Carta abierta a los miembros de Courage

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CARTA ABIERTA A LOMIEMBROS DE COURAGE 

Por George Weigel 

 

Queridos hermanos en Cristo: 

En la actualidad existen muchos ejemplos de la virtud cardinal de la valentía en la Iglesia Católica: católicos en Hong Kong que arriesgan sus vidas y sus medios de subsistencia con tal de defender la libertad religiosa, la libertad de expresión y asociación; católicos franceses que se enfrentan a asesinos islamistas para practicar la fe; jóvenes seminaristas que se preparan para una vocación sacerdotal que puede llevarlos a prisión bajo pena de «crimen de odio» por predicar el Evangelio; capellanes de la pastoral universitaria que se resisten a la corrección política a fin de poder evangelizar; padres de familia que insisten en que las escuelas católicas deben ser «católicas» no solo de nombre; adolescentes que no se dejan intimidar por la presión de sus compañeros que les incitan a negar a Cristo. Realmente estamos rodeados de una «gran nube de testigos» (Heb 12,1). 

Y entre ellos, no hay católicos más valientes que ustedes, los hombres y mujeres de CourageAun contra la feroz presión cultural y social, ustedes se esfuerzan —con la ayuda de la gracia, sus capellanes y el apoyo de los unos a los otros— por vivir la ética católica del amor humano incluso experimentando atracciones hacia el mismo sexo. Sus esfuerzos por vivir la fidelidad denotan una fe profunda, una gran esperanza y un amor auténtico.  

Vivir castamente —viviendo lo que Juan Pablo II llamaba «la integridad del amor»— no es fácil para nadie en nuestra cultura licenciosa. Porque esa cultura insiste neciamente en que actuar según nuestros deseos, cualquiera que sean, es una marca de «autenticidad», mientras que degrada a la castidad presentándola como una forma de represión o traición deshonesta de uno mismo. Ustedes saben que esas son mentiras.  

También saben que mentiras como esas provienen de quien el Señor llamó el «padre de la mentira» (Jn 8, 44). Yendo en contra de nuestros tiempos y la cultura, ustedes tratan de resistir el ataque violento del Maligno y de vivir la verdad del amor humano en medio de las tentaciones. Ustedes son los «vasos de barro» de San Pablo (2Cor 4,7) y, como todos nosotros, a veces tropiezan en el camino de la santidad. Pero, a diferencia de otros, ustedes no exigen que la verdad se tuerza según sus deseos. Como Flannery O’Connor, ustedes saben que «la verdad no cambia según su capacidad para digerirla emocionalmente»De modo que buscan la reconciliación y el perdón y renuevan su compromiso de vivir la integridad del amor. 

De manera igualmente importante, ustedes no tratan la castidad como una «cuestión de política» eclesiástica ni ejercen presión al interior de la Iglesia para producir un cambio de «política», porque saben que lo que aquí está en juego es la verdad: una verdad que conduce a la felicidad, a la amistad genuina y, en definitiva, a la beatitud. Al obrar con la gracia que Dios les brinda, ustedes ofrecen un testimonio crucial y, a menudo, cruciforme, a la Iglesia, especialmente a aquellos que imaginan que «su» verdad es más verdadera que la de Cristo. 

Muchos de ustedes se molestaron por lo que se informó que dijel Papa Francisco, en un documental, sobre las uniones civiles de parejas del mismo sexo y otras cuestiones relacionadas. Ahora que ya está claro que los comentarios del Papa fueron editados por un director de cine motivado por intereses particulares, este episodio ha sido otro recordatorio de que los reportes de los medios de comunicación sobre cuestiones católicas deben tomarse con reservas. Lo mismo se puede decir respecto a la histeria que, a menudo, caracteriza a la esfera «bloguera» católica. Pero, precisamente porque ciertas personas confundieron más las cosas dándoles un giro y politizando lo que se dijo que el Papa dijo, es importante recordar dos realidades católicas. 

Primero, los comentarios informales de un papa a un productor de cine no constituyen una expresión del ministerio magisterial papal. Quienes dicen lo contrario están teológicamente mal informados, movidos por intereses políticos, o ambos. Como explico en [mi libro] El próximo papa: el ministerio de Pedro y una Iglesia en misión, el papa no es un oráculo ni cada declaración papal es magisterio.  

Segundo, nada de lo que se dice que dijo el Papa Francisco cambia la enseñanza de la Iglesia Católica sobre la ética del amor humano, lo que constituye el matrimonio y sobre quién puede contraer matrimonio. Esa enseñanza no puede cambiar, porque tiene su fundamento en la revelación divina y la razón lo deduce. Hubiera sido útil (y profesionalmente competente) que la oficina de prensa del Vaticano aclarara este punto antes de que la masa de mentes independientes de los medios de comunicación declarara que lo que se dijo que el papa dijera un posible primer paso de la Iglesia para aprobar el llamado «matrimonio gay». No fue tal cosa, porque eso es imposible.  

Así que gracias por su testimonio, valientes hombres y mujeres de Courage. Por favor continúen aceptando el desafío que San Juan Pablo II nos dio el 22 de octubre de 1978: «¡No tengan miedo! ¡Abran de par en par las puertas a Cristo!» Su valentía debe inspirar a cada católico a vivir una fidelidad similar y al apoyo mutuo en la oración que ayuda a mantener la integridad del amor. 

 

George Weigel es miembro distinguido del Centro de Ética y Política Pública de Washington, D.C., y biógrafo del Papa San Juan Pablo II.  

 

Este artículo se publicó originalmente en inglés en First Things el 11 de noviembre del 2020, bajo el título: An Open Letter to the People of Courage.