El buen humor de Santa Teresa de Jesús: Recomendaciones para nuestra vida espiritual

Escultura de santa Teresa de Jesús
“Santa Teresa de Jesús”. Crédito: Lorena Tabares

El buen humor de Santa Teresa de Jesús:
Recomendaciones para nuestra vida espiritual

Por Lícia Pereira de Oliveira, f.m.r*

   Santa Teresa de Jesús o de Ávila es una de las santas más notorias del pueblo cristiano, es la primera mujer proclamada Doctora de la Iglesia y según el Papa Benedicto XVI, “representa una de las cimas de la espiritualidad cristiana de todos los tiempos” [1]. Si leemos algunas de sus numerosas obras literarias, tanto autobiográficas como doctrinales y epistolares veremos cómo se confirma esta apreciación. Entre sus obras más destacadas se encuentran El libro de la vida (1565), Las moradas o Castillo interior (1577), Camino de perfección (1583) y Las fundaciones (1610). 

   Sobre Teresa se puede hablar muchísimo. San Pablo VI, en la ceremonia de su proclamación como Doctora, hizo un brevísimo resumen que permite que tengamos alguna idea sobre su aporte a la Iglesia: 

La vemos ante nosotros como una mujer excepcional, como a una religiosa que, envuelta toda ella de humildad, penitencia y sencillez, irradia en torno a sí la llama de su vitalidad humana y de su dinámica espiritualidad; la vemos, además, como reformadora y fundadora de una histórica e insigne Orden religiosa, como escritora genial y fecunda, como maestra de vida espiritual, como contemplativa incomparable e incansable alma activa [2]. 

   Pero me gustaría resaltar que Teresa presentó un rasgo de su personalidad que puede ser iluminador para nosotros: el buen humor. El Libro de la vida, que es su autobiografía, me ha sacado algunas sonrisas, no porque ella narre situaciones chistosas, tal como la que se cuenta de modo informal que dijo al Señor que Él tiene pocos amigos por la forma como los trata, sino porque lo que ella cuenta sobre su vida y misión -que no fue nada fácil- lo hace con un espíritu libre, con mucha naturalidad, de forma amena, directa, con una cierta ironía, pero, siempre en perfecta armonía con una profunda y grandiosa espiritualidad.  

   Un ejemplo se refiere a una de sus enseñanzas sobre la oración. Teresa desea explicar que, si bien está de acuerdo en que es bueno desapegarse de todo lo sensible en la oración, como enseñaban algunos maestros de su época, dice que ello no se aplica a la humanidad del Señor, así, sin miramientos y yendo contracorriente, afirma que no soporta tal enseñanza, pues considera que la causa por la cual muchas personas no llegan a tener libertad de espíritu es por no gozar de la dulce compañía de Jesús [3]. Así, no traer a la memoria y a la imaginación la santa humanidad de Cristo, dice ella: “no lo puedo sufrir” [4]. En otro lugar, “espeta” a los que desean los frutos de su oración pero no colaboran: “si le ponemos muchos tropiezos y no ponemos nada en quitarlos, ¿cómo ha de venir a nosotros? ¡Y queremos nos haga Dios grandes mercedes!” [5] 

   Esta naturalidad y levedad para tratar sobre cosas serias es el tono de su autobiografía y ciertamente es un rasgo de su personalidad, sin embargo, podríamos arriesgarnos a decir que es fruto también de una relación muy familiar con Dios. Esta familiaridad se muestra en su definición de oración: “oración mental, a mi parecer, [es] tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” [6]. 

   Santa Teresa sufrió mucho en su vida: vivió un largo periodo de mediocridad en los inicios de su vida religiosa, pasó por una purificación interior muy fuerte para ir madurando espiritualmente, tuvo enfermedades, incomprensiones dentro y fuera de la comunidad, dificultades y muchos trabajos para sacar adelante sus fundaciones, persecución de la inquisición, y tantas otras cosas.  Pero llama la atención que aun cuando relata estas situaciones dolorosas, ella lo hace mirando todo con los ojos de Dios y es esta mirada la que le permitió narrar su vida con tanta naturalidad. 

   Que el testimonio de Santa Teresa de Jesús nos ayude a que también nosotros seamos capaces de asumir las dificultades y los dolores de nuestras vidas con buen humor, naturalidad y mucha confianza en el Señor, el dueño de nuestras vidas.


REFERENCIAS:

  1. BENEDICTO XVI, Santa Teresa de Jesús, Audiencia General, 2 de febrero de 2011 en https://shorturl.at/aiMS5
  2. PABLO VI, Homilía por ocasión de la proclamación de Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia en https://shorturl.at/imnxK
  3. Cf. SANTA TERESA DE JESÚS, Libro de la vida, 22, 5.
  4. Ibid., 22,1.
  5. Ibid., 8,9.
  6. Ibid., 8,5.

*Lícia Pereira es laica consagrada de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación y en este momento reside con su comunidad en Brasil.