Mamá de EnCourage: todo está en las manos y tiempo de Dios para lograr la salvación de cada persona.


Mamá de EnCourage: Todo está en las manos y tiempo de Dios
para lograr la salvación de cada persona


Cuando me enteré de la atracción al mismo sexo (AMS) que experimenta mi hijo, fue muy doloroso. Lloré y le dije a Jesús que me dolía mucho, muchísimo. Y en medio de muchas lágrimas sentí a Jesús Crucificado frente a mí, consolándome y diciéndome que Él ya había vivido ese dolor por mi hijo y por mí. Estuve así por mucho tiempo repitiéndole esto a Jesús: Tú ya lo sufriste por nosotros, pero es muy duro para mí, gracias por acompañarme en este dolor. No dije nada de esto a nadie en mi familia.

Empecé a buscar ayuda y apoyo e informarme, para saber qué hacer. En un primer momento sentía la necesidad de ayudarle a «corregir» la AMS y pensaba y me preguntaba: ¿Qué ha pasado? ¿en qué momento sucedió? Como padres de familia ¿qué hicimos o dejamos de hacer?

Mi búsqueda se inició entre personas activas en su fe, que participaban en la Iglesia, pero que, al mismo tiempo, eran personas discretas. Hubo dos amigas y un sacerdote que me sugirieron llevarlo a un psicólogo, pero no lo hice. Por una «Diosidencia», Dios permitió un encuentro para mostrarme un camino. Un día me llegó un mensaje a mi teléfono, invitándome a las conferencias de alguien que había enfrentado una situación como la que yo estaba viviendo. Me dio más confianza asistir a esta actividad porque la organizaba la Iglesia. Fue en la Iglesia San Judas Tadeo, en Guatemala.

El relato del joven no era el caso de mi hijo, pero cuando habló de la ayuda que la Iglesia Católica ha dado desde hace años en estos casos, me sorprendí. Era nuevo para mí y muy esperanzador. Al solicitar más información me dieron una tarjeta y me dijeron que ahí daban apoyo a hombres y mujeres. Y les pregunté, «¿hay apoyo para padres de familia?» Y me dijeron que en Guatemala no había, pero que, al llamar, igual preguntara. Le conté esto a mis dos amigas, y así pasó el tiempo, hasta que un día una de ellas me preguntó, porque no había llamado. Fue entonces que retomé la búsqueda unos meses después y llamé. Un hombre me atendió y le expuse la situación: que necesitaba ayuda para padres porque yo no le diría a mi hijo que la buscara. Él, a su vez, me contactó con la persona representante del apoyo a padres y me alegró saber que sí había apoyo para los padres de familia en mi país.

La primera vez que asistí, fue una reunión diferente pues, justo en esas fechas, estaba de visita el padre Philip Bochanski de EE. UU., director ejecutivo de Courage Internacional, el apostolado que iniciaba en mi país. Todo era nuevo para mí, pero parecía el lugar correcto. Después de ese día, asistí a la primera reunión de EnCourage con otros padres de familia y un sacerdote. Esto fue el sábado 14 marzo del 2020, tan solo un día antes de que en mi país se declarara cuarentena por la pandemia de COVID-19.

A partir de esa fecha, las reuniones se hicieron de forma virtual. Todo este tiempo me ha permitido participar y conocer sobre los 40 años de fundación del apostolado Courage, así como recibir retiros y charlas formativas. Todo esto ha sido muy importante, tanto para conocer la labor de Courage y EnCourage, como para fortalecerme. Descubro día a día que este camino es extenso, diverso y cada familia presenta sus propios desafíos, aciertos y desaciertos.

Courage y EnCourage proponen vivir las Cinco metas para crecer y perseverar. Lo principal es perseverar en la fe y el grupo es un medio para ello. Cuando viene un nuevo miembro, buscamos acogerlo para que sienta el apoyo, la empatía y cariño, y que, con el tiempo, pueda compartir su propia experiencia. Nos toca escucharnos, apoyarnos en nuestras luchas y no hacer juicios apresurados. Algo muy importante es la confidencialidad entre los miembros, por respeto a su privacidad.

A través del capítulo de EnCourage he aprendido que primero debo esforzarme por escuchar a Dios para poder amarlo y en base a ello, escuchar a nuestros hijos y a los demás. Ser siempre agradecidos con Dios. He aprendido que tener fe no quiere decir que inmediatamente dejaré de pecar. Al vivir las Cinco metas de EnCourage voy conociendo más a Dios y solo así va aumentando mi fe, todo esto a través de Su Palabra, la meditación, la oración, la Eucaristía y la Confesión frecuente.

En la medida en que oro, me lleno de paz para escuchar a mi hijo y tratarlo con respeto y caridad. Siento que es muy importante escucharlo, y en el momento que Dios me hable en el corazón, le hablaré con la verdad en caridad, en paciencia. No siempre tendré que opinar; sobre todo, al inicio me deberé esforzarme mucho para escucharlo. Dependiendo de la situación y el momento que vive mi hijo, no debo insistirle en que vaya a la Iglesia, todo se irá dando en el tiempo de Dios. El testimonio que le puedo dar con mi vida será el reflejo del amor y misericordia de Jesús.

Lo que debo hacer es orar por mi hijo y dejar a Dios ser Dios, todo está en sus manos y en su tiempo, para lograr la salvación de cada ser humano. Lo importante es que yo cambie y no espere o exija el cambio a mis hijos. Mi misión es amarlos y educarlos en la verdad con caridad. Nosotros no los podemos cambiar. Además, también debo recordar que la AMS no define a la persona, ya que cada ser humano es más que su AMS. Tienen cualidades, valores, virtudes que los distinguen y hacen dignos hijos e hijas de Dios.

El apoyo y la compañía de un sacerdote, para los grupos, es fundamental. EnCourage ha hecho la diferencia en mi vida, he pasado de la desesperanza e incertidumbre a la certeza de que el destino, la salvación del alma de cada ser humano, está en las manos, el amor y la misericordia de Dios.

Evelyn.