandamiento: Permaneced en él, hijitos míos, permaneced en él (lJn 2,28). Y san Pablo nos asegura que no hay ya condenación alguna para los que están en Cristo Jesús (Rm 8,1)1.
¡La Pascua es el inicio del mundo nuevo inaugurado por Cristo! ¡Vivamos permanentemente la novedad pascual! Cultivemos nuestra vida espiritual por medio de la oración, que es encuentro íntimo con el Señor; cultivemos nuestra vida espiritual por medio de las obras de caridad, para que nos encontremos con el Señor en el rostro de los que más sufren; cultivemos nuestra vida espiritual por medio del ofrecimiento de nuestro día a día, para que encontremos el Señor en todas las circunstancias de nuestra vida. De esta forma podremos educar nuestro corazón a centrarse en lo esencial: amar a Dios con todo nuestro corazón y fuerzas (cfr. Mt 22, 37) y al hermano como Jesús mismo lo ha amado (cfr. Jn 15,12-15).
* Licia Pereira es laica consagrada y en estos momentos reside en Brasil con su comunidad.
Testimonio de una pareja de esposos con un hijo con AMS
«EnCourage nos ha permitido recuperarla paz y la esperanza»
Testimonio de una pareja de esposos con un hijo con AMS*
Nuestra historia seguramente es similar a la de muchos padres de familia que se enteran que un hijo(a) experimenta atracción hacia el mismo sexo (AMS). En nuestro caso, al observar algunos comportamientos de nuestro segundo hijo varón, nos dimos la tarea de investigar sobre la homosexualidad en internet. Escritos de psicólogos especialistas en el tema arrojaron importantes claves que, a mí en lo particular, me fueron muy útiles para no reaccionar violenta o inadecuadamente al momento en que mi hijo me reveló su AMS. Sin embargo, aún caímos en angustia e incertidumbre pues no sabíamos cómo aterrizar la teoría en la práctica y nos sentíamos totalmente solos ante esta situación.
Pasaron muchos meses ante una situación que nos rebasaba. Mi hijo estudiaba en una Escuela preparatoria católica, dirigida por religiosas cuya actitud ante los casos de AMS era de complacencia y de un actuar distante al Magisterio de la Iglesia. Todo parecía ir en contra de los valores y principios que se nos habían enseñado y que son las verdades sobre el ser humano.
Sin embargo, Dios escuchó nuestras plegarias. De manera providencial, durante las pláticas para la preparación de la Primera Comunión de nuestra hija más pequeña, el sacerdote de la orden de los Franciscanos de María, organizó una plática sobre la AMS e invitó a participar a un psicólogo y al coordinador de Courage de la ciudad en la que vivimos. Esa fue la luz que nos llevó hacia un grupo de padres de familia que intentaban vivir lo que enseñaba el apostolado EnCourage, pero también divagaban en otras áreas como oraciones de liberación y tenían afán por la guía de psicólogos invitados a las reuniones. El sacerdote que había sido el capellán y quien inició el grupo en mi ciudad fue destinado a otra comunidad muy lejana y aunque él es un convencido del apostolado EnCourage, ya no podía apoyar como hubiera querido.
Tiempo después, llegaron a mi ciudad y al grupo, una pareja de esposos miembros de EnCourage de Ciudad de México. Teniendo la experiencia del grupo en su comunidad, trajeron material guía y las metas del apostolado. Mientras ellos fueron los coordinadores, nos entrevistamos con el Obispo, quien fue determinante para que EnCourage se estableciera formalmente. Poco después se realizó una jornada de capacitación para el clero y se nombró al siguiente capellán del grupo. Lamentablemente algunos matrimonios no querían vivir las metas del apostolado EnCourage y continuaron el rumbo descrito anteriormente.
En la actualidad, el capítulo EnCourage de nuestra ciudad está conformado por familias perseverantes y participativas y con la gracia de Dios, esperamos que se vaya fortaleciendo día a día.
Ahora bien, para nuestra familia, la experiencia de comunidad al compartir las mismas angustias, dudas, incertidumbres, esperanzas, metas y objetivos ha sido la respuesta más importante que Dios Nuestro Señor nos ha regalado para sobrellevar la situación. No ha sido un camino fácil, ya que mi esposa y yo hemos tenido desacuerdos, conflictos, desesperanzas, seguidos de momentos de aprendizaje, entendimiento y paz. Nuestro hijo mayor, cuyo comportamiento era de rechazo y agresión, dio un giro de 180 grados y, sin mayores discursos, cambió a tener una actitud de respeto y colaboración. Nuestra hija menor, de 16 años, ha sido capaz de desarrollar un rápido aprendizaje y actitud para procurar cobijar a nuestro hijo en un mejor ambiente familiar para que desarrolle su proceso de acompañamiento, seguramente imperfecto, pero con respeto, práctica de los sacramentos y todo el amor que podamos darle. Un detalle: fue muy importante para nosotros, desde el inicio, darle la confianza para expresarnos sus sentimientos por muy doloroso que fuera el efecto que nos causara.
En conclusión, el apostolado EnCourage nos ha permitido recuperar la paz y la esperanza en Dios nuestro Señor y el sentido de ayuda, comprensión, diálogo y fortaleza como familia. De verdad desearíamos que todos los padres de familia con hijos, familiares o conocidos que experimenten AMS puedan conocer y experimentar este proceso lleno de fe y esperanza en el amor de Dios.
* Agradecemos a la pareja de esposos, miembros de EnCourage, que comparte su testimonio en este escrito. Por respeto a su privacidad no hemos publicado sus nombres.