Queridos amigos:

He perdido la cuenta del número de veces que he leído y releído los capítulos cinco, seis y siete del Evangelio según San Mateo: El sermón de la montaña. Estoy seguro de que algunas partes de este importante texto les resultan muy familiares a ustedes también. Pero en las últimas dos semanas, es como si leyera el Sermón en la montaña con nuevos ojos, ya que los pasajes que alguna vez leí superficialmente, de repente toman ahora un nuevo significado. Por ejemplo:

«Por eso les digo: No se inquieten por su vida, pensando qué van a comer o beber… ¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? … El Padre que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su aflicción». (Mateo 6, 25-34).

Estos días de pandemia y cuarentena, de distanciamiento social y desconexión de la vida sacramental de la Iglesia, ciertamente nos ponen a prueba de muchas maneras. Quizás lo más difícil es la manera en que esta situación pone a prueba nuestra esperanza en Dios y Su Providencia. Por primera vez en mi vida, honestamente, no sé qué esperar que suceda mañana y sentirse así fácilmente puede llevar a la preocupación, la ansiedad, el estrés y un sinnúmero de preguntas, dudas y temores. Pienso que saben a lo que me refiero. Pero estas preocupaciones, aunque reales, no tienen, de ninguna manera, la última palabra. Como cristianos católicos, como miembros y amigos de Courage y EnCourage, tenemos una respuesta.

Los miembros de Courage y EnCourage saben por experiencia lo que es sentirse desconectados, marginados y solos; cuan fácil puede ser dudar del plan de Dios y Su bondad. Sin embargo, nosotros sabemos por experiencia dónde encontrar nuestra esperanza y nuestra paz, confiándonos completamente al Señor, quien se ha entregado completamente a nosotros. En cada una de nuestras reuniones nos comprometemos a «dedicar enteramente nuestras vidas a Cristo» (segunda meta de Courage y primera meta de EnCourage), y aunque no podamos recibirle sacramentalmente durante estos días, la vida de oración y dedicación, que nos hemos esforzado por vivir, nos sostendrá. Seguiremos encontrando nuestro consuelo en el Señor, no en los placeres del mundo. Seguiremos fomentando las amistades castas y los vínculos estrechos con nuestros familiares y seres queridos. Y continuaremos viviendo de tal manera que demos buen ejemplo y testimonio de la satisfacción y la fortaleza que hemos encontrado en nuestra unión con Dios Todopoderoso y Su plan para nosotros.

En las últimas semanas, he escuchado de muchos de ustedes cómo han estado pendientes los unos de los otros. Han sido muy creativos al usar las redes sociales, videoconferencias, el teléfono y otros medios para estar conectados e incluso para tener sus reuniones regulares de Courage y EnCourage. Sigo sus publicaciones en línea pidiendo oración, compartiendo y viendo la Santa Misa y otras devociones en vivo por internet, uniéndose en oración con el Santo Padre y la Iglesia alrededor del mundo. Estoy muy orgulloso de la manera en que están respondiendo ante esta situación sin precedentes, y muy agradecido por los lazos de afecto, apoyo y caridad que compartimos como miembros de la familia Courage y EnCourage.

«No temas, pequeño rebaño, porque su Padre ha querido darles el Reino» (Lucas 12, 32). Estas palabras del Señor Jesús, que San Lucas recoge en su relato del Sermón de la montaña, deben estar siempre en nuestras mentes y nuestros corazones y, a menudo, en nuestros labios, en estos tiempos de prueba. Nuestro Padre del Cielo conoce nuestras necesidades antes de que le hagamos alguna petición y nunca nos abandonará. Sigamos apoyándonos y orando unos por otros y sepan que siempre los recuerdo a ustedes y sus seres queridos en mis oraciones y cuando ofrezco la Santa Misa. Espero el día en que podamos estar nuevamente juntos en persona y agradecer a Dios por habernos acompañado en esta crisis.

Que Nuestra Señora, Salud de los enfermos, esté con ustedes y sus seres queridos y ponga todas sus necesidades en el Sagrado Corazón de su Hijo amado.

Su amigo en Cristo,
P. Philip Bochanski