Homilía de la misa del 40 aniversario
Misa de acción de gracias por el 40 aniversario de Courage Internacional
Homilía del padre James Lloyd CSP
26 de septiembre del 2020
Su excelencia, obispo O’Hara, obispo Byrne, hermanos sacerdotes, miembros de Courage, damas y caballeros.
Todo comenzó la noche del viernes 26 de septiembre de 1980. Un pequeño grupo de hombres católicos con atracción al mismo sexo se reunieron en este lugar sagrado por cinco razones que ellos mismos articularon: la primera, vivir la castidad; la segunda, seguir a Cristo completamente; la tercera, construir una estructura de hermandad, porque todos sabemos que nadie puede lograrlo solo, simplemente no funciona. La cuarta, comprender que las amistades —las amistades castas— no solo son posibles, sino necesarias; y cinco, dar testimonio de que la castidad es posible y gratificante.
Como el obispo dijo, todo comenzó en la mente de ese santo prelado, el cardenal Cooke, quien preocupado pensó: «Tengo personas bajo mi cuidado que necesitan atención», así que le comisionó esa misión al eminente P. Groeschel y le dijo, «encuentra a alguien que se encargue de esto». Así, Benedict [Groeschel], en su estilo habitual, comenzó la búsqueda con la ayuda de un joven sacerdote maravilloso de esta arquidiócesis, monseñor Ed O’Brien.
Era como buscar una aguja en un pajar. ¿Dónde podrían encontrar a esta persona excepcional? Bien, el Espíritu Santo los guió hasta Filadelfia. ¡Ahí lo encontraron! El padre Harvey era brillante; sabía de teología, filosofía, ciencias y tenía experiencia trabajando con personas con este tipo de dificultades. Era tal como dice la lectura de Colosenses que acabamos de leer: paciente, compasivo, humilde y amable. Tenía un brillo particular en su mirada, ¡era irlandés! Amaba el béisbol y hacía buenas bromas. ¡Era una sensación! Todos lo buscaban, personas que querían ayudar, así como personas que necesitaban ayuda. Contó con la ayuda del P. Kaz, uno de sus primeros ayudantes; su amigo Harvey Graveline. Estas maravillosas mujeres: la hermana Dolores, Vera y María, Pat, y la imparable Tina. Gente maravillosa. El P. Harvey era todo un éxito, sin embargo, había oposición. Fue criticado, despreciado e ignorado. Se hicieron insinuaciones maliciosas en su contra, pero él siempre puso la otra mejilla.
Yo vi encarnadas en John Harvey aquellas palabras de Jesús: «Bienaventurados cuando los injurien, los persigan y, mintiendo, digan contra ustedes todo tipo de maldad por mi causa». Bienaventurado tú, padre Harvey, bienaventurado. Los medios de comunicación, por supuesto, la academia, desde luego, pero ¿la Iglesia? ¿Por qué la Iglesia? Este hombre hacía exactamente lo que Jesucristo quería. [Se basaba en la] Revelación, en nuestra Tradición. Decía, «La castidad es para todos sin excepción, nadie está exento. Todos son hijos de Dios. No debemos llamarlos gay u homosexuales, sino personas con atracción al mismo sexo; es más respetuoso. ¡Era un gran hombre!
En una ocasión me contó que estaba predicando en una parroquia y que, al término de la misa, se le aproximó una mujer y le dijo «mientras usted esté aquí no volveré a la parroquia».
En mi propia experiencia, escribí un pequeño ensayo, bastante bueno, en mi opinión. Pensé que mostraba una postura balanceada sobre el tema. Uno de mis lectores me escribió. Primero decía que era una persona que amaba a todos, sin embargo, esto es lo que me escribió: «Gracias a Dios, pronto morirá, jaja». No me impresionó su cálculo sobre mi futuro. Cuando se tienen casi cien años resulta elemental, no te queda mucho tiempo, ¿y qué? Eso no me impresionó, pero su tono sí. Él me deseó el mal. Esta persona que decía amar a todos, me deseaba el mal.
Pienso que el padre Harvey enseñó dos cosas importantes: la primera, la verdad, y la segunda, el amor. A menudo se oye decir, «¿Qué es la verdad?» —de nuevo Poncio Pilato— «¿Qué es la verdad?» Jesucristo, el Señor dijo «Yo soy la Verdad». Pero la verdad de la que habló Jesús no era una verdad de riqueza, salud y blanca dentadura, sino una verdad de adoquín, de manos y pies perforadas con clavos, era sangre y sudor y lágrimas, pero con una recompensa al final.
La verdad de Cristo era la cruz: «Si quieres seguirme, toma tu cruz, de lo contrario, no podrás ser mi discípulo». Jesús dice: «¿Me amas?» Todos dicen «¡Sí! Señor, Señor…» «No todos los que digan “Señor, Señor” entrarán en el Reino de los Cielos». Jesús, que es Dios, dice, «Si me aman, guarden mis mandamientos». La lectura del Libro de los Reyes que acabamos de leer nos exhorta a guardar los estatutos de Dios, los mandamientos de Dios.
