Haciendo espacio en el corazón para que nazca Jesús en él
Haciendo espacio en el corazón para que nazca Jesús en él
Lícia Pereira*
Los cristianos ya estamos disponiéndonos para la Navidad y con el Adviento, la Iglesia nos prepara para que el Hijo de Dios, hecho niño en el seno de la Virgen María nazca espiritualmente en nuestros corazones.Por medio de la liturgia, especialmente con las lecturas de la Misa, de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción y de las novenas, vamos penetrando progresivamente en este misterio. A ello se suma un cambio en el ambiente: las luces, los árboles adornados, los ornamentos navideños y los pesebres; las canciones navideñas y el consumo de las comidas típicas de este tiempo, son señales de que hay “algo en el ambiente”. En muchos lugares del mundo se siente este clima especial, pero ello no significa que las personas, cristianos incluso, estén preparándose interiormente, pues no todos perciben el sentido más profundo y los alcances de la Navidad: el recuerdo del Nacimiento de Jesús, nuestro Salvador y Reconciliador.
Pero también es verdad que muchos cristianos quieren vivir bien esta Fiesta. Ellos son conscientes de que el centro de la Navidad es Jesús y buscan aprovechar todo lo que ayude a celebrar este Misterio. Sin embargo, al mismo tiempo, tienen la sensación de que el solo deseo no es suficiente, y que, por lo tanto, deberían hacer algo más.
No es posible, y tampoco es la intención, hacer una propuesta de actividades espirituales orientadas a la preparación para la Navidad, pues no todos, por diversas razones, pueden dedicar un tiempo de calidad a dichas actividades. Los que lo desean y pueden, deben hacerlo, pero los que desean y no pueden, no crean que es imposible hacer un espacio en el corazón para que el Niño nazca en él.
Quisiera tomar como referencia a Santa Gertrudis de Helfta, una monja benedictina del s. XIII, que, entre otras cosas, daba consejos espirituales a laicos y a religiosas. Gertrudis fue bendecida con una sensibilidad espiritual muy honda, captaba las cosas de Dios y las transmitía a los demás. Una vez, estando en oración, comprendió que Dios se alegra plenamente cuando una persona, aunque no logre tener grandes deseos espirituales, “mantiene la voluntad de tener grandes deseos”, y si esos deseos son elevados, ello significa que de alguna forma la persona está “en presencia de Dios”. Gertrudis dice que Él encuentra su complacencia en habitar en el corazón que tiene la voluntad de desear las cosas del Espíritu [1].
Desear, sinceramente, que Jesús se haga presente en el corazón y esforzarse, según lo que se pueda, para que ello suceda, es algo que el Señor mira con ternura y acepta con alegría. En una Navidad, Santa Gertrudis dice que en “aquella noche santísima”, ella “pretendió adentrarse por la meditación” en este Misterio. El fruto de su meditación, según ella misma cuenta, fue infinitamente superior a su empeño. La santa relata que:
a manera de un rayo [de sol] dio a luz la Virgen a su hijo, verdadero Dios y hombre. En un instante me pareció se me ofrecía y recibía en un lugar del corazón un cierto niño como nacido en ese momento, en el que se encontraba oculto el don de la mayor perfección y la dádiva más preciosa… Entonces recibió mi alma cierto conocimiento inefable de aquellas palabras que destilaban dulzura: Dios lo será todo en todas las cosas [2].
No todos tendremos una experiencia similar a la de Gertrudis, pero todos podemos estar seguros de que, si bien debemos abrir el corazón a Dios, pues Él cuenta con nuestra libertad, los frutos de Su presencia exceden toda expectativa y no son relativos a nuestros esfuerzos. El mismo Señor lo confirmó a nuestra santa mientras ella oraba por algunas personas: “En cualquier momento que desde ahora vuelvan [las personas] a mí con corazón puro y voluntad recta y me pidan esa gracia con el más mínimo suspiro o una lágrima, se presentarán ante mí revestidas con la belleza que pediste para ellas en tus oraciones”.[3]
Referencias:
[1] Cf. SANTA GERTRUDIS DE HELFTA, El mensajero de la ternura divina. Tomo I, Libros 1-3, Ed. Monte Carmelo, Burgos, 2013, Libro III, XXX, 34, p. 318-319.
[2] Ibid., Libro II, VI, 2, p. 151-152.
[3] Ibid., Libro III, XXXIV, 2, p. 332
* es laica consagrada de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación y en este momento reside con su comunidad en Brasil.