Amar a un hijo que experimenta atracción hacia el mismo sexo
Published in: National Catholic Register
Author: JOAN FRAWLEY DESMOND
Published: 21 de Marzo de 2013
Amar a un Hijo que experimenta Atracción hacia el Mismo Sexo
El Padre Paul Check del apostolado Courage pide a padres de familia que se dejen guiar por la claridad y la compasión auténtica del mensaje del Evangelio
A inicios de este este mes, el Senador Rob Portman, Representante Republicano del estado de Ohio, respaldó el «matrimonio» entre personas del mismo sexo. En una columna del 15 de marzo del 2013 en el Diario Columbus Dispatch, Portman informó que cambió su postura en relación al tema después que su hijo le dijo que era homosexual.
«Luché con el hecho de cómo reconciliar mi fe cristiana con mi deseo de que Will tuviera las mismas oportunidades de lograr su felicidad y realización personal que su hermano y hermana. Al final, todo se redujo a los temas generales del amor y la compasión de la Biblia y mi creencia de que todos somos hijos de Dios», escribió.
El anuncio de Portman se produce a raíz de declaraciones similares de otros funcionarios públicos que tienen hijos con atracción hacia personas del mismo sexo.
Para comprender mejor los desafíos enfrentados por las familias como la de Portman, la editora general del periódico católico National Catholic Register, Joan Frawley Desmond conversó con el Padre Paul Check, director de Courage. Courage es un apostolado para personas que experimentan atracción al mismo sexo que buscan vivir conforme las enseñanzas de la Iglesia, y para las familias y cónyuges de personas con atracción al mismo sexo.
A medida que los intentos de «redefinición del matrimonio» ganan terreno, el Padre Check explica por qué es que las personas todavía vienen a buscar ayuda de Courage y por qué la Iglesia no retrocederá en sus enseñanzas acerca del significado y propósito de la sexualidad y el matrimonio.
Desde el año 2008, usted ha dirigido Courage. También se desempeñó como capellán de Courage desde el 2003. Cuéntenos sobre la misión del apostolado.
Primero déjeme decirle que estoy muy edificado por los hombres y mujeres de Courage, cuyo instinto de confiar en la Iglesia en un tema tan difícil es una gran luz en una época de confusión. Ellos son quienes me han enseñado más sobre la atracción hacia el mismo sexo y que la enseñanza de la Iglesia se puede vivir de una manera gozosa y pacífica, sin minimizar la lucha.
Courage es un apostolado de la Iglesia. De una forma práctica, concreta y personal, es una expresión de la caridad pastoral de la Iglesia hacia los hombres y mujeres que tienen una inclinación homosexual, y para sus padres, cónyuges y otros familiares.
El trabajo de Courage es encarnar el mensaje del Evangelio en un grupo particular de personas con cierto entendimiento de sí mismos y en aquéllos que aman a este grupo de personas.
La palabra más estrechamente asociada con la Iglesia Católica y la homosexualidad en el orden civil y dentro de la Iglesia es la palabra «no». Es cierto que una atracción erótica hacia una persona del mismo sexo no puede llevarse a la práctica. La Iglesia dice “no” a eso.
Sin embargo, el Evangelio de Jesucristo es el Evangelio del «sí» —sí a todas las personas, sí a una invitación universal a la plenitud de vida en Cristo, mientras comprendemos que Jesús nos dice que hay algunos actos incompatibles con esa nueva vida.
Usted también trabaja de cerca con las familias de las personas con atracción al mismo sexo. Recientemente, el senador Rob Portman, Representante de Ohio, dijo que el hecho de que su hijo admitiera su homosexualidad lo llevó a cambiar su posición sobre el tema del «matrimonio homosexual». Esa respuesta se ha vuelto cada vez más común.
La Regla de Oro nos enseña a tratar a los demás de la misma manera que nosotros deseamos ser tratados. Sin embargo, la Regla de Oro no es el fundamento de la enseñanza moral cristiana. Yo podría tener una idea confusa de cómo me gustaría que las personas me traten, y por lo tanto mi entendimiento de cómo debe aplicarse la Regla de Oro también puede estar distorsionado. Una persona podría buscar afirmación amorosa por elecciones que son incompatibles con el don de su humanidad.
Para entender apropiadamente la Regla de Oro, debemos comenzar con las palabras de Cristo: «Ámense los unos a los otros como yo los he amado».
Hoy en día, las personas cada vez más ven las inclinaciones sexuales como algo aparte del sexo de una persona y el poder de la facultad sexual. ¿Qué le dice usted a sus miembros y a sus familias, a quienes se les pide que afirmen esta visión?
Chesterton, en su libro Ortodoxia, pregunta: «¿cómo sabe un hombre nacido boca abajo cuando está boca arriba?»
Están aquellos quienes se oponen a la ley natural y dicen: «No nos gusta esta idea de un diseño porque implica que hay un “diseñador” que de alguna manera restringiría nuestra libertad».
La historia de la Salvación nos dice que nuestros primeros padres también se rebelaron contra Dios, y dijeron: «Tú no eres nuestro Padre, y nosotros no somos tus hijos». Ellos trataron de crear una nueva identidad. Y eso nos ha dejado con la carga del pecado original y la concupiscencia.
Esa crisis interior todavía está en el corazón del hombre, y lo experimentan todas las personas a lo largo de la historia de la humanidad. En su obra Fedro, Platón usa la figura de un carro alado con dos caballos jalando en direcciones opuestas para explicar una disyuntiva interior que él siente en la profundidad de su propio ser. Él vivió en el año 400 A.C., pero explica una verdad que conocemos como cristianos.
En Romanos 7, San Pablo escribe que «no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero». San Pablo hace eco de los comentarios de Platón, pero San Pablo, con el beneficio del Apocalipsis, sabe por qué existe una perturbación interna que se remonta a nuestros primeros padres, que dijeron: «Dios, tú no eres nuestro Padre, y nosotros no somos tus hijos».
La Iglesia, entonces, ofrece un entendimiento completo de la crisis interna experimentada por todos nosotros, incluyendo las personas con atracción hacia el mismo sexo. Sin embargo muchos críticos dicen que las prohibiciones Católicas contra las uniones del mismo sexo provocaron esa crisis interna.
La Iglesia nos dice que el deseo de expresión física en el ámbito sexual sólo puede cumplirse de acuerdo con el don de nuestra humanidad, la cual se manifiesta en la naturaleza mediante la complementariedad sexual de hombres y mujeres y el poder procreador de la facultad sexual.
A lo largo de las Sagradas Escrituras, los hombres y las mujeres son descritos en términos nupciales. Cristo describe Su relación con la Iglesia, y por lo tanto con las almas individuales, como una relación entre un novio y una novia. Se entiende que la Iglesia es femenina, y Nuestra Señora, decimos, es el arquetipo de la Iglesia. La Iglesia sigue el ejemplo del Fiat de Nuestra Señora con un «Sí» reflexivo y voluntario.
Esta relación «nupcial» o esponsal —el matrimonio místico entre Dios y la humanidad, Cristo y la Iglesia y Cristo y el alma individual— tiene un ícono en la complementariedad entre un hombre y una mujer.
Si reflexionamos en la distinción en la humanidad entre lo masculino y lo femenino, nos vamos a preguntar: «¿Existe importancia moral y espiritual?» La Iglesia ha dicho: «Sí, la hay». Ella no aborda la pregunta sobre la homosexualidad sin una comprensión de nuestra identidad, tal como lo revela la naturaleza y las Sagradas Escrituras.
Entonces la crisis interior debe ser abordada a la luz de esta verdad. No hay nada más que traiga paz.
Cuando dos personas empiezan una conversación, se da por hecho que ambas partes respetarán el objetivo y el propósito del discurso, y a la comunidad, haciéndolo de la mejor manera que puedan transmitir la verdad.
Si traemos esa expectativa de verdadera realización al ámbito sexual, tenemos que preguntar: «¿Qué hace posible esa realización, y qué puede frustrarla?» En Mateo 19, 4-5, Nuestro Señor nos dice que la única forma auténtica en que nuestra esperanza se realizará es si los «dos se convierten en una sola carne» en la única manera que ha sido revelada a nosotros mediante nuestra humanidad: que, desde el principio, Dios los hizo «hombre y mujer».
Su enseñanza comprueba que con frecuencia no buscamos relaciones íntimas auténticas.
Si abrimos el Catecismo en el sexto mandamiento, vemos que hay diferentes formas en que el hombre puede actuar de forma contraria al don de su humanidad, lo cual trae como resultado una gran tristeza, dolor y pérdida del gozo, no sólo por el divorcio y el adulterio, sino también por la fornicación, anticoncepción y pornografía.
El ámbito sexual trae consigo una satisfacción distintivamente intensa que es diferente de cualquier otra cosa. Por esa razón, la Iglesia pide una reflexión más meditada de cómo entramos en ese ámbito.
Si bien muchos exigen que la Iglesia retroceda en su posición contra las uniones entre personas del mismo sexo, Courage sigue creciendo y muchas personas buscan su consejo y participan en sus grupos de apoyo.
Quienes buscan a Courage lo hacen porque sienten esa inquietud interior particularmente en el ámbito sexual. Varios miembros han dicho: «Gracias a Dios que la Iglesia ha ofrecido de forma consistente la plenitud de la verdad. Algunas veces puedo haberme ocultado de ésta, pero la luz de la verdad y el calor de la gracia y la misericordia de Dios me han traído de vuelta».
Todos tenemos voces conflictivas dentro de nosotros. Necesitamos saber cómo interpretarlas y así poder actuar de forma más auténticamente humana y amorosa. Cuando hacemos elecciones a la luz de la verdad, actuamos con virtud.
Nuestros miembros han tenido que levantarse una y otra vez. Ellos acuden a Courage no debido a una voz condenatoria o airada de la Iglesia. Vienen porque ven la consideración, la ternura y el entendimiento que la Iglesia ofrece para ayudar con la lucha interior que todos, excepto la Santísima Virgen María, han experimentado. Eso no significa que hayan dejado de sentir fuertes impulsos, pero en Courage encuentran comprensión, caridad y sentido de comunidad.
¿De qué modo las familias de los miembros de Courage han sido parte de esta lucha? Ustedes ofrecen un grupo aparte para las familias llamado EnCourage.
Dentro de la familia, hay un gran sufrimiento, ya sea que el hijo sea un adolescente o un adulto. Ningún padre de familia quiere estar desligado de su hijo, y ningún hijo quiere estar desligado de sus padres. El temor al alejamiento causa un gran dolor.
Cuando yo me reúno con las familias, trato de animarlos a recuperar un sentido de paz, el cual San Agustín llama la “tranquilidad del orden”, y a que reciban consejos de muchas fuentes, incluyendo la Iglesia.
En recientes años, algunos críticos de la Terapia Reparativa, la cual ayuda a las personas a superar su atracción no deseada hacia el mismo sexo, dicen que está mal conectar la atracción sexual con la dinámica familiar y por lo tanto «culpar» a los padres por la situación de su hijo. ¿Cuál es el enfoque correcto en este tema sensible?
No hay nada en nuestro trabajo o en la mente de la Iglesia que diga: «Ésta es la causa y el efecto de las relaciones familiares que siempre conllevan a la atracción hacia las personas del mismo sexo». Como seres humanos, nosotros somos individuos bastante complejos como para ofrecer explicaciones simplistas.
Permítame plantear algunos puntos antes de abordar los problemas familiares per se.
Los datos demuestran que una persona con atracción hacia el mismo sexo tiene siete veces más probabilidades de que haya experimentado abuso sexual siendo niño o menor.
Yo no estoy diciendo que todos los que han sido víctimas de abuso sexual desarrollarán atracción hacia el mismo sexo. Pero el contacto sexual, incluso cuando no es solicitado, deja algo a su paso. No es demasiado decir que las personas podrían tener una comprensión distorsionada de sí mismos si ellos fueron incitados en estos temas de una manera equivocada antes de alcanzar la madurez.
Otro problema es el asunto de la percepción por parte de las personas con atracción hacia el mismo sexo: ¿Cómo se perciben ellos a sí mismos y cómo perciben a los miembros del mismo sexo y del sexo opuesto?
Nosotros tenemos filtros a través de los cuales percibimos la realidad. Algunos pueden no ser útiles, y algunos pueden ser verdaderamente distorsionar la realidad. Nosotros necesitamos tener humildad, la virtud más estrechamente asociada con la verdad; de lo contrario, nuestras percepciones pueden ser inexactas.
Las relaciones familiares pueden ser determinantes en la vida de un hijo: la forma que el padre ama a la madre y la forma que la madre ama al padre. Eso le da forma a nuestra propia identidad y a nuestra relación con los miembros del sexo opuesto.
Luego está la relación entre el padre de familia y el hijo y cómo la percepción puede influir en la comprensión de ésta por parte del hijo. Por ejemplo, ¿sienten ellos que no han estado a la altura de las expectativas de sus padres? Quiero que comprendan que no estoy culpando a los padres, pero, con humildad, podemos ver por qué las personas hacen preguntas acerca de las relaciones familiares ya que éstas son muy importantes para nosotros.
Cuando tratamos con los padres, nosotros tratamos de mantenerlos alejados de dos polos: la auto-condena y la auto-justificación. Ninguno de los extremos es útil, ni expresa humildad o la verdad.
La mente busca conexiones todo el tiempo. No hay nada malo con preguntar: «¿Qué provocó esto?» Pero en el ámbito de las emociones profundas y las complejidades, nosotros necesitamos la paz de la mente y del corazón antes de abordar reflexivamente cualquier cosa.
Otra cosa que intento con los padres es que se protejan del modelo «sala de emergencias».
Cuando un hijo está herido o enfermo, la respuesta natural de un padre de familia, es decir: «Te llevaré a emergencias para que te curen con esto».
Pero si un(a) joven le dice a sus padres: «Éste es quien soy yo», no es bueno que el padre diga: «No te preocupes, podemos arreglarlo». El hijo no es un problema a resolver, y es por eso que el hijo podría decir: «No necesito ayuda. No hay nada malo en mí».
¿Cómo deben abordar los padres de familia este desafío de una manera amorosa y respetuosa?
Los padres cristianos buscan formar a sus hijos según la mente y el corazón de Cristo, de modo que el hijo elija vivir de una manera coherente con el Evangelio, acogiendo la nueva vida que éste propone.
El ejemplo de los padres es fundamental. Al principio, los padres deben acudir al pie de la cruz y pedirle a Nuestra Señora, quien permanece con ellos, que les dé consuelo y también deben recurrir a la bondad de su Hijo para que les dé gracia.
Esta lucha puede durar años, incluso décadas. Sin la gracia de la cruz, una auténtica vida sacramental, un compromiso con la oración y una relación profunda y personal con Cristo, esto será tremendamente difícil.
Es fácil ver cómo los padres se desaniman y se enojan, entonces no podemos enfrentar este desafío sin profundizar en los cimientos de nuestra vida espiritual. No podemos dar lo que no tenemos.
¿La creciente aceptación de las relaciones entre personas del mismo sexo y la defensa del «matrimonio homosexual» han influido en las elecciones de los adultos jóvenes para que lleven a la práctica su atracción hacia el mismo sexo?
Un desafío particular son los medios de comunicación social. No los estoy condenando pero cuando yo era niño, mis padres conocían a mis amigos y eran conscientes de las influencias externas en mi vida y en mi hogar.
Hoy en día, los hijos están creciendo en un mundo diferente, y están expuestos a muchas personas de las que sus padres no saben nada.
Ya para cuando los padres acuden a nosotros, su hijo adolescente con frecuencia ha escuchado muchas voces ajenas a la familia y la Iglesia a través de las redes sociales. Es necesario ejercer un mayor grado de vigilancia porque hay una mayor vulnerabilidad y acceso a una amplia gama de voces.
Aun así, les decimos a los jóvenes: “¿Quieren ir al cielo y estar con Jesús?” El hombre tiene un fin sobrenatural que no puede satisfacerse con los bienes de este mundo. Si nosotros tenemos un deseo por algo que perdura para siempre, ésa es la perla de gran valor, y nosotros tenemos que acudir a esa Voz que puede decirnos cómo preservar nuestra herencia. Tenemos que elevar la conversación.
Debe ser difícil para los padres de familia afirmar la enseñanza de la Iglesia cuando ésta hace que sus hijos les den la espalda y se alejen de ellos. Algunos padres llegan a creer que deben apoyar el “matrimonio” entre personas del mismo sexo y de esa manera demostrar su amor por sus hijos.
Puede haber una compasión y sentimentalismo erróneos que no reconocen la naturaleza nupcial del hombre y la plenitud de la enseñanza del Evangelio con respecto a la castidad. ¡La castidad es parte de la Buena Nueva!
Cuando un hijo(a) le dice a sus padres que se siente atraído(a) hacia personas del mismo sexo, algunos padres responden diciendo: «Si así es como te sientes, no puedo decir que tus sentimientos están mal, entonces siéntete libre de seguir tus impulsos».
En Juan 8, 3-11, el Señor le habló a la mujer atrapada en adulterio, el cual es uno de los actos contra el matrimonio. Nuestro Señor la perdonó, pero también la llamó a la conversión.
Nuestra caridad por cualquier persona con atracción hacia el mismo sexo debe conducirnos a escuchar el por qué sienten lo que sienten y ayudarlos a tratar de entenderse a sí mismos de una forma coherente con el Evangelio.
En Juan 8, 32, Jesús dice: «Ustedes pueden conocer la verdad, y la verdad los hará libres». Esa verdad no es sólo acerca de nuestra eternidad; también es acerca de la verdadera fuente de gozo en esta vida.
Abandonar esa verdad no nos traerá una auténtica libertad humana. El Señor estableció que el bien de la libertad es preservado por el bien de la verdad. Nuestros deseos deben ser purificados y apropiadamente dirigidos de acuerdo a la realidad. Nosotros no nos moveremos en la dirección de la libertad si nos cerramos a esa realidad.
Los hombres y las mujeres de Courage han cambiado mi sacerdocio. A través de su ejemplo, me han mostrado una mejor comprensión del Corazón de Jesucristo.
Este artículo fue originalmente publicado en el periódico National Catholic Register bajo el título “Loving a Child with SSA”, y fue traducido por el equipo de Courage-Latino. Para cualquier consulta, por favor escríbenos a: oficina@couragerc.org