Sin embargo, hay un conflicto en la Iglesia —Dios perdóname por esta ocurrencia— pero considero que estas personas que critican a Harvey son fanfarrones eclesiásticos que se pavonean tomando como presa a los vulnerables, a los ingenuos, a los pobremente catequizados, induciéndolos, a la larga, a pecar. ¿Por qué decimos la verdad? ¡Porque lo que dicen está mal! —«Todo está bien, eres una persona que ama… Dios te comprende… Eres una excepción…es natural»—. ¡Lo que estas personas hacen está mal! ¿Qué acaso nunca han escuchado lo que dice la Biblia? «Ay de aquél que escandalice o conduzca al pecado a uno —a uno— de estos pequeños que creen en mí. Más le valdría que le colgasen al cuello una piedra de molino y lo hundieran en el fondo del mar». Jesús dice esto.
¿Qué es el amor? Jesús pregunta, «¿Me amas?» … El amor es, incluso si citamos a alguien como Scott Peck, por ejemplo —podría hablar de san Pablo, pero, citemos a Scott Peck— quien dice que el amor «es una disposición de esforzarse por el bien espiritual de otro». «Te amo tanto que haría cualquier cosa por ti, lo que sea, solo dilo y lo haré». Ese es el significado del amor. Bien, esto resulta conflictivo para el fanfarrón que dice «no me gusta».
Recuerdan aquel momento en que Jesús fue tentado por el demonio, que le dijo «Te daré todo esto si te postras para adorarme», y Jesús le respondió, «¡Apártate!»
Nuestros miembros de Courage conocen bien la soledad, la vergüenza y la culpa, la envidia, la lujuria, la baja autoestima y todo eso. Han vivido el estilo de vida gay y es muy posible que en los momentos de estrés surja todo esto. Yo siempre digo que la persona que siga lo que enseñó el P. Harvey, amor y verdad, aunque fuese un incongruente, un desastre y se vea tentado ante palabras como «Ríndete, eres como todos los demás», el miembro de Courage dice como Jesús, «¡Silencio! ¡Apártate!» El Evangelio dice, «Veo a Satanás caer del cielo como un rayo». Cada miembro de Courage que ha pasado por todo esto ve a Satanás caer del cielo. Y cuando alguien está siendo golpeado por la tentación se pregunta «¿Hasta cuándo durará todo esto?», la respuesta corta la dio un famoso moralista, San Alfonso María de Ligorio, «Las tentaciones sexuales probablemente cesarán seis horas después de que hayas muerto», y hasta ese momento, será una batalla.
Ahora, damas y caballeros, pongo ante ustedes el Salmo 144, en el que el Espíritu Santo inspiró a David: «Bendito sea el Señor, mi Roca, que adiestra mis brazos para el combate y mis manos para la lucha». No se engañen, tienen un enemigo. Escucho a los fanfarrones, los más importantes, decir, «En realidad no existe el demonio, es solo imaginación, superstición, e un mito». La primera carta de Pedro dice, «El demonio es como un león rugiente, buscando a quién devorar», a ustedes y a mí, ¡a todos! No me digan que el demonio no existe, no me digan que el demonio nos ama, ¡el demonio nos odia! Y así será hasta el día de nuestra muerte.
Entonces, ¿cómo podemos enfrentar esto? El apóstol San Pablo en su Segunda carta a los corintios dice, «Líbrame de este aguijón», pero el Señor dice, «No, te basta mi gracia». El gran San Pablo dijo en su Carta a los filipenses, «Todo lo puedo en Aquél que me conforta». No era Pablo, sino el gran poder de Dios obrando a través de este frágil instrumento que dice, «Cuando soy débil, entonces soy fuerte». ¿Qué significa esto? Significa que el poder de Dios es el que obra. Pablo, en la Segunda carta a Timoteo nos dice tres cosas: Peleen el noble combate; conserven la fe y consérvenla hasta el fin de los tiempos. Así pues, cuando el demonio o los fanfarrones los tienten y les digan que se den por vencidos, respondan, «No cederé, no me rendiré, ¡no me daré por vencido!» Bien por ustedes.
Ahora bien, en lo que a mí concierne, he estado en el apostolado Courage por 25 o 26 años. He visto la Basílica de San Pedro en Roma, he visto las Cataratas Victoria en África, he visto las pirámides y el Nilo, he comido tiramisú con capuchino y comido finos platillos franceses, pero nada, nada, se compara con el deleite de ver esta tierra germinar, florecer y crecer hacia la santidad: me refiero a estas santas personas, los miembros de Courage. ¡Nada se le compara!
Miembros de Courage, el mundo los golpea, los ridiculiza, se burla de ustedes, dice que son unos idiotas por dejar lo malo atrás y les dice «¿Por qué no quieren ser como todos los demás?» ¡Bien por ustedes, miembros de Courage¡ Me quito el sombrero, los honro y los respeto. Y les agradezco toda la inspiración que me han dado, gracias por eso. Es un regalo maravilloso, una magnificencia ver este crecimiento que deleita el corazón de todo sacerdote. Ver que mi gente crece en santidad, que da motivo a mi misión, y poder verlo, ¡aleluya!
Los encomiendo al cuidado de Nuestra Señora Reina de la castidad, Reina del rosario. También quisiera dejarles algo de mi tradición judía de shalom. Les deseo shalom, que es la paz que Dios promete, la paz de Dios a través de la castidad. Les deseo shalom, la exquisita belleza de la castidad interior y el gran privilegio de que, como Adán, puedan caminar junto a Dios.
Invoco la bendición de Dios sobre ustedes, Padre, el Hijo y el Espíritu Santo permanezca con ustedes para siempre. Amén.
Esta homilía fue ofrecida en inglés y fue traducida por la sección en español de Courage Internacional.