Testimonio de Lucas: «Encontré mi camino de santificación»
«Encontré mi camino de santificación»
Testimonio de un miembro de Courage en Brasil
Mi nombre es Lucas, tengo 24 años nací en una ciudad al noreste de Brasil. Cuando mis padres salían como novios, me concibieron. Después de dos años de matrimonio, mi madre descubrió que mi padre estaba teniendo una relación extramatrimonial con otro hombre y le pidió la separación.
Siempre me han atraído los hombres, los cuerpos masculinos siempre han sido objetos de mi curiosidad y el mundo masculino me atrajo de manera erótica. Además, siempre me ha interesado el mundo femenino, desde su vestimenta hasta su forma de hablar y, en consecuencia, la relación entre mujeres y hombres.
Cuando tenía aproximadamente nueve años, mi vecino, que en ese momento tenía unos 14 años, tuvo relaciones sexuales conmigo, sin que yo supiera lo que estaba haciendo, y me convenció de que eso sería bueno para mí y para mi entrada en el mundo masculino que tanto deseaba. Luego, se produjeron más abusos por parte de él y otro niño mayor que yo.
Cuando tenía 18 años, fui a vivir con mi abuela paterna, donde también vivía mi padre. Descubrí que podía vivir una vida gay en silencio, porque mi padre me presentó a su hermano, mi tío quien, hasta hoy, mantiene una relación estable con otro hombre.
Comencé mi vida universitaria y creí que había encontrado un ambiente favorable donde podría hablar abiertamente sobre la homosexualidad y mientras más me metía en el «valle», más conocía la inmundicia del mundo gay y me sentía «feliz». Tuve innumerables relaciones sexuales, fiestas, orgías, borracheras, búsquedas en varias sectas y religiones, pero nada de eso llenó mi corazón roto. A pesar de haber experimentado todos los placeres del sexo, ninguno de ellos me hizo realmente feliz. Incluso he llegué a la locura de tener relaciones sexuales no por placer, sino por el hábito del pecado y por la rebelión contra mi propia vida y contra Dios. Por supuesto, en esos momentos no me daba cuenta de ese error, porque «el pez no ve el agua que lo rodea».
A los 21 años, volví a vivir con mi abuela materna y un día fui a misa, más que nada por cumplir con la obligación de acompañarla. Al final de esa misa tediosa y extraña para mí, una mujer invitó a todos los asistentes a un seminario de vida en el Espíritu que comenzaría aquí en nuestra parroquia. «¡Ven y únete!», fueron sus palabras.
Asistí y ahí descubrí que Dios me amaba como era, pero se negaba a dejarme vivir de manera incorrecta. Él quería que yo viviera una vida plena. No fue culpa de Dios que las personas cercanas a mí no hayan podido actuar de acuerdo con la caridad cristiana respecto a mi sexualidad. Descubrí que en Dios podía, y puedo, ser feliz. La alabanza a Dios me dio mucho gozo. Un gozo espiritual que ninguna experiencia humana me había dado antes, ni me puede dar.
En ese retiro me convertí. Después de un tiempo vi un video en YouTube y mi vida cambió por completo. Dios actuó abundantemente en mí y me presentó un nuevo camino, el camino de la castidad. No tengo la costumbre de ver los comentarios en los videos, pero ese día decidí hacerlo y ahí había un enlace al sitio web de Courage. Hice «clic» y leí las 5 Metas de Courage, leí también sobre la espiritualidad del apostolado y que la castidad es posible, y decidí enviar un correo electrónico. La respuesta demoró un poco, pero fue provechosa. Comencé a hablar con un consejero y él me recomendó participar en un retiro anual que organizan los miembros de Courage. Reuní dinero, pedí ayuda a miembros de mi familia, me inscribí en el retiro y me fui solo a São Paulo, sin nunca antes haber visitado la capital del estado.
Al final del retiro, durante la última meditación tuve una experiencia decisiva. En ese momento me pareció oír la voz de Dios que me hablaba al corazón: «Vive el celibato y dedica tu vida al apostolado». Finalmente había encontrado la respuesta a la duda sobre mi vocación y mi estado de vida. Fue ahí donde encontré, sobre todo, mi camino de santificación.
Han pasado tres años desde que formo parte del apostolado Courage oficialmente. Pensé que había respuestas fáciles a caminos difíciles; muchos de estos caminos pasan por la lucha contra el pecado. Después de un tiempo en Courage, quería renunciar al celibato laico y volver a la vida gay. Hubo muchas caídas en mi camino, pero ninguna de ellas me daba paz. Me arrepentí de esos pecados, los confesé y reanudé mi camino porque Dios es misericordioso. Los objetivos siguen siendo los mismos a pesar de los accidentes en el peregrinar. Mi santificación vendrá en el tiempo de Dios y no en el mío. Depende de mí buscar estar sereno frente a mis faltas y pecados, seguir avanzando y ascendiendo.
Reconozco que hay una serie de experiencias aparentemente exitosas entre personas que viven una vida gay, pero después de experimentar la Verdad, sé que el mundo gay, ese mundo colorido y brillante, es solo una ilusión. Hoy, nunca dejo de recordar que hay un cielo y hay un infierno. Su existencia no depende de mi fe. Las elecciones que hago en esta vida determinan para siempre a dónde irá mi alma después de la muerte corporal.
Hoy en día, todavía no contamos con un capítulo de Courage en mi ciudad, pero participo regularmente de las reuniones virtuales en São Paulo. A pesar de la ausencia física de los hermanos, puedo estar seguro de su hermandad, me dan la fuerza para seguir luchando por la castidad. Por lo tanto, busco vivir con el alma como «esposa de Cristo». Además, con el apoyo de la devoción a la Santísima Virgen, la comunión eucarística frecuente, la sólida formación del apostolado y la intercesión de los hermanos, busco configurarme con Cristo crucificado, Él es el amor, mi amor y mi deseo hacia el límite de las colinas eternas.