“He pecado, pero aquí estoy. Hágase en mí, según Tú quieras”: Testimonio de una joven valiente

“He pecado, pero aquí estoy. Hágase en mí, según Tú quieras”:
Testimonio de una joven valiente


Hola, mi nombre es Alexa, una joven de 23 años. Hace aproximadamente cinco años, cuando entré a la universidad sufrí mucho de ansiedad, depresión y tristezas momentáneas que muchas veces consideré que venían de la nada; mi familia siempre buscaba apoyo con un psicólogo, sin embargo, nada en mí mejoraba y nadie comprendía lo que me pasaba, ni siquiera yo. Después descubrí que sentía atracción hacia algunas chicas y me asusté mucho, no sabía cómo lidiar con eso. Al principio para mí era inaceptable ya que toda mi vida tuve valores cristianos católicos, desde las enseñanzas de mamá que es una mujer con una fe increíble, hasta mi educación que la tuve de hermanas religiosas y grupos católicos para jóvenes a los que pertenecí mucho tiempo.

Luego de eso y mucho tiempo después, los consejos exteriores del mundo me repetían “sé libre”, “la vida es una sola”, “sé feliz”. Comencé a involucrarme con chicas, comencé a rodearme de un entorno de fiestas, desorden y me alejé de Dios porque en el fondo sabía que no estaba obrando según su voluntad. Tiempo después inicié una relación que consideré “formal”, donde enfrenté familia, sociedad, amigos, todo por mantenerla. Pero eso para mí no tenía tanto peso como el saber que estaba faltando a los planes de Dios.

Yo pensé que iba a ser feliz, que por fin podía tener la libertad que esperaba, que por fin iba a compartir los gustos que sentía con alguien más, total ya la opinión de mis seres queridos no importaba, la sociedad tampoco y olvidé mis valores, olvidé mi esencia, olvidé aquella joven, aquella niña que fui, que estudió toda su vida en un colegio católico, aquella joven que hacía altares para Jesús, aquella joven que después de clases pedía permiso para quedarse en la capilla una hora rezando el rosario.

Y me convertí poco a poco en una persona totalmente distinta, mi vida era trabajar para ir a fiestas, viajar horas para poder mantener una relación homosexual, donde nunca experimenté un amor real, donde eran momentos felices, pero noches de llantos, porque no tenía paz. El ver a Jesús Eucaristía y no poder recibirlo me generaba un dolor inmenso, nunca nada llenaba mi corazón. Estuve rodeada de muchas personas que decían quererme, pero lo único que ofrecían eran vicios, momentos de risas y después llegaba la noche nuevamente y volvía a estar sola.

Recuerdo que me alejé de mi familia porque no me sentía aceptada, estar lejos de mamá y mis dos hermanos hizo una cicatriz enorme en mi corazón. Comencé a vivir sola para tener “privacidad” para vivir en “paz”, pero nada de eso fue posible. Mi mismo desorden de vida no me permitía avanzar. Siempre he sido muy dedicada académicamente y en mi trabajo, pero todos mis planes comenzaron a fracasar. Recuerdo que ni siquiera consideraba orar porque mi mente pensaba que Dios no me estaba ayudando, que me había abandonado.

Mis días eran levantarme, llorar, salir, nuevamente llorar porque no era plenamente feliz, estaba descubriendo que tenía intentos y migajas de amor, mientras yo estaba poniendo mi felicidad y corazón en el lugar equivocado. Llegó un momento de mi vida en que toqué fondo, me tiré al suelo como niña pequeña a llorar sola. En ese momento sentí que Jesús me abrazó y que me susurró al oído diciéndome que Él no me juzgaba, que Él me amaba y que sufría a mi lado.

Yo no podía expresarme, solo quería sentir su amor. Visité el Santísimo un día, recuerdo que esa mañana lo primero que hice fue hacer un arreglo de flores para Jesús y estuve con Él toda una tarde, inmediatamente la tranquilidad invadió mi corazón, poco a poco me estaba acercando nuevamente a mi Padre. Un día le conté a mi primo que no sabía qué hacer, que sabía que necesitaba de Dios, pero por otro lado dejar la vida y afectos que tenía no iba a ser fácil por la costumbre y apegos emocionales que tenía, fue ahí donde me mencionó a Courage, y decidí comenzar a averiguar por curiosidad.

Tuve mi primera reunión por Zoom y me enviaron un video con testimonios que cambiaron totalmente mi mente. En cada palabra de ellos yo escuché a Jesús y decidí seguir, me alejé poco a poco del estilo de vida que tenía y no lo niego, me caí muchas veces, pero esta vez corría nuevamente a los brazos de Jesús. 

En medio de una confesión con un fraile, mi guía espiritual, me dijo que nadie me amaría más que Dios. Fue ahí donde aprendí a soltar y esas palabras me marcaron. Fray Malaquías me abrazó después de escucharme y me dijo “aquí no te vamos a juzgar” vas a tener mucho amor de parte de Jesús que te ama inmensamente. Lloré como niña nuevamente, pero esta vez era de felicidad, de tranquilidad.

Poco a poco comencé a orar todos los días, a asistir a las confesiones más seguido, a ir a misa, a rezar el rosario y fui recuperando mi esencia. Actualmente tengo aproximadamente un año en Courage y puedo decir que Jesús cambió mi vida a través de este apostolado. Hoy por hoy soy una persona plenamente feliz, que vive en paz y valora cada detalle de su vida porque sé que fui creada por amor y con un propósito, porque sé que mi confianza está puesta en Dios y que sus planes son más que perfectos. Soy una joven que está cumpliendo cada sueño, cada meta con mucho esfuerzo, pero sobre todo una joven perdidamente enamorada de Jesús y sus mandatos, una joven que comparte lo poco que tiene con el prójimo haciendo pequeñas obras de caridad que me llenan de felicidad.

Solo me resta decir que Dios hace nueva todas las cosas, yo también me levanté y fui a mi Padre y le dije “he pecado, pero aquí estoy, hágase en mí según Tú quieras” y me dejé moldear por su infinita misericordia. Jamás cambiaría la plenitud de mi vida desde que llegó Jesús a mis días. Perdí muchos amigos, personas que decían darme buenos consejos, pero nada de eso me brinda el amor que Jesús comparte conmigo.

Hermanos míos, confíen en la misericordia de Dios, es válido caerse, pero no es válido quedarse en el suelo, extiendan su mano a Jesús y Él los cargará con mucho amor. Me encomiendo a sus oraciones siempre, y espero estas líneas sirvan de bendición, luz y esperanza a sus vidas. ¡COURAGE ES PARA VALIENTES!