Vivir la alegría cristiana: saberse amado por el Padre

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Vivir la alegría cristiana: saberse amado por el Padre
Luces desde la Gaudete in Domino de San Pablo VI

Por Lícia Pereira de Oliveira, f.m.r*

En el año de 1973, el Papa Pablo VI anunció el deseo de celebrar un Año Santo en la Iglesia. El entonces Vicario de Cristo vio en esta celebración un momento importante para la vida espiritual de toda la comunidad eclesial, siendo esto fruto de su discernimiento y oración. El tema del Año Santo fue la “Renovación y la Reconciliación” y el inicio de este camino espiritual se dio entre las Navidades de 1974 hasta la del 1975. En medio de este itinerario, en la Solemnidad de Pentecostés del año de 1975, el Papa Pablo VI publicó la Exhortación apostólica Gaudete in Domino, sobre la alegría cristiana. Y son algunas ideas de este hermoso texto que quisiera presentarles, estoy segura de que su lectura puede producir muchas luces, pues a mí me aportó muchísimo en mi vida espiritual.

El Papa inicia la Exhortación hablando que el ser humano aspira naturalmente a la alegría, pues Dios mismo puso dicha aspiración en su corazón y por ello mismo puede captarla: “Poetas, artistas, pensadores, hombres y mujeres simplemente disponibles a una cierta luz interior, pudieron, antes de la venida de Cristo, y pueden en nuestros días, experimentar de alguna manera la alegría de Dios” [1]. Sin embargo, esta alegría no es inmutable y Pablo VI con claridad advierte:

Pero ¿cómo no ver a la vez que la alegría es siempre imperfecta, frágil, quebradiza? Por una extraña paradoja, la misma conciencia de lo que constituye, más allá de todos los placeres transitorios, la verdadera felicidad, incluye también la certeza de que no hay dicha perfecta. La experiencia de la finitud, que cada generación vive por su cuenta, obliga a constatar y a sondear la distancia inmensa que separa la realidad del deseo de infinito [2].

No hay que ver en esas palabras una aproximación negativa al mundo, sino que, con realismo, Pablo VI se propone a presentar la auténtica alegría. La sociedad, dice el entonces Pontífice, ha logrado proporcionar grandes placeres, “pero encuentra muy difícil engendrar la alegría. Porque la alegría tiene otro origen. Es espiritual”3. Son muchas las situaciones que generan tristezas y Pablo VI las describe muy bien para que podamos ver las cosas con claridad: “no queremos abrumar a nadie. Antes, al contrario, buscamos los remedios que sean capaces de aportar luz”[4]. 

El Papa ofrece esas luces en seis capítulos: el anuncio de la alegría cristiana en el Antiguo Testamento, la alegría en el Nuevo Testamento, la alegría en el corazón de los santos, una alegría para todo el pueblo, la alegría y la esperanza en el corazón de los jóvenes y la alegría del peregrino en este Año Santo. Cada capítulo tiene contenido para amplios comentarios, pero como no es posible hacerlos, yo quisiera destacar apenas un tema: la alegría de Jesús.

Dice el Vicario de Cristo: “Hagamos ahora un alto para contemplar la persona de Jesús, en el curso de su vida terrena”[5]. En esta contemplación, Pablo VI recuerda escenas del Evangelio en las que podemos ver que el Señor en su vida terrena fue un hombre alegre, pues “Él ha experimentado en su humanidad todas nuestras alegrías. El, palpablemente, ha conocido, apreciado, ensalzado toda una gama de alegrías humanas, de esas alegrías sencillas y cotidianas que están al alcance de todos” [6]. Pero, la alegría de Jesús tiene una fuente que el Papa quiso destacar:

Aquí nos interesa destacar el secreto de la insondable alegría que Jesús lleva dentro de sí y que le es propia. Es sobre todo el evangelio de san Juan el que nos descorre el velo, descubriéndonos las palabras íntimas del Hijo de Dios hecho hombre. Si Jesús irradia esa paz, esa seguridad, esa alegría, esa disponibilidad, se debe al amor inefable con que se sabe amado por su Padre [7].

¡Que alegría sentimos cuando sabemos que somos amados! La experiencia humana nos lo dice y confirma. Ahora bien, ¿cómo será de grande nuestra alegría al experimentar y estar seguros de que Dios, el Padre de nuestro Señor nos ama? Y nos ama con un amor que supera toda expectativa, pues nos ama con amor divino, que es cualitativamente diferente y superior a cualquier amor humano, incluso el más puro e incondicional. “Los discípulos y todos cuantos creen en Cristo, estén llamados a participar de esta alegría. Jesús quiere que sientan dentro de sí su misma alegría en plenitud: «Yo les he revelado tu nombre, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y también yo esté en ellos» (Jn 17,26)” [8].

En este periodo pascal, vivamos la alegría cristiana, que es la alegría del mismo Jesús, dejemos que el Evangelio penetre en nuestros corazones,

Entonces podemos gustar la alegría propiamente espiritual, que es fruto del Espíritu Santo (cf. Rom 14,17; Gál 5,22): consiste esta alegría en que el espíritu humano halla reposo y una satisfacción íntima en la posesión de Dios trino, conocido por la fe y amado con la caridad que proviene de él. Esta alegría caracteriza por tanto todas las virtudes cristianas. Las pequeñas alegrías humanas que constituyen en nuestra vida como la semilla de una realidad más alta, quedan transfiguradas. Esta alegría espiritual, aquí abajo, incluirá siempre en alguna medida la dolorosa prueba de la mujer en trance de dar a luz, y un cierto abandono aparente, parecido al del huérfano: lágrimas y gemidos, mientras que el mundo hará alarde de satisfacción, falsa en realidad. Pero la tristeza de los discípulos, que es según Dios y no según el mundo, se trocará pronto en una alegría espiritual que nadie podrá arrebatarles (cf. Jn 16,20-22; 2Cor 1,4; 7,4-6) [9].

 


Referencias:

1 PABLO VI, Exhortación Apostólica Gaudete in Domino, sobre la alegría cristiana, 6 en https://bit.ly/40Va6oO
2 Ibid., 7
3 Ibid., 8.
4 Ibid., 10.
5 Ibid., 23.
6 Ibid.
7 Ibid., 24. Las cursivas son mías. 
8 Ibid., 25. Las cursivas son mías.
9 Ibid., 30. Las cursivas son mías.   

* Lícia Pereira es laica consagrada de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación y en este momento reside con su comunidad en Brasil.