Salir del clóset en Navidad: Una respuesta pastoral para los padres

Author: P. Philip Bochanski

 

«Salir del clóset» en Navidad:
Una respuesta pastoral para los padres
 

P. Philip G. Bochanski, director ejecutivo de Courage Internacional

 

Entre las muchas alegrías de la temporada navideña, también nos encontramos cara a cara con varios desafíos. Para comenzar, es un tiempo increíblemente ajetreado que, con frecuencia, nos deja sin tiempo ni energía para el tipo de preparación espiritual que semejante fiesta merece. Hay tanto por preparar y tanta gente por ver —todo mientras envolvemos el último regalo y cocinamos el último platillo—. De repente, llegan las visitas, incluyendo a los hijos que vuelven a casa para las fiestas. Tantas noticias nuevas, tantas cosas sobre las que ponerse al día y en algunos hogares, incluso—parece que cada vez con mayor frecuencia en nuestros días— un anuncio inesperado: «Mamá, papá…quiero que sepan que soy gay». 

Los sacerdotes, diáconos y agentes pastorales deberían estar preparados, especialmente en esta época del año, para enfrentarse con padres de familia que acaban de recibir esta noticia por parte de alguno de sus hijos y se dirigen a la Iglesia para encontrar respuestas y apoyo ante esta situación. ¿Cómo podemos ayudarles? ¿Qué deberíamos responder?  

Antes que todo, no hay que entrar en pánico. Los padres vendrán a ustedes con sentimientos encontrados, pero ese no es motivo para temer a la situación ni para tratar de evitarla. Mucho menos es motivo para darles una respuesta ambigua y cortante con tal de no empeorar la situación —lo que llamaríamos falsa compasión. Con algo de preparación y la capacidad de imaginar por lo que la otra persona está pasando, es completamente posible hablar con claridad y verdadera compasión, y ayudar realmente a estos padres y quizás, indirectamente, también a su ser querido que acaba de informarles sobre su atracción al mismo sexo. Con este fin, les comparto algunos puntos de partida sobre los cuales plantear el diálogo con los padres: 

«Comprendo lo que dicen pero, de hecho, su hijo/a no “arruinó la Navidad”»

No es posible «arruinar» la celebración de la Natividad del Señor, a menos que nos olvidemos del significado de lo que celebramos: la Encarnación del Hijo de Dios. En el corazón de la Navidad se encuentra el hecho real de que Dios, por su gran amor a la humanidad, hizo a un lado su gloria y majestad para tomar la naturaleza humana. No se trata solo de un cuento: cuando el Verbo se hizo carne se comprometió, irrevocablemente, a compartir toda experiencia humana, excepto el pecado: nuestras penas, nuestras emociones, nuestros deseos, nuestras alegrías y nuestros sufrimientos. Se convirtió en miembro de una familia humana real y amó a sus familiares y amigos con verdadero corazón humano, corazón que sintió verdadero dolor ante el rechazo, la humillación y la pérdida. La Encarnación significa que, sin importar la conmoción o la angustia por la que estemos pasando, Jesucristo lo comprende y desea atravesar por todo eso a nuestro lado. Desde esta perspectiva, no hay mejor momento que la Navidad para pasar por una situación como esta. 

 «Veo que están sufriendo en este momento. Intentemos comprender ese dolor y qué hacer con él».  

La noticia de que un hijo experimenta atracción al mismo sexo y se identifica como LGBT, ciertamente significa un golpe para los padres. Todos los planes que tenían para sus hijos, las ideas que se habían formado sobre lo que depararía el futuro, incluso las suposiciones básicas que tenían sobre los pensamientos, sentimientos y vida interior de sus hijos, se ven afectadas por esta noticia. Es importante que los padres reconozcan la fuente del dolor y si serán capaces de entregárselo a Dios; la Navidad nos ofrece una buena base para abordar el tema de forma amable. En cada giro de la historia de la Navidad, José y María pensaban que tenían todo resuelto y, de repente, surgía algún cambio de planes inesperado. «¡María está esperando un hijo!», «¡Partamos hacia Belén!», «¡No encontramos posada!», «¡Huyamos a Egipto!» La Sagrada Familia es el modelo de la docilidad y la paz de corazón que surge al aceptar que, aun cuando surgen circunstancias imprevistas que frustran con frecuencia nuestros planes y suposiciones, Dios también tiene planes para nuestras vidas y nuestros seres queridos. La tentación que viene cuando parece que todo está fuera de control  en nuestras vidas, es aferrarnos al poco poder que nos queda y luchar para hacer nuestra voluntad. Pero Dios nos invita a entregarle completamente el control, a confiar en Él para que se lleven a cabo los planes que tiene para nosotros y nuestras familias. 

«No, me temo que no tengo el artículo, libro, sitio de internet, o video que hará que su hijo cambie de opinión» 

Todos los buenos padres quieren lo mismo: saber que sus hijos están seguros y felices. Cuando perciben que algo amenaza la felicidad o seguridad (física, emocional o espiritual) de sus hijos, los padres instintivamente, y con razón, tratan de arreglar la situación, de solucionar el problema, de sanar la herida. Si bien eso funciona con los pequeños accidentes de la vida, una mentalidad de sala de emergencias no es adecuada ante una situación como esta, en la que un hijo confiesa que siente atracción al mismo sexo. La atracción al mismo sexo es con frecuencia profunda y complicada, forma parte importante de la percepción que la persona que la experimenta tiene de sí misma y de sus relaciones, por lo que no es simplemente un problema que pueda «arreglarse». Ciertamente, hay muchos buenos recursos que pueden ayudar a los padres y, a veces también, al hijo/a que se identifica como LGBT, a comprender las enseñanzas de la Iglesia Católica así como en lo que consiste la experiencia de la atracción al mismo sexo—por ejemplo, este artículo, para empezar; el documental Deseo de los collados eternos (Desire of the Everlasting Hills); el libro Porqué no me llamo a mí mismo gayde Dan Mattson; y muchos otros. Sin embargo, este no es el momento adecuado para que los padres saturen a sus hijos con «montones» de materiales, esperando que eso los convenza. Hacerlo podría alejar a su hijo/a, ya que estarían exponiendo una situación bastante personal y, en el proceso, podrían perder la oportunidad de hacer lo más importante: escuchar. 

«Sé que es difícil, pero intentemos ponernos en los zapatos de su hijo/a, y comprender cómo es esta situación para él/ella». 

Por lo regular, los padres no toman en consideración que, aunque recién se han enterado de la impactante noticia, su hijo/a ha vivido con eso ya por un largo tiempo— en muchas ocasiones, desde la adolescencia o incluso antes. Las atracciones hacia el mismo sexo no vienen de Dios, pero tampoco se originan de la nada y, con frecuencia, las personas que tienen atracción al mismo sexo, llevan también otras cargas: cuestiones sobre la imagen que tienen de sí mismos, sobre si serán amados y aceptados, si «encajarán» o si podrán desarrollar un sentido de pertenencia. Pienso que es bastante significativo que celebremos el Nacimiento de Cristo en  pleno invierno y a la media noche. Es cuando todo se ve más oscuro, frío y solo en nuestras vidas, que Cristo entra para traernos luz y amor. Podemos ayudar a que los padres compartan el amor de Cristo motivándolos a escuchar pacientemente lo que sus hijos tienen que decirles, haciendo preguntas amables como: «¿Eres feliz?», «¿Qué te hace feliz?», «¿Qué buscas?», «¿Lo estás encontrando?», «¿Cómo puedo ayudarte?» La comunicación compasiva es esencial desde el principio si los padres esperan seguir teniendo alguna influencia en la vida de fe de sus hijos.  

«Trabajen en mantener la fe por ahora. Ya habrá tiempo para compartirla en el futuro»  

Una de las cosas que más preocupa a los padres de fe es que, en muchos casos, su hijo que se identifica como LGBT pueda estar enojado con la Iglesia y sus enseñanzas, y haya comenzado o amenazado con abandonar la fe. A lo menos, esto puede hacer a los padres sentir que han fallado en transmitir la fe a sus hijos, y su instinto inmediato es reforzarla rápida y enérgicamente. Pero el momento inmediato después de que un hijo ha confesado que experimenta atracción hacia el mismo sexo, no es, por lo regular, el mejor tiempo para  discutir en detalle las enseñanzas de la Iglesia sobre la homosexualidad y la castidad. En muchos casos es suficiente decir lo que cualquier padre de adolescentes ha tenido que decir en varias ocasiones: «Te quiero muchísimo y pienso que estás tomando una mala decisión» (Nos referimos a la decisión de buscar tener una relación con alguna persona del mismo sexo, que involucraría actos pecaminosos). Un padre no traiciona la fe si no cita al pie de la letra el Catecismo cada vez que se le presenta la oportunidad —de todas formas, el hijo por lo regular, ya conoce estas enseñanzas. Abordar la situación desde la posición de la escucha, en vez del sermón, mantiene y construye confianza y respeto mutuo, y pone los cimientos para conversaciones más específicas en el futuro.  

Esta conversación inicial con los padres es tan solo el principio de la atención pastoral que ellos necesitan y merecen. Aquí, el ministro pastoral entra en una relación de acompañamiento, que conlleva el compromiso de estar disponible para los padres en los días, semanas y meses que han de venir y que, con frecuencia, traerán consigo nuevas preguntas y nuevos dolores. Un grupo de apoyo como el  que ofrece el  apostolado EnCourage es un excelente recurso para ofrecer a los padres. En un grupo de EnCourage recibirán apoyo y consejo de otros padres que ya han caminado por el camino que ellos recién comienzan a andar. Lo más importante que debemos enseñarles es cómo orar —no solo oraciones vocales, sino reflexiones reales sobre los acontecimientos de la vida diaria que les permitan reconocer la presencia de Dios en medio de las tribulaciones y a confiar y ponerse a sí mismos, sus hijos, y sus problemas en las manos de la Divina Providencia. La Encarnación nos enseña que ningún detalle de nuestra vida cotidiana pasa desapercibido a la atención y el cuidado de Dios Todopoderoso. Él se ha hecho débil para hacernos fuertes y es precisamente en la relación profunda con Él que encontramos la sanación y transformación para nosotros y nuestros seres queridos.  


El P. Philip Bochanski, sacerdote de la Arquidiócesis de Filadelfia, asumió el cargo de director ejecutivo de Courage International en enero del 2017, tras haber servido como director asociado del apostolado. Antes de su nombramiento, el P. Bochanski sirvió como capellán del capítulo de Courage en Filadelfia.