¿Qué puedo hacer si no puedo ir a Confesión?

Para todos aquellos que están comprometidos en luchar contra sus debilidades y lograr una vida virtuosa, el sacramento de la Confesión está entre los más preciosos dones que la Iglesia nos puede otorgar.

En estos días de aislamiento, nuestro acceso a este sacramento de sanación ha sido ampliamente reducido, o eliminado completamente.  Pero tengan la seguridad que nada puede obstaculizar la misericordia de Dios cuando verdaderamente deseamos recibirla.
Durante la Segunda Guerra Mundial, un tiempo en el que el sacramento de la Confesión no estaba disponible, San Maximiliano Kolbe exhortaba a los fieles católicos y decía: “Todo aquel que puede debe recibir el sacramento de la Penitencia.  Todo aquel que no pueda por circunstancias prohibidas debe limpiar su alma a través de actos de contrición perfecta”.

Mientras creemos que el sacramento de la Confesión nos dé la plenitud de la misericordia de Dios, sabemos que Dios nunca está lejos de quien lo busca, y el poder de Su perdón se extiende más allá del confesionario.  Si por estos días no es posible que asistas a recibir el sacramento de la Confesión puedes hacer un acto de contrición perfecta ante Dios.  La contrición “perfecta” proviene de un amor puro a Dios por sobre todo lo demás.  “Semejante contrición perdona las faltas veniales; obtiene también el perdón de los pecados mortales, si comprende la firme resolución de recurrir tan pronto sea posible a la confesión sacramental” (CCC #1452).  Es una forma de oración que inicia el proceso de recibir la sanación y la misericordia de Dios, un proceso que puede concluir cuando puedas ir a Confesión en algún momento más adelante.

Parte de esto puede incluir las palabras del Acto de Contrición¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.”

¿Qué dice el Papa Francisco sobre esto?

El Papa Francisco se refirió a esta pregunta durante su homilía en la Misa del 20 de marzo:
“Sé que muchos de ustedes, por Pascua, van a confesarse… Pero muchos me dirán hoy: ‘Pero Padre, ¿dónde puedo encontrar un sacerdote, un confesor, dado que no puedo salir de casa? Y yo quiero hacer las paces con el Señor, quiero que me abrace, quiero que mi Papá me abrace… ¿Qué puedo hacer si no encuentro sacerdotes?’. Haz lo que dice el Catecismo. Es muy claro: si no encuentras un sacerdote para confesarte, habla con Dios, es tu Padre, y dile la verdad: ‘Señor, he hecho esto, esto, esto… Perdóname’, y pídele perdón de todo corazón, con el Acto de dolor y prométele: ‘Me confesaré después, pero perdóname ahora’. E inmediatamente volverás a la gracia de Dios. Tú mismo puedes acercarte, como nos enseña el Catecismo, al perdón de Dios sin tener un sacerdote a la mano”.

¿Elimina esto la necesidad de la Confesión para aquellos que no están viviendo un aislamiento estricto en su país?

El sacramento de la Confesión es y permanece siendo el medio ordinario que Cristo nos otorgó para recibir el perdón por nuestros pecados, y la recepción regular de este sacramento forma parte necesaria y hermosa de nuestras vidas en Cristo.

La Iglesia reconoce que esta extraordinaria circunstancia que se presenta algunas veces puede limitar a algunas personas a recibir este sacramento, y es por eso que proporciona sugerencias y adaptaciones para poder recibir la misericordia de Dios cuando el acceso al sacramento de la Confesión no es posible.  Sin embargo, ninguna de las adaptaciones hechas durante este tiempo extraordinario quiere decir que no tengamos necesidad de recibir el sacramento de la Confesión, especialmente cuando haya pasado esta pandemia